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TV colgada de la desgracia ajena: Homenaje para Adal Ramones

En los años setenta había un programa de concursos en la televisión abierta nacional bastante polémico. Se llamaba Sube, Pelayo, sube y consistía en ver cómo se humillaba a la gente a cambio de un premio.

Los televidentes gozaban mucho viendo a aquellos señores recibiendo golpes o luchando por trepar a un poste engrasado y la prensa, por supuesto, se escandalizaba ante semejantes faltas de respeto.

El caso es que Sube, Pelayo, sube, que en su momento era un horror, hoy es un clásico de la televisión mexicana, y su conductor, Luis Manuel Pelayo, una luminaria inolvidable.

Por más que usted le busque, va a ser muy difícil que encuentre a alguien que le hable mal de aquella emisión o de aquel animador que hacía vibrar a las multitudes.

¿Por qué le estoy escribiendo esto? Porque hoy, en pleno siglo XXI, estamos viviendo algo parecido con propuestas como El show de los sueños.

Usted y yo podemos convulsionarnos evidenciando la manera tan monstruosa como en esos programas se cuelgan de la desgracia ajena para divertir a los demás, señalando las barbaridades que hacen las luminarias que salen a cuadro o denunciando lo que ahí sucede a nivel crítica.

Pero al final, El show de los sueños y otros títulos similares pasarán a la historia por la manera como hicieron llorar a sus ‘soñadores’, por la plataforma que la brindaron a estrellas como Nigga y por el carisma de Adal Ramones.

A nadie le van a importar las irregularidades ni los escándalos prefabricados.

¿Cuánto quiere apostar a que en menos de 20 años alguna asociación le va a estar haciendo un homenaje a Adal Ramones por haber marcado la historia de la televisión mexicana con sus valiosísimas estrategias de responsabilidad social?

El domingo que estuve viendo la final de El show de los sueños no pude evitar pensar en esto, en lo predecible y repetitiva que puede llegar a ser la televisión, en que a estas alturas del partido a nadie le preocupa que esas finales realmente no sean finales, que no exista una manera legal de comprobar si la ganadora en verdad fue la ganadora ni de medir cuánto dinero entró a esa emisión en relación a lo que se dio o no se dio.

Lo importante es el consumo y el viboreo barato, como cuando veíamos Siempre en domingo, programa que exactamente de la misma manera que Sube, Pelayo, sube, hoy es objeto de elogios y de una nostalgia que hubiera asustado a quienes padecieron sus excesos en los años setenta, ochenta y noventa.

¿Qué se hace en estos casos? Conservar la mirada crítica, esperar a que le hagan su homenaje a Adal Ramones (y a todos los involucrados en El show de los sueños), y reír por las ironías de la pantalla, por las ironías de la vida. ¿A poco no?

Cambiando de tema, mientras El show de los sueños dizque acababa para darle su lugar a Los reyes del show, algo importante sucedía en Fox.

¿Qué? El estreno de 24: Redemption. ¿Acaso se trató del inicio de la nueva temporada de 24? No. Fue una película especial para televisión inspirada en 24.

¿Por qué le digo que esto es importante? Porque es una estrategia que jamás se había hecho, porque producir una película es algo genial para estimular al público justo ahora que las series de televisión están pasando por una inesperada crisis de audiencia a nivel mundial.

Porque generar este tipo de contenidos cortos es una idea maravillosa para sobrevivir y sostenerse entre huelgas, ajustes en los presupuestos y otros problemas de producción.

Porque fue una especie de menú de degustación de lo que será la próxima temporada de 24, y porque en el caso concreto de este proyecto, cuya ventaja competitiva es que se desarrolla bajo la técnica del tiempo real, sirvió para calibrar el formato.

¿Qué le trato de decir con esto? Que, la verdad, seguir 24 ya no era tan emocionante como antes. ¿Por qué? Porque había que esperar 24 capítulos de 60 minutos para llegar al desenlace.

24: Redemption sólo duró dos horas y así, rapidito, usted y yo conocimos la historia, nos picamos, nos emocionamos, entendimos sus mensajes políticos y llegamos al final.

¿Y cuándo menos 24: Redemption está buena? Me temo que no. Su único valor es estratégico y si no me cree, lo reto a que vea la repetición el próximo fin de semana y juzgue con sus propios ojos.

Fuente: Milenio.com

2 COMENTARIOS

  1. en lo personal no es un programa que me llame la atención independientemente del tipo filantropico que manejan )un millon de pesos al agraciado, para empezar no creo que dando a conocer tal situaciones gravantes de los participantes convencer a quien, o para que, y verlo como practicas de RS dista mucho.

  2. Como dicen por ahí………………… No tiene la culpa el indio sino el que lo hace compradre¡¡¡¡¡¡¡

    No es nada nuevo lo que nos dicen en este artículo, al contrario, me asombra que la gente sabiendo el nivel tan bajo de producción y de imaginación para crear este tipo de programas los sigan viendo y luego hagan una critica al respecto.
    Los invito a invertir su tiempo en leer un libro o si la fuerza por el control remoto los vence pues vean canales como el 22, 34 y 11, es una alternativa para realmente generar un cambio.

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