¿Qué tan factible es que un mexicano que nace en una situación de pobreza logre convertirse en un mexicano rico? La triste realidad es que poco factible. Para este segmento de la población, el origen es un impedimento para el progreso.
Para crear riqueza, un país necesita generar oportunidades y para que la riqueza esté al alcance de todos, las oportunidades también deben estarlo. Por riqueza entiéndase no sólo la monetaria, sino de bienestar en general. Pero, ¿cómo saber si en México las oportunidades para crear riqueza están permeando en la población? Más allá de nuestra intuición o de la evidencia anecdótica, un termómetro riguroso es la movilidad social, y este termómetro confirma la intuición.
Si la sociedad se mueve, si los mexicanos más pobres pueden sobrepasar su situación de origen y escalar la escalera socioeconómica, entonces podemos asumir que las oportunidades están al alcance de todos. Cuando las oportunidades no están distribuidas de manera equitativa y quienes tienen potencial de generar riqueza no lo hacen debido a factores externos, entonces no hay movilidad.
Cualquier persona debería poder llegar tan lejos como su talento y su esfuerzo se lo permitiesen, sin importar la situación de sus padres. Sin embargo, en México las oportunidades simplemente no están al alcance de los más pobres; es su origen lo que marca su futuro.
Para fundamentar esta aseveración, basta ver los resultados de la Encuesta ESRU de Movilidad Social en México 2011 (Emovi 2011), auspiciada por la Fundación Espinosa Rugarcía (ESRU) y realizada por el Centro de Estudios Espinosa Yglesias (CEEY). De acuerdo con dicha encuesta, pionera en nuestro país, sólo cuatro de cada 100 mexicanos que nacen en el quintil (20%) más pobre de la población, logran ubicarse en el más alto cuando llegan a la edad adulta. Esta poca movilidad social apunta claramente a que los mexicanos más pobres no reciben las oportunidades que requieren para generar riqueza.
Las implicaciones de la baja movilidad social son reprobables, no sólo en términos individuales. Como si limitar el potencial de una persona no fuera suficiente, el país paga un alto precio. ¿Cuánto capital humano se está desperdiciando? ¿Cuánto talento? ¿Cuántos grandes emprendedores, líderes corporativos, científicos y políticos visionarios ha perdido México al no ofrecer a la población más pobre la oportunidad de progresar? ¿Cuánta riqueza se deja de crear al limitar el potencial de tantos mexicanos?
Aunque las oportunidades no se distribuyan de manera equitativa, el talento sí. Generadores de riqueza pueden surgir de cualquier estrato social.
No hay mejor determinante de generación de riqueza que la educación. Entre más educados estemos, más ingresos podemos esperar. El ingreso promedio de un mexicano titulado es más del doble del de uno con secundaria. Desafortunadamente, la educación superior no es de fácil acceso para los mexicanos menos favorecidos. Con base en los datos de la Emovi 2011, apenas cinco de cada 100 mexicanos que nacen en el quintil más bajo logran obtener un título profesional.
Bajo la economía de la información que hoy rige al mundo, podemos esperar que el premio a la educación sólo vaya en aumento. Esto implica que la capacidad de generar riqueza de los menos educados decrecerá. Asimismo, el conocimiento digital es bien recompensado; otra desventaja grave para el pobre ya que tiene poco acceso al Internet.
La educación superior y el conocimiento digital no son las únicas oportunidades que limitan a los mexicanos más pobres. Formación temprana, estimulación creativa, educación primaria y secundaria de calidad, nutrición y acceso a salud, entre otros, también representan importantes obstáculos en su desarrollo económico.
La actitud de muchos mexicanos hacia la riqueza es sospechosa. Pueden existir muchas razones que expliquen esta percepción, siendo la corrupción una de las más evidentes. Pero sin duda la falta de movilidad social contribuye. Al ser tan poco accesible para los más pobres, la riqueza se vuelve un concepto aj difícil de asimilar y objeto de desprecio.
Al no contar, los menos favorecidos, con las oportunidades suficientes para generar riqueza, México está desaprovechando su principal recurso: su capital humano. La buena noticia es que el gobierno cuenta los mecanismos para eliminar las barreras que tanto dañan a los mexicanos y al país su conjunto. Programas ya existentes como la Cruzada contra el Hambre y Prospera son prueba de que se puede avanzar. Pero hay muchos otros que se podrían desarrollar.
Fuente: SERRANO, Julio. ¿Qué tan accesible es la riqueza para los pobres?. Forbes. Año 2, n° 23, noviembre-diciembre 2014, p. 228.
