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¿Pueden las empresas realmente ser neutrales en carbono? Mitos y realidades

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En los últimos años, el concepto de neutralidad en carbono se ha convertido en un estándar aspiracional dentro del mundo corporativo. Sin embargo, la pregunta que muchas personas expertas en sostenibilidad se hacen es si realmente es posible que existan empresas neutrales en carbono, no solo en discurso, sino en la práctica. El debate sigue creciendo y, con él, la necesidad de entender qué hay detrás del término.

La neutralidad no es un destino sencillo. Implica decisiones complejas, inversiones millonarias y una transformación profunda de procesos, cadenas de valor y modelos de negocio. Esta nota busca aclarar los mitos más extendidos y aterrizar las realidades que, en ocasiones, quedan fuera de la narrativa empresarial.

Mito y realidad: lograr empresas neutrales en carbono solo requiere compensar emisiones

Mito: Existe la idea muy extendida de que una empresa puede declararse “neutral” únicamente comprando créditos de carbono. Si bien los offsets pueden ser parte del camino, reducir la conversación a esta acción simplifica en exceso el reto. La neutralidad no se compra: se construye con cambios internos profundos.

El discurso corporativo ha contribuido a esta percepción al presentar las compensaciones como una solución rápida y accesible. Pero en el fondo, esta narrativa invisibiliza la responsabilidad real: transformar procesos que llevan décadas funcionando de la misma manera. Ninguna organización sería creíble si basa toda su neutralidad únicamente en compensaciones.

Realidad: Las metodologías científicas son claras: primero se reducen emisiones dentro de la operación y luego, solo cuando ya no es técnicamente posible disminuir más, se recurre a compensaciones. La neutralidad auténtica exige innovación, eficiencia energética, inversión y reconfiguración de la cadena de valor. Esa es la base que distingue a las empresas neutras de las que solo aspiran a serlo.

Mito y realidad: todas las industrias pueden ser empresas neutrales en carbono al mismo ritmo

Mito: A menudo se presupone que la neutralidad es un objetivo homogéneo. Se cree que todas las industrias, desde la aviación hasta el comercio electrónico, pueden avanzar al mismo tiempo, bajo los mismos estándares y con las mismas tecnologías. Esta idea ignora por completo las enormes diferencias operativas entre sectores.

Industrias como alimentos, bebidas o servicios tienen procesos más electrificables y, por lo tanto, la neutralidad puede estar más cerca. En contraste, sectores como el cemento o el acero aún dependen de tecnologías con alta intensidad energética y pocas alternativas a gran escala. Exigir el mismo ritmo para todos es poco realista.

Realidad: Cada sector requiere su propia hoja de ruta, con metas específicas y soluciones tecnológicas adaptadas. Algunas industrias alcanzarán la neutralidad antes; otras necesitarán más tiempo porque sus procesos dependen de avances que aún están madurando. La verdadera responsabilidad consiste en avanzar con rigor científico, no en competir por quién llega primero.

Mito y realidad: la neutralidad es un punto final y permanente

Mito: Muchas personas creen que una vez que una empresa logra la neutralidad, el trabajo termina. Esto convierte la meta climática en un certificado permanente, como si no existieran cambios operativos, regulaciones nuevas o actualizaciones científicas que obliguen a recalibrar la estrategia. Esta visión estática limita la comprensión del reto.

Las compañías suelen presentar la neutralidad como un logro definitivo y no como un proceso continuo. Sin embargo, las emisiones cambian año con año: nuevos proveedores, expansiones de negocio o modificaciones en la demanda. Nada permanece igual en escenarios reales de operación.

Realidad: Ser parte de las empresas neutrales en carbono implica monitorear, actualizar inventarios de emisiones y ajustar estrategias de manera permanente. La neutralidad se verifica, se recertifica y se reevalúa. Es un esfuerzo de mejora constante, no un trofeo. La credibilidad se mantiene justamente cuando las empresas reconocen que no existe tal cosa como “neutralidad eterna”.

Mito y realidad: la gobernanza no influye en alcanzar la neutralidad

Mito: Existe la percepción de que la neutralidad depende únicamente de acciones técnicas como cambiar maquinaria, electrificar procesos o instalar paneles solares. Bajo esa mirada, la gobernanza se ve como algo accesorio y no como el corazón de la estrategia climática. Pero esa idea reduce la sostenibilidad a un enfoque puramente operativo.

Muchas empresas intentan avanzar sin incluir al consejo directivo, sin crear comités especializados o sin integrar métricas climáticas en la toma de decisiones. Esto hace que las iniciativas pierdan fuerza, presupuesto y continuidad. Una estrategia sin gobernanza es solo una buena intención.

Realidad: Las empresas que avanzan hacia ser empresas neutrales en carbono suelen tener modelos de gobernanza robustos. Esto incluye liderazgo comprometido, procesos de evaluación, metas claras y mecanismos de rendición de cuentas. Sin esta base, cualquier esfuerzo técnico es insuficiente. La gobernanza es el motor que hace posible la neutralidad.

Mito y realidad: la cadena de valor no es parte del desafío

Mito: Algunas organizaciones creen que basta con reducir las emisiones propias para alcanzar la neutralidad. Sin embargo, hasta el 90% de la huella climática de muchas empresas proviene de su cadena de valor: proveedores, logística, uso del producto y fin de vida. Ignorar estos alcances es ignorar la mayor parte del impacto real.

Quedarse en emisiones operativas puede generar una falsa sensación de avance, cuando en realidad los impactos más importantes siguen sin atenderse. En sectores como moda, electrónica o alimentos, la mayor parte de las emisiones se genera fuera de la planta o las oficinas.

Realidad: Las empresas que realmente avanzan hacia la neutralidad lo hacen construyendo ecosistemas, no solo acciones internas. Esto implica desarrollar proveedores, compartir tecnología, generar incentivos y fomentar una cultura de transparencia. La neutralidad real es imposible sin una cadena de valor alineada.

Mito y realidad: comunicar la neutralidad es solo un tema de marketing

Mito: A veces se cree que comunicar metas climáticas es únicamente una tarea del área de marketing, centrada en construir una narrativa atractiva para el consumidor. Esta visión ha alimentado la desconfianza y, en muchos casos, ha derivado en acusaciones de greenwashing. La comunicación superficial puede herir más que ayudar.

Cuando las empresas anuncian resultados sin contexto, sin metodología o sin evidencias verificables, generan dudas legítimas. Las audiencias especializadas exigen precisión, coherencia y transparencia. La comunicación no puede ser un adorno al final de la estrategia.

Realidad: La comunicación responsable es parte integral del avance hacia empresas neutrales en carbono. Implica explicar límites, detallar avances y reconocer desafíos. Cuando las organizaciones comunican con rigor, construyen credibilidad y fortalecen su reputación. La claridad no solo informa: también moviliza al ecosistema.

La pregunta no es si las compañías pueden ser neutrales, sino si están dispuestas a transformar su estrategia desde la raíz. Las empresas neutrales en carbono no se construyen con discursos, sino con gobernanza sólida, innovación, alianzas y seguimiento continuo. Entender los mitos y abrazar las realidades es el camino más honesto para avanzar hacia una economía baja en emisiones y hacia la responsabilidad climática que el contexto actual exige.

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