- Advertisement -
NoticiasOrganizaciones internacionalesTras 10 años del Acuerdo de París: los más vulnerables siguen en...

Tras 10 años del Acuerdo de París: los más vulnerables siguen en desventaja

Banner Economía Circular Banner Economía Circular

Diez años después del histórico Acuerdo de París, el mundo sigue atrapado entre dos fuerzas que deberían caminar juntas, pero que con frecuencia chocan: el combate al cambio climático y el desarrollo económico. Esta separación artificial ha creado una narrativa que se desploma frente a la realidad cotidiana de millones de personas. En muchas regiones, aspirar a una vida digna sigue siendo un desafío, mientras las presiones climáticas amplifican cada vulnerabilidad existente. El resultado es un círculo vicioso que impide avanzar con la velocidad y profundidad que el presente exige.

De acuerdo con un artículo de TIME, sin acceso a energía, sistemas alimentarios robustos y oportunidades productivas, la población más vulnerable queda sin margen para adaptarse. Y al mismo tiempo, cualquier avance económico que ignore el riesgo climático se convierte en un castillo de naipes. Esta tensión se hizo particularmente evidente en Belém, Brasil, durante la COP30, donde el ambiente fue una mezcla de urgencia y frustración acumulada. Los delegados africanos recordaron una verdad incómoda: muchas de las promesas del Acuerdo de París siguen sin cumplirse.

Promesas rotas del Acuerdo de París

En Belém, la conversación giró una y otra vez alrededor de un mismo punto: la falta de cumplimiento real por parte de las naciones más ricas. Estas se comprometieron a apoyar a los países en desarrollo tanto en la reducción de emisiones como en la adaptación a un clima cada vez más extremo. Sin embargo, una década después, la brecha entre el discurso diplomático y los hechos concretos es alarmante. Miles de comunidades siguen sin acceso a infraestructura mínima para enfrentar los impactos climáticos.

Esa sensación de abandono se intensificó en la COP29 celebrada en Bakú. Allí, los países desarrollados anunciaron un nuevo compromiso financiero: movilizar al menos 300 mil millones de dólares anuales rumbo a 2035. Aunque representa un incremento significativo respecto a la meta previa, la cifra está lejos de responder a la magnitud del desafío actual.

Para muchos países vulnerables, la realidad es que aún carecen de los recursos necesarios para transitar hacia un futuro resiliente.

Financiamiento insuficiente y necesidades crecientes

El compromiso anunciado en Bakú se integra dentro de una ambición mayor: alcanzar 1.3 billones de dólares anuales para acción climática global. No obstante, incluso este objetivo —a simple vista monumental— parece pequeño a la luz de las necesidades reales. El Grupo Independiente de Expertos de Alto Nivel sobre Financiación Climática ha dejado claro que la brecha financiera es enorme y que la falta de recursos amenaza tanto la mitigación como la adaptación.

La desconfianza de los países en desarrollo no es gratuita. Diez años de retrasos, metas parciales y mecanismos financieros poco accesibles han generado fatiga y escepticismo. La transición energética, la resiliencia agrícola, la infraestructura hídrica y los sistemas de alerta temprana siguen siendo lujos inaccesibles para muchas comunidades. Sin estas bases, hablar de progreso climático es un ejercicio meramente retórico.

Desarrollo que no excluya a los más vulnerables

Poner fin a la falsa disyuntiva entre desarrollo y acción climática implica replantear cómo se asignan los recursos y qué prioridades guían las decisiones globales. Para que la transición sea justa, debe construirse desde las realidades de quienes viven en contextos de pobreza estructural. Esto significa financiar energía limpia, sí, pero también fortalecer sistemas alimentarios, impulsar capacidades productivas y garantizar servicios esenciales.

En la práctica, esto demanda una cooperación internacional que reconozca las asimetrías históricas y que deje atrás los compromisos simbólicos. No basta con prometer; se requiere ejecutar con responsabilidad, transparencia y visión de largo plazo. El decenio posterior al Acuerdo de París ha demostrado que el progreso climático es frágil si se sustenta en promesas vacías y si se olvida que la equidad es la columna vertebral de toda acción sostenible.

Una década para corregir el rumbo

El análisis de esta última década revela un patrón claro: los países más vulnerables siguen cargando con los impactos más severos del cambio climático sin recibir el apoyo financiero y tecnológico que se les prometió. Esta desigualdad alimenta un círculo de fragilidad que impide acelerar la acción global.

La COP30 dejó al descubierto que la paciencia se agota y que el liderazgo moral recae cada vez más en las propias comunidades afectadas.

De cara al futuro, la única ruta viable es reconocer que el bienestar humano y la estabilidad climática son inseparables. El espíritu del Acuerdo de París debe reactivarse con un enfoque que priorice a quienes tienen menos recursos para adaptarse. La próxima década será decisiva para demostrar si la comunidad internacional es capaz de transformar sus compromisos en resultados tangibles o si seguirá dejando atrás a los más vulnerables.

Diez años después, el mundo se encuentra en un punto crítico: sabemos qué debe hacerse, pero seguimos actuando con una lentitud que contradice la urgencia del momento. La experiencia de Belém y Bakú confirma que no existe una solución climática sostenible sin justicia social y sin inversión real en los países más afectados. La responsabilidad no es solo de los gobiernos, sino también de empresas, organizaciones y sociedad civil.

Este es un recordatorio de que no basta con cumplir indicadores: debemos impulsar cambios estructurales que integren el desarrollo humano con la resiliencia climática. La década que comenzó tras el Acuerdo de París nos dejó lecciones duras; la que tenemos por delante debe ser la de la acción decidida, colaborativa y profundamente humana.

PLATIQUEMOS EN REDES SOCIALES

spot_img
spot_img
spot_img

Lo más reciente

DEBES LEER

TE PUEDE INTERESAR