La adopción de la inteligencia artificial (IA) en las empresas avanza a un ritmo vertiginoso, prometiendo eficiencia, innovación y ventajas competitivas. Sin embargo, un reciente estudio de la Fundación Thomson Reuters revela una preocupación urgente: la mayoría de las corporaciones aún no considera el impacto ambiental de sus sistemas de IA. Este hallazgo pone en evidencia un desajuste entre la velocidad de la innovación tecnológica y la preparación para gestionar sus riesgos.
La investigación analizó información pública de aproximadamente 1,000 empresas de 13 sectores, incluyendo gigantes como Vodafone, Infosys e Iberdrola. Solo el 48 % de las empresas divulga alguna estrategia de IA, y aunque la ética y la seguridad son mencionadas con frecuencia, el cuidado del medio ambiente sigue siendo prácticamente inexistente. Esto abre un debate sobre la responsabilidad corporativa frente al cambio climático y la sostenibilidad.
La brecha ambiental de las empresas con estrategias de IA
De acuerdo con edie, el dato más alarmante es que 97 % de las empresas con estrategias de IA no evalúa el consumo energético ni la huella de carbono de los sistemas que implementa. La expansión de la IA generativa y los centros de datos intensivos en energía implica un riesgo real para los objetivos de sostenibilidad.
Además del consumo energético, los centros de datos requieren grandes cantidades de agua para refrigeración, lo que puede agravar el estrés hídrico en comunidades locales. Esta omisión demuestra que la innovación tecnológica sin criterios ambientales puede tener costos sociales y ecológicos invisibles pero significativos.

Impactos sociales y la falta de preparación
No solo el medio ambiente está siendo ignorado. El 68 % de las empresas con estrategias de IA no ha evaluado los efectos sociales más amplios de esta tecnología. Desde la transformación del trabajo hasta el acceso a servicios y la interacción con la vida pública, estos impactos permanecen desatendidos.
Esta falta de análisis sugiere que la adopción de IA se está haciendo más rápido que la comprensión de sus implicaciones para empleados y comunidades. Sin estrategias sociales robustas, el riesgo de generar desigualdades o efectos negativos en la sociedad se incrementa.
Gobernanza y transparencia en entredicho
En cuanto a la gobernanza, los resultados muestran una disparidad preocupante. Tres cuartas partes de las empresas con estrategias de IA reportan supervisión a nivel directivo, pero solo dos quintas partes hacen que sus políticas sean accesibles para el personal o requieren su reconocimiento formal.

La transparencia interna y externa es clave para una implementación responsable de la IA. Sin mecanismos claros de rendición de cuentas, las empresas no solo se exponen a riesgos reputacionales, sino también a futuras exigencias legales, como las que impondrá la Ley de IA de la UE en 2027.
La expansión de la IA y su huella ambiental creciente
McKinsey estima que la IA puede generar hasta 4,4 billones de dólares en productividad adicional, y el 92 % de las empresas planea incrementar sus inversiones en los próximos tres años. Pero este crecimiento no está exento de costos. La IA generativa puede consumir hasta 33 veces más energía que el software tradicional, según la Universidad de Cornell.
La Agencia Internacional de la Energía proyecta que la electricidad utilizada por centros de datos se duplicará entre 2024 y 2030. Sin estrategias ambientales claras, la promesa de eficiencia y cero emisiones netas podría ser solo un objetivo aspiracional, sin un impacto real en la sostenibilidad.
El informe de la Fundación Thomson Reuters evidencia que muchas empresas con estrategias de IA están avanzando sin una comprensión plena de sus responsabilidades ambientales y sociales. La falta de evaluación sobre consumo energético, huella de carbono y efectos sociales genera un vacío crítico en la gestión responsable de la tecnología.
Para que la IA cumpla su promesa de innovación y productividad, es fundamental que las empresas incorporen criterios ESG de manera proactiva. Solo así podrán equilibrar el crecimiento tecnológico con la protección del planeta y la sociedad, evitando que la eficiencia se convierta en un costo oculto para las generaciones futuras.







