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Reconoce Sagarpa contaminación con maíz transgénico en Chihuahua

Greenpeace lamenta que con diez meses de retraso, el Servicio Nacional de Sanidad, Inocuidad y Calidad Agroalimentaria (SENASICA), organismo desconcentrado de la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación (SAGARPA), reconozca que sí existen cultivos contaminados con maíz transgénico en Valle de Cuauhtémoc, Chihuahua.

Con este caso, se pone en evidencia que el gobierno federal carece de medidas de bioseguridad y que actúa lentamente para impedir que aumente el riesgo de contaminación para el campo mexicano y la producción nacional del grano más importante en nuestro país.

El pasado 25 de diciembre de 2007, Greenpeace exigió tanto a las autoridades de Chihuahua como a las federales, la implementación de un sistema de inspección y vigilancia en la frontera norte para evitar el tráfico ilegal de semillas transgénicas, en especial de maíz, así como un sistema de monitoreo en todo el territorio nacional.

“Hemos exigido a las secretarías de Medio Ambiente y Agricultura medidas de bioseguridad para proteger al maíz ya que sin contar con la autorización de siembras experimentales en nuestro país se han detectado graves casos de contaminación de maíz transgénico en cultivos tradicionales y nativos. Esto es realmente alarmante ya que las autoridades mexicanas incumpliendo su deber de inspección y vigilancia han permitido el avance de contaminación en el centro de origen del maíz, poniendo en riesgo la biodiversidad y la soberanía alimentaria de los mexicanos la cual se basa fuertemente en dicho grano”, declaró Aleira Lara, coordinadora de la campaña de agricultura sustentable y transgénicos de Greenpeace.

“El gobierno mexicano está demostrando su incapacidad para hacer frente a la liberación del maíz transgénico al medio ambiente. Tardar diez meses para reconocer que hay contaminación en Chihuahua pone en evidencia que la Sagarpa no tiene una estrategia para proteger nuestras variedades de maíz nativo y nos habla de un riesgo real y no ficticio que afectará a los productores del grano en Chihuahua y en otras entidades del país que subsisten con la siembra y cosecha del maíz”, continuó Lara.

A pesar de que el caso de Chihuahua es el primero en que reconocen las autoridades agrarias, desde 2001 se han presentado en México evidencias de contaminación de variedades nativas de maíz por maíz transgénico (ver cuadro) (1). Con estos antecedentes, el gobierno mexicano no tiene elementos para permitir el cultivo experimental de este tipo de granos en nuestro territorio. Existen estudios que demuestran los graves impactos de este tipo de cultivos modificados sobre el medio ambiente y fuertes incertidumbres para la salud humana.

“Ante este alarmante caso de contaminación, el gobierno federal no puede seguir eludiendo su responsabilidad para salvaguardar la soberanía alimentaria de nuestro país. Es preciso prohibir la liberación del maíz transgénico al medio ambiente. De no hacerlo, se estaría sentando un pésimo precedente al respaldar los intereses de las grandes empresas semilleras como Monsanto, que se caracteriza por su estrategia de contaminación para lograr que se aprueben sus variedades transgénicas y cobrar regalías a cuanto agricultor tenga transgénicos en sus campos”, continuó Lara.

Existen claros ejemplos de cómo un país puede perder su autonomía para la producción de granos básicos: Argentina se convirtió en un enorme laboratorio transgénico en manos de las corporaciones y ha demostrado lo innecesario y dañino que son de los cultivos transgénicos. Uno de ellos tiene que ver con la aparición de malezas tolerantes al herbicida debido a la presión de selección ejercida por la variedad transgènica de maíz RoundUp Ready (RR), lo cual ha motivado a los productores sojeros a utilizar herbicidas cada vez más tóxicos y con peores efectos sobre la salud y el medio ambiente (2).

El caso de Argentina abrió la puerta a la introducción de los transgénicos en todos los países fronterizos, particularmente Brasil y Paraguay. La estrategia de Monsanto para lograr la autorización de sus variedades genéticamente modificadas fue comenzar la siembra ilegal y la contaminación de los cultivos de los agricultores y las autoridades en estos países, procedieron a legalizar lo ilegal de manera irresponsable y poco ética, ante la incapacidad para reparar el daño a los productores afectados, ya que estos han sufrido entre otras cosas: pérdida de la certificación, pérdida de la mayor inversión realizada, pérdida de prestigio, pérdida de mercados y disminución del valor del producto.

“Greenpeace exige moratoria total a la liberación de maíz transgénico al ambiente en México, hasta que no se esclarezca la fuente de contaminación de las semillas nativas en el estado de Chihuahua, así como la empresa responsable de esa variedad de maíz transgénico y se determine la extensión de la posible contaminación de variedades nativas y convencionales de maíz en otros estados de la república. Es preciso que se repare el daño causado a los productores por la contaminación de sus cultivos; y se establezcan medidas de seguridad en la vías de comercialización de las semillas en todo el país, concluyó Lara.

GREENPEACE 23 septiembre 2008

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