Por Aldo Farrugia
En los últimos días hemos visto una gran polémica en torno al certamen de Miss Universo, pero más allá de todo lo que esta pasando es momento de entender lo que hay detrás de este concurso de belleza.
Durante décadas, Miss Universo fue visto como un espectáculo glamuroso que “celebraba la belleza de la mujer”. Sin embargo, en pleno 2025, la existencia de este certamen resulta cada vez más cuestionada. No solo porque continúa promoviendo estándares de belleza irreales, sino porque perpetúa una visión reducida del valor de las mujeres: ganar por cómo se ven, no por lo que hacen, piensan o construyen para el mundo.
Hoy, más que nunca, vale la pena preguntarnos: ¿por qué seguimos aplaudiendo un concurso basado en medir cuerpos, compararlos y coronar a una sola mujer como “la más bella”?
Quiero desglozar varios temas que para mi no tienen un propósito claro de empoderamiento, impacto y responsabilidad de las mujeres en pleno siglo XXI
1. Un modelo que promueve estereotipos dañinos
Aunque Miss Universo intenta presentarse como un espacio de “empoderamiento”, su estructura sigue centrada en atributos físicos. La competencia se basa en pasarelas, trajes, maquillaje perfecto y cuerpos moldeados según tendencias estéticas que no representan a la mayoría de las mujeres.
Esto manda un mensaje claro y peligroso a niñas y jóvenes: el éxito viene de cumplir con un estándar de belleza, no de tu preparación, tu intelecto o tu impacto social.
En una época donde luchamos por derribar techos de cristal y abrir más espacios profesionales para las mujeres, Miss Universo continúa mirando hacia atrás.
2. Controversias que evidencian un sistema opaco y problemático
En los últimos años, el certamen se ha visto envuelto en múltiples controversias: problemas financieros, decisiones cuestionadas, favoritismos, acusaciones internas y rumores de corrupción que han puesto en duda la legitimidad de los resultados.
Las investigaciones periodísticas y declaraciones de ex participantes y ex organizadores han dejado al descubierto prácticas poco éticas que contradicen por completo la imagen de “glamour” que quieren vender.
A esto se suma la discusión sobre su actual estructura empresarial: cambios de dueños, conflictos de interés, manejos financieros dudosos y un modelo de negocio que más que apoyar a las mujeres vive del espectáculo y del cuerpo de las participantes.
3. La presión estética como un problema de salud pública
Diversos estudios muestran que los certámenes de belleza contribuyen a la insatisfacción corporal, especialmente en adolescentes. Miss Universo no solo normaliza dietas extremas, cirugías y sacrificios físicos para “competir”, sino que romantiza prácticas asociadas a la ansiedad, la comparación constante y la autoexigencia dañina.
En tiempos donde exigimos más responsabilidad a los medios, plataformas y líderes culturales, mantener vivo un certamen que amplifica la presión estética simplemente no es coherente.
4. El mundo ya cambió… pero Miss Universo no
Mientras el mundo avanza hacia una narrativa más inclusiva que celebre talentos, logros profesionales, liderazgo social y diversidad real Miss Universo continúa anclado a un formato de los años 50.
Sí, han intentado adaptarse con mensajes de inclusión, discursos inspiradores y cambios en su reglamento. Pero mientras la base del certamen siga siendo juzgar cuerpos, cualquier intento será cosmético, no estructural.
5. ¿Qué podríamos celebrar en su lugar?
En lugar de concursos que ponen a competir a mujeres por su físico, podríamos impulsar espacios que:
- Reconozcan el liderazgo femenino en ciencia, tecnología, arte o impacto social.
- Premien la innovación, la colaboración y las soluciones a problemas reales.
- Inspiren a niñas y jóvenes a ver su valor en su voz, su mente y su capacidad transformadora.
- Den visibilidad a mujeres que están cambiando comunidades, no pasarelas.
La verdadera belleza está en la autenticidad, la valentía y el impacto, no en un traje de noche o en medidas corporales imposibles.
Considero que Miss Universo no es solo un certamen obsoleto; es un símbolo de una época que ya debería haber quedado atrás.
Hoy necesitamos referentes femeninos que representen el poder, la creatividad, la inteligencia y la diversidad real de las mujeres.
Seguir validando un concurso que evalúa cuerpos en pleno 2025 es avanzar hacia el pasado.
Quizá sea tiempo de que Miss Universo se despida…
Y que demos paso a plataformas que realmente empoderen, inspiren y transformen.

El valor del altruismo, por Aldo Farrugia
Aldo Farrugia es un mexicano comprometido con el altruismo y la RS. Fundador y Director de Comunal, una agencia que promueve el impacto social mediante consultoría, marketing con causa y conferencias. También preside la Fundación Comunal, dedicada al fortalecimiento de organizaciones sin fines de lucro.
Con una formación en Mercadotecnia y certificaciones en Estrategia Comercial y Sostenibilidad, ha colaborado con más de 50 ONGs, enfocándose en ayudar a diversos grupos vulnerables, desde personas con discapacidad hasta pacientes con cáncer.
Busca transformar el individualismo en activismo, fomentando la empatía y la participación social entre los mexicanos. En 2023, desafió sus propios límites al correr el maratón de la CDMX a ciegas para apoyar a niños con retinoblastoma, logrando recaudar más de $500,000 mxn y obteniendo un Récord Guinness.







