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ColumnistasFuego benéfico y devastador

Fuego benéfico y devastador

Forma y Fondo CLXIV

Desde los inicios de la humanidad, el fuego resultó fascinante y el ser humano se sintió superior cuando creyó dominarlo. Sus primeros usos fueron aprovechar su calor y como defensa ante los ataques de los animales, pero descubrió que tenía otras ventajas. Su aplicación como generador de técnicas posiblemente derivó de la observación de que los palos con que se removían las brasas de una fogata se endurecían y se convertían en armas de caza más eficaces. Le dio categoría divina y creó cultos en torno a él.

Alrededor de su calor nuestra especie vivió miles de años. El hombre, en sentido genérico de la especie, no como descalificación a la mujer, comenzó a usar la energía del fuego en su provecho para extraer la energía de los materiales que le proporcionaba la naturaleza y para moldearlos de acuerdo a sus necesidades. Aunque la mano es la principal herramienta, también el fuego tiene parte importante en la construcción de la cultura actual.

El calor solar, también generador de fuego, tiene facetas como la deshidratación en las plantas, que recuperan su humedad al absorberla del sustrato. Cuando la humedad del terreno desciende al grado de que la vegetación es incapaz de obtener agua del suelo, esta se seca poco a poco llegando al estrés hídrico. En este proceso y derivado de una reacción química, se provoca la emisión a la atmósfera de etileno, un compuesto presente en la flora y altamente combustible, que propicia un doble fenómeno: tanto las plantas como el aire que las rodea se vuelven fácilmente inflamables y las probabilidades de incendio se multiplican. Además las especies que contienen resinas ayudan a que aumente la virulencia del fuego. Sumando a estas condiciones períodos de altas temperaturas y vientos de moderados a fuertes, crece la posibilidad de que una simple chispa genere un incendio de proporciones inimaginables.

La causa principal de estos incendios, calculada en un noventa y siete por ciento, es el descuido humano. Por negligencia en la actividad agropecuaria con la quema de pastos, y desmonte, trabajos forestales con fines industriales, limpia de desechos en vías férreas y caminos, colillas de cigarro, fogatas, frascos de vidrio abandonados o rotos. También los provocados deliberadamente como: caza furtiva, mercado de madera, problemas en la tenencia de la tierra, especulación con fines urbanísticos, y por problemas entre comunidades y particulares. Otras causas pueden ser: tormentas eléctricas, rayos, ferrocarriles, cortocircuitos en líneas eléctricas, maniobras militares, vehículos y maquinaria en áreas forestales.

A nivel nacional se considera el primer trimestre de 2011 como el más seco en la historia de México. En lo que va del año se han contabilizado cuatro mil doscientos sesenta y nueve incendios forestales con una afectación cercana a las trescientas mil hectáreas.

De acuerdo a los datos de la Estadística Nacional 2011 resultado de los trabajos de la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (CONANP), la Comisión Nacional Forestal (CONAFOR) y el Instituto para la Reconversión Productiva y Bioenergéticos (IRBIO), los diez estados con mayor cantidad de hectáreas afectadas en el primer trimestre son: Coahuila 250,000, Puebla 7,400, México 7,200, Guerrero 7,100, Chihuahua 6,800, Oaxaca 6,700, Durango 6,600, Quintana Roo 6,500, Jalisco 5,900 y Michoacán 5,600. En los demás estados también han proliferado los incendios pero de menor magnitud. No por ello pierden importancia, ya que también se sienten sus efectos, en principio por los gases contaminantes.

El incendio de Coahuila iniciado el 17 de marzo, es considerado el mayor daño forestal en los últimos veinte años a nivel nacional y sus consecuencias como desastre ecológico al momento son imposibles de determinar. Las condiciones climáticas han sido adversas por la fuerza de los vientos y los tornados. Su velocidad promedio se ha medido entre los treinta a los cincuenta kilómetros, con rachas entre setenta y ochenta kilómetros, lo que complica los esfuerzos de las brigadas por tierra, helicópteros y aviones. Aunque el empleo del equipo aéreo queda cuestionado, porque no se utilizó desde el inicio de la catástrofe.

Tampoco ha faltado la opinión ligera en el sentido de que ya se manifestaron los primeros indicios de recuperación de flora y fauna tras la afectación de los incendios registrados concretamente en el municipio de Múzquiz. Por medio de fotografías, las declaraciones oficiales remarcan dos aspectos. El primero: en el ecosistema siniestrado ya se observan los primeros brotes de pasto, que indican la pronta recuperación de la zona. El segundo: se observa la línea de comida esparcida para que las diferentes especies regresen a alimentarse.

Ambas pueden tener un lado amable, pero olvidan que el pasto es sólo una parte de la vegetación que compone el ecosistema. Las especies faltantes y las que tardarán mucho tiempo en recuperarse, si es que lo logran, son innumerables y tanto o más importantes que los brotes mencionados. La acción de colocar alimento en puntos estratégicos es la única forma que tienen las especies para no morir de hambre o a manos de los cazadores que no tardaron en aparecer, para conservarlos como trofeos o para su comercialización. También la fauna tardará en regresar a su hábitat.

La forma: todavía resulta incomprensible a la razón el comportamiento de los elementos.

El fondo: el ser humano sigue fascinado con el fuego, pero sin controlarlo, a pesar de que con él: TODOS SOMOS NATURALEZA.

Fuente: Acacia Fundación Ambiental A.C

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