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3 mitos de la eficiencia de energía

Eficiencia energética via Shutterstock
Eficiencia energética via Shutterstock

Todos creemos que sabemos sobre eficiencia energética: apagamos la luz y cerramos el refrigerador. Los motivos son tanto ambientales como económicos y la tecnología cada vez avanza más para ayudarnos a entender y mejorar nuestro uso de energía.

Sin embargo, ¿están los consumidores y las empresas tomando los pasos necesarios para ser más eficientes? Hay muchas ideas erróneas sobre el tema, que no solo pueden llegar a aumentar el uso de energía sino también costarle dinero a personas y compañías. Aquí tres de estos mitos y cuál es la verdad:

1. Usar menos energía es ser eficiente:

Verdad: la conservación de energía se refiere a usar menos de esta. La eficiencia energética significa usarla de forma más productiva.

A muchas personas se les hace difícil comprender esta diferencia, y en muchos casos asumen que la eficiencia energética se refiere a reducir la comodidad o calidad de vida, lo cual a su vez hace que no quieran saber más de ella. En realidad, el concepto significa «obtener el mismo rendimiento con menos aportación». Es decir, significa que la energía se puede usar de una forma más productiva, en la que obtenemos más.

Acciones como apagar la luz o bajar la calefacción usan menos energía, pero esto se llama conservación de energía, no eficiencia. Ambos conceptos son importantes para reducir el consumo, pero es importante distinguirlos porque la mayoría de los consumidores no tienen que sacrificar su comodidad para ser eficientes.

2. Las auditorías son la mejor forma de ser eficiente:

Verdad: las auditorías son una buena herramienta cuando se usan correctamente, pero pueden ser confusas.

Las auditorías son prácticas comunes, ya sea en hogares o en edificios de oficina. Estas terceras partes vienen, examinan el lugar, el equipo y sus características para conocer qué áreas podrían mejorarse para hacer más eficiente el espacio. Pero, ¿son la mejor opción para asegurar la eficiencia de un edificio?

Las auditorías por sí mismas, sin planeación y sin seguimiento son similares a entrar a un restaurante, pedir una mesa, sentarse, recibir el menú y después irse sin comer. Ya sabes el menú, pero sigues hambriento. Cuando una auditoría se conduce sin una meta clara, puede dejar a los consumidores y a las empresas con una lista de cosas por hacer pero sin acciones concretas. El exceso de opciones puede resultar abrumador.

Esta práctica puede ser valiosa, siempre y cuando los consumidores y dueños de edificios tengan claros los objetivos. Antes de decidir, pregúntate qué quieres lograr: ¿mejorar la productividad?, ¿mejorar la comodidad?, ¿ahorro de costos? Una vez que se defina la meta se puede hacer una auditoría más personalizada para personalizar cómo la eficiencia energética puede a lograrla.

3. La eficiencia es cara:

Verdad: la eficiencia es una inversión, no un gasto.

El costo suele ser la principal razón por la que las personas y las empresas no intentan ser más eficientes, pero este es uno de los mayores mitos, aunque también sea el más difícil de negar.

El hecho es que apagar las luces (la conservación energética) es gratis, cambiar una unidad de aire acondicionado no lo es. Pero es importante entenderla diferencia entre costos de largo plazo y costos de corto plazo. Por ejemplo, piensa en los focos de LED: cuestan más que los tradicionales pero duran más tiempo y son más productivos en su consumo, por lo que reducen el costo de proveer luz. El costo inicial es más alto pero el de largo plazo es mucho menor.

Lo anterior es cierto para otras medidas de eficiencia energética. Al considerar los costos a largo plazo, la eficiencia se convierte en una inversión y no en un gasto.

Fuente:
GreenBiz

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