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ColumnistasRecursos que alivian en corto, pero no resuelven.

Recursos que alivian en corto, pero no resuelven.

Por Javier Visoso

Iztapalapa es una de las delegaciones del Distrito Federal que padece de manera frecuente, si no es que permanente, de la falta agua. Por ello, la noticia que salió a la luz pública en enero de este año, referente al descubrimiento de un yacimiento de agua a dos kilómetros de profundidad, es sin duda una chispa de esperanza y de alivio, no sólo para los residentes de esa delegación, sino para todos los pobladores del Valle de México, e inclusive zonas aledañas.

La importancia del vital líquido ha empujado a las autoridades locales a invertir en investigaciones para encontrar fuentes que provean a la ciudad de este compuesto. Una de éstas es la que se llevó a cabo desde junio de 2011, donde ingenieros y científicos del Gobierno del Distrito Federal, comenzaron un proyecto de excavación que concluyó en el hallazgo del depósito de agua tan difundido por el jefe de gobierno de la Ciudad Capital.

Mientras el debate correspondiente está enfocado a si son aguas potables o pueden potabilizarse, o bien, si son aguas con grandes cargas de sales y minerales que las hacen tóxicas para el consumo humano, me parece que se está dejando de lado un análisis más relevante de las acciones que en verdad pueden hacer sostenible nuestra Ciudad en términos de agua.

De acuerdo con el artículo de Ana Cecilia Méndez, publicado en Milenio, el 22 de enero, “el Sistema de Aguas de la Ciudad de México (SACM), estimó que la inversión para potabilizar el vital líquido oscila en mil millones de pesos”, una inversión fuerte que además excluye lo utilizado para la investigación que permitió encontrar el yacimiento.
Idealmente hablando, una Ciudad como la nuestra, requeriría de autoridades y ciudadanos con una visión amoldada al cuidado, aprovechamiento y valoración del agua que la naturaleza nos provee de forma tan generosa y que no estamos aprovechando.

Nuestra visión podría ser sustentable si la amoldamos hacia

1. El aprovechamiento de los escurrimientos de las montañas que nos rodean. Gran parte de los éstos se generan en las cordilleras circundantes al valle, llegan hasta la Ciudad para ingresar al drenaje profundo. Muchos de los ríos que todavía tenemos, bajan con agua de manantial y en su cauce van recolectando los drenajes de casas, industrias y comercios que se encuentran cerca. Nuestra percepción desvirtuada nos ha llevado a aprovechar la fuerza de los ríos, como un acarreador de desperdicios, no como una fuente que provee al ser humano y a otros seres vivos de un recurso natural que nos resulta fundamental para preservar la vida.

2. La inversión en sistemas de captación y almacenamiento de aguas pluviales y de escurrimiento. Con una inversión destinada a sistemas de captación y almacenamiento de aguas pluviales De acuerdo con CONAGUA, en el Valle de México hay una disponibilidad natural anual media de 3513 millones de metros cúbicos al año, lo que equivale a llenar más de 1’400,000 albercas olímpicas en esta región. De aquí no solamente salimos beneficiados con la recopilación de agua, sino también con la generación de fuentes de empleo y hasta la oportunidad de generar instalaciones que fomenten actividades deportivas como el canotaje.

3. Tratamiento de aguas negras de la Ciudad de México. Continuar y acelerar la construcción de plantas de tratamiento de aguas por colonia, de tal forma que recuperemos el agua utilizada en la Ciudad y podamos reciclarla.

Encontrar nuevos yacimientos de agua y extraerla para abastecer a la Ciudad de México, es equivalente a solicitar una tarjeta de crédito con un límite superior a lo que podemos pagar y con una fecha límite de pago ampliada. Sin embargo, tarde o temprano llegará el estado de cuenta y tendremos que pagar el saldo. De acuerdo con el Atlas de Agua de Conagua 2011, la institución reportó que “el incremento poblacional hará que la disponibilidad media per cápita de agua a nivel nacional disminuya de de 4,230 m³, a 3,800 en el año 2030”, es decir, solamente tenemos 17 años para enfrentar esta disminución. Y el problema no se queda ahí, la misma institución estima que para ese mismo año, se pueden alcanzar niveles cercanos o incluso inferiores a los 1000 m3 por habitante al año, lo que ellos mismos califican como condición de escasez grave.

La realidad es que no tenemos un manejo sustentable del agua. Lo ideal es trabajemos en esquemas viables y soluciones reales para limpiar el agua que utilizamos y así hacer un círculo virtuoso en el manejo de este recurso. Encontrar nuevos yacimientos y explotarlos deliberadamente, resuelve problemas inmediatos, de forma cara y poco sustentable. Cuidar estos mantos y hacer un manejo responsable del agua, garantizará el abasto para nosotros y las nuevas generaciones.


Francisco Chávez Visoso

Estudió la carrera de Ciencias de la Comunicación en el Tecnológico de Monterrey, Campus Ciudad de México. En la Escuela Bancaria y Comercial (EBC) cursó la maestría en Administración y Mercadotecnia. Desde 2008 ha trabajado en actividades de Responsabilidad Social en empresas trasnacionales de origen mexicano. Actualmente labora en Grupo Bimbo desde donde busca aportar un grano de trigo a la mejora y fortalecimiento de la Responsabilidad Social y la Sustentabilidad.

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