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Columnistas ExpokR con R | Por Edgar López¿Qué hemos normalizado con los Legionarios de Cristo?

¿Qué hemos normalizado con los Legionarios de Cristo?

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Por Edgar López

En días recientes, un nuevo caso de abuso sexual infantil ha sacudido a la comunidad educativa de la congregación de los Legionarios de Cristo & Regnum Christi. Un sacerdote que ejercía funciones en una institución educativa vinculada a la congregación fue vinculado a proceso por el presunto abuso sexual de un menor durante varios años —según la investigación, al menos en tres ocasiones entre 2004 y 2011, en un inmueble de Naucalpan. Este hecho se suma a una lamentable lista de casos que, lejos de parecer erradicados, evidencian que los mecanismos de prevención y respuesta siguen siendo insuficientes. La congregación emitió un comunicado en el que asegura su “plena disposición para colaborar con las autoridades” y reitera su “compromiso con la protección de menores”; sin embargo, lo hace desde una postura que aísla el hecho, omite una reflexión profunda y evade su responsabilidad institucional.

No hablo desde lejos. Estudié desde preescolar hasta preparatoria en una escuela de los Legionarios de Cristo. También cursé mi licenciatura y maestría en una universidad de esta misma congregación, donde incluso nació una Facultad de Responsabilidad Social de la cual me enorgullezco de haber sido parte.

Hoy, que llevo casi veinte años impulsando la responsabilidad social en las organizaciones, me cuesta no detenerme ante noticias como esta: otro sacerdote procesado por presunto abuso sexual dentro de la misma congregación.

Legionarios de Cristo
Reforma-18 de junio

Casos como este —y la historia del propio fundador— no sólo duelen e indignan. También confrontan a quienes hemos estado cerca de esta institución y conocemos su capacidad de formación, de influencia y de permanencia. Me consta que ahí han existido —y existen— grandes personas, profesionales comprometidos, creyentes sinceros. Pero eso no basta cuando la impunidad y el encubrimiento persisten. Desde la responsabilidad social, me pregunto cómo hemos llegado a normalizar lo inaceptable. Cómo seguimos confiando, operando, donando, educando… sin consecuencias proporcionales ni transformaciones estructurales reales.

La Legión de Cristo respondió diciendo que se trata de un caso puntual y expresó su disposición a colaborar con las autoridades. Pero esa narrativa, la de los “casos aislados”, ya forma parte del problema. Minimizar, desligar, esperar a que pase… no es una estrategia ética ni suficiente, menos aún cuando el impacto sobre las víctimas y sobre la sociedad es tan profundo.

Me queda claro que la responsabilidad social es, en esencia, la capacidad de una organización para responder ante el impacto de sus operaciones en sus grupos de interés. En este sentido, la lección que asimilo es que sí: la Legión de Cristo debió aceptar, asimilar y actuar ante estos impactos lamentables. Pero siguen ocurriendo. Y eso debe cambiar.

Y también me queda claro que nosotros —como profesionales, como padres, como ciudadanos— podemos y debemos elegir a qué causas respaldamos, con qué instituciones nos vinculamos y con quién decidimos colaborar. Esa es, también, una forma de responder con responsabilidad.

Cada vez comprendo mejor los alcances de la responsabilidad social confirmo que nunca existirá la organización perfecta: sólo grados de conciencia, de humildad, de acción, de mejora y de transformación.

En ese sentido, creo que la Legión de Cristo debería ser más abierta —y sí, más descarada— al aceptar, entender y abordar hechos como estos. No hablar de ello abiertamente resulta, cuando menos, irresponsable… y presume tramposo cuando se hace en nombre de Dios.

Basta revisar sus canales oficiales: el silencio domina donde debería haber claridad. La misma organización que comunica con entusiasmo sus celebraciones, eventos deportivos y actos simbólicos, guarda silencio justo cuando lo que está en juego es lo más importante: la seguridad, el respeto y la confianza en el aula, en la infancia y en la fe. Incluso la Universidad Anáhuac México —institución educativa de la misma red y desde donde recientemente despachaba el sacerdote vinculado a proceso— ha optado por callar.

Estoy convencido de que en ciertos contextos, el silencio no es neutral: es cómplice.

En mi caso, reflexionar en voz alta y ser más riguroso con las instituciones con las que me vinculo no implica romper con ellas. Nunca viví algo cercano a los hechos que hoy se denuncian; al contrario, agradezco lo que han representado en mi vida y formación. Justamente por eso, incomodarse, cuestionar y nombrar lo incómodo —aunque sea un gesto mínimo— también es parte de permanecer con responsabilidad.

Ser transparente es parte de formar en valores. No se trata de dogmas, sino de decisiones institucionales que deben generar confianza, demostrar integridad y garantizar entornos seguros.

Amén.


Edgar López Pimentel, es actualmente Director en Expok, ejerciendo su liderazgo día a día con pasión por la responsabilidad social y el desarrollo sustentable. Su labor ha contribuido significativamente al posicionamiento de empresas líderes en materia de responsabilidad social.

Su formación académica, enriquecida por programas de Alta Dirección de Empresas en el IPADE e IE Business School, así como una maestría en Responsabilidad Social Empresarial en la Universidad Anáhuac Norte, respaldan su liderazgo.

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