Por Edgar López
Europa, el Omnibus Ambiental y el nuevo momento de la sostenibilidad
Imagina que después de una comida pesada —o simplemente porque has ganado unos kilos—, tu cinturón te aprieta tanto que no puedes sentarte cómodo ni respirar con facilidad. Aflojar el cinturón no soluciona el problema de fondo, pero devuelve movilidad, claridad y la posibilidad de seguir avanzando.
Algo parecido está ocurriendo hoy en Europa con su regulación ambiental, uno de los pilares centrales de la agenda ESG.
Durante años, Europa fue el punto de referencia. El lugar hacia donde miraban reguladores, empresas y consultores cuando se hablaba de sostenibilidad, ESG y regulación ambiental. Si algo se aprobaba en Bruselas, tarde o temprano —se decía— terminaba marcando pauta en otros mercados como el mexicano.
Por eso, lo que está ocurriendo hoy en esas latitudes merece atención. Los tiempos de “apretar más” parecen haber quedado atrás. El mensaje ahora es ajustar: no retroceder —al menos no de forma explícita—, sino aflojar el cinturón para poder seguir avanzando.
¿Qué está pasando en Europa?
En los últimos meses, la Comisión Europea ha impulsado una serie de ajustes conocidos como el Omnibus Ambiental: un paquete de simplificación normativa que busca reducir la carga administrativa asociada a diversas regulaciones ambientales.
Este movimiento no ocurre en el vacío. Llega después de que el Parlamento Europeo validara la necesidad de aligerar la carga regulatoria asociada a marcos exigentes —como la debida diligencia en sostenibilidad corporativa y derechos humanos—, y se traduce ahora, desde la Comisión Europea, en ajustes para hacerla viable.
El diagnóstico de fondo es incómodo, pero realista: la ambición regulatoria creció más rápido que la capacidad de implementación de empresas, autoridades y sistemas de supervisión.
Europa no abandona el discurso verde ni los marcos aprobados por su Parlamento. Lo que hace ahora es ajustar la forma en que esas exigencias se traducen en procesos, reportes y cargas operativas. Reconoce la fatiga regulatoria. Y decide actuar.
¿De qué va realmente la “relajación” del Omnibus Ambiental?
Conviene decirlo con claridad: no se trata de borrar metas climáticas ni de desmantelar el Pacto Verde Europeo. Lo que se está ajustando es el cómo.
El Omnibus Ambiental introduce cambios que, en conjunto, buscan hacer más ejecutable la regulación. La Comisión Europea estima que estas simplificaciones podrían generar ahorros administrativos cercanos a los 1.000 millones de euros anuales y facilitar inversiones por al menos 30.000 millones de euros al año.
Entre los principales ajustes destacan: menos obligaciones de reporte y duplicidades; sistemas de gestión ambiental más flexibles; evaluaciones y permisos más ágiles; y alivios específicos para pymes y ciertos sectores.
En términos prácticos: menos formatos, menos burocracia y menor fricción administrativa. Las metas permanecen, pero el camino se vuelve menos empinado.
El argumento oficial es claro: competitividad, viabilidad económica y capacidad real de cumplimiento, con un recorte general del 25 % en cargas administrativas para todas las empresas y 35 % para pymes. Europa empieza a asumir algo incómodo: apretar demasiado el cinturón no siempre acelera la transición; en ocasiones, la paraliza.
Asimilar el momento (sin ingenuidad)
Durante años, algunos asumieron que la sostenibilidad ambiental avanzaría de la mano de la regulación. Que endurecer el marco normativo era, por sí mismo, garantía de avance. Lo que hoy vemos es una corrección de rumbo: la sostenibilidad necesita pragmatismo para no volverse inviable.
Como era de esperarse, el giro genera tensiones. Organizaciones ambientales advierten un posible debilitamiento de la regulación ambiental; del otro lado, sectores empresariales celebran la reducción de cargas y la agilización de inversiones clave. Ambas lecturas conviven. Y ambas tienen algo de razón. Este movimiento no hace a Europa menos ambiciosa, pero sí más consciente de los límites operativos de su propio modelo. Y ese reconocimiento no se queda en el continente: en un mundo de cadenas de suministro globales, la exigencia no desaparece; se redefine.
¿Qué viene para las empresas?
Para las empresas la sostenibilidad no desaparece como expectativa estratégica ni como condición de acceso a mercados, capital o cadenas de suministro. Lo que cambia es el énfasis.
Se deja de lado la obsesión por el reporteo y se pone más atención a la ejecución real, a las decisiones estratégicas y a los impactos que verdaderamente mueven la aguja del negocio.
Esto abre un espacio exigente para replantear prioridades: invertir mejor, concentrar esfuerzos y distinguir con mayor claridad qué iniciativas generan impacto sustantivo y cuáles solo cumplen una función administrativa o reputacional.
El riesgo es confundir simplificación con relajación.
¿Y ahora qué pasa con empresarios y líderes?
Para algunos empresarios, este giro significará algo simple: si deja de sentirse como obligación, algunos dejarán el tema. Cuando la sostenibilidad solo se sostiene por presión externa, basta con que esa presión afloje para que el “pendiente” se diluya.
Para otros, será una llamada de atención. Tocará entender de qué va realmente esto, más allá de la regulación, los formatos y los discursos de riesgo vs cumplimiento.
Ahí el peso recae en los líderes ESG internos. Serán ellos quienes tengan que explicar a sus suoperiores qué está cambiando, qué no está desapareciendo y qué decisiones deberían venir después.
El problema es que no todos (los líderes ESG) tienen —ni han desarrollado— capacidad estratégica para hacerlo. Durante años bastó con decir “la regulación viene fuerte”. Hoy eso ya no alcanza.
Este escenario no premia al que más reporta, sino al que mejor piensa; y no todos estarán preparados —ni dispuestos— para ese cambio.
Aflojar… para luego lograr cortarle un pedazo al cinturón…
Aflojar el cinturón no es negar que hay un problema de fondo. Es recuperar aire y movilidad cuando la presión acumulada empieza a inmovilizar. Es crear margen para volver a pensar y actuar con criterio.
Pero aflojar no es el objetivo final.
Como en la vida cotidiana (y más en estas fechas decembrinas), primero aflojas para poder respirar, sentarte cómodo y disfrutar la cena. Luego, si haces bien las cosas, vendrá el momento de volver a ajustarlo. Incluso hasta cambiar de talla.
Eso es lo que parece estar intentando Europa: no renunciar a la ambición, sino evitar que el exceso de presión termine por hacerla inviable.
Por ahora, a aflojarnos un poco el cinturón, que las fiestas ya están encima. Ya en enero, tocará decidir con qué criterio y disciplina volvemos a ajustarlo.

Edgar López Pimentel, es actualmente Director en Expok, ejerciendo su liderazgo día a día con pasión por la responsabilidad social y el desarrollo sustentable. Su labor ha contribuido significativamente al posicionamiento de empresas líderes en materia de responsabilidad social.
Su formación académica, enriquecida por programas de Alta Dirección de Empresas en el IPADE e IE Business School, así como una maestría en Responsabilidad Social Empresarial en la Universidad Anáhuac Norte, respaldan su liderazgo.







