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Maravilla en riesgo… Cuatrociénagas

El valle de Cuatrociénegas alberga uno de los humedales más importantes de México en términos de biodiversidad. Está ubicado en el altiplano septentrional del desierto chihuahuense, entre la Sierra Madre Oriental y la Sierra Madre Occidental. 80 km al oeste de la ciudad de Monclova, en el estado de Coahuila. Esta situación geográfica aísla los extensos valles de la humedad que viene tanto del Golfo de México como del Pacífico, lo que da como consecuencia un peculiar desierto.

El clima del sitio es muy seco, semicálido, con fuertes variaciones de temperatura en el rango de: 6 a 33°C. Las escasas precipitaciones pluviales varían entre 100 y 440 mm anuales, y ocurren mayormente en el verano. Los ciclos son intermitentes y prevalece la sequía.

La región es de drenaje interno, y por consecuencia, en el valle brotan manantiales que forman numerosos cuerpos de agua, llamados pozas, de formas y colores fascinantes, que parecen espejismos en el desierto. Son de tamaños muy diversos, desde menos de un metro hasta más de 100, y con profundidades desde 50 centímetros hasta 18 metros. Algunas de las pozas están comunicadas entre sí por un complicado sistema de drenaje subterráneo.

La mayor parte de los manantiales se ubican a las faldas de la Sierra de San Marcos y Pinos, con un total de alrededor de 400 pozas de agua dulce y salobre de origen pluvial, con temperaturas desde los 18 a los 35°C.

Exclusividad Ecológica

La fauna de Cuatrociénegas destaca por el elevado número de endemismos a nivel acuático: seis especies de crustáceos, 10 de moluscos y nueve de peces. A pesar de las modificaciones realizadas en el sistema hidrológico, aún es posible encontrar poblaciones bien establecidas de las diferentes especies en los manantiales de la región. Hay 67 especies registradas de reptiles y 109 de aves. Destacan el coyote y el gato montés entre los depredadores; entre los herbívoros, los conejos, liebres y el venado cola blanca. Algunos autores estiman 70 especies endémicas para la región, y la consideran un laboratorio vivo que mantiene procesos evolutivos únicos, comparable con las Islas Galápagos, en Ecuador.

La vegetación del área se encuentra repartida entre pastizales y vegetación acuática en el piso de la cuenca; en las dunas de yeso, se albergan especies endémicas de plantas características de estos suelos, y también matorrales en las partes más elevadas. En el valle se han registrado 837 especies de plantas vasculares. En las pozas existe aún la formación de estromatolitos, que son tapetes de cyanobacterias que crecen por agregación de partículas y son de los testigos vivos más antiguos de vida en la tierra.

La causa del deterioro

Cuatrociénegas es un oasis en medio del inclemente desierto. Fue habitado durante miles de años por grupos de cazadores recolectores que dejaron artefactos como puntas de flecha y lanzas, además de múltiples manifestaciones de arte rupestre. Desde Ia Conquista se hicieron varios intentos para colonizar el área, incluyendo la instalación de sitios ganaderos y misiones. Sin embargo, la fundación de la Villa de Cuatrociénegas no sucedió sino hasta 1800, debido a la feroz resistencia de los pueblos locales; el nombre actual es Cuatrociénegas de Carranza, por haber sido cuna del primer jefe del Ejército Constitucionalista.

El desarrollo del valle se basó en la agricultura que se realizaba en los alrededores de la villa, y posteriormente, al oriente, en las haciendas de San Juan, La Vega y San Pablo, áreas donde los suelos y la calidad del agua aún permiten esta actividad. Además, por su posición geográfica y por estar en el cruce de vías de comunicación regional, Cuatrociénegas se convirtió en centro comercial, de acopio y de intercambio para ganado, minerales y cultivos como la candelilla y el guayule (planta utilizada para producir látex hipoalergénico), entre el noroeste del estado y Monclova, Saltillo y Torreón.

Cuatrociénegas formaba una cuenca cerrada hasta 1887, cuando se exportó por primera vez agua del valle con propósitos agrícolas. A partir de entonces han disminuido las áreas pantanosas y se ha modificado el patrón de inundación del valle. Actualmente se encuentran seis canales de uso agropecuario en funcionamiento dentro del área protegida; todos ellos utilizan agua de los manantiales mediante sistemas de conducción precarios e ineficientes. EI agua de los canales Saca Salada y Santa Tecla abastece poblados fuera del valle. Se estima que el acuífero está sobreexplotado al doble de su recarga, y se desconoce el posible impacto sobre el ecosistema.

El uso intensivo y desmedido de este fantástico valle en los últimos 100 años ha tenido como consecuencia la extinción local del borrego cimarrón y del berrendo, sin duda dos de las especies más carismáticas de los desiertos mexicanos, e indicadoras del estado de conservación de los ecosistemas. Si continúa a este ritmo la explotación del agua y el cambio de uso de suelo, el futuro de este espacio biodiverso y los múltiples endemismos que alberga están en inminente riesgo.

Al rescate de un oasis

En 1994 se decretaron 84 000 hectáreas como el Área de Protección de Flora y Fauna Cuatrociénegas con el fin de regular las actividades productivas y promover la conservación de este espectacular sitio.

En 1999 se publicó el Programa de Manejo con la zonificación y las reglas de uso del área. Mediante diversos proyectos, la CONANP ha involucrado a grupos conservacionistas y a los productores locales en esquemas de manejo ganadero para disminuir el impacto de la actividad en el ecosistema. También han enfocado sus esfuerzos en ordenar las actividades turísticas en el área, buscando el difícil equilibrio entre las visitas y la conservación.

El valle de Cuatrociénegas es un ecosistema extremadamente frágil e inmediatamente accesible a los visitantes, por lo que es importante seguir las instrucciones y normas de uso planteadas por la CONANP para mantener los impactos negativos en el mínimo.

Las pozas albergan procesos evolutivos y medioambientales únicos; para protegerlas, se han destinado lugares específicos para el uso recreativo, manteniendo el resto del área cerrada al uso público. A muy poca distancia de la ciudad de Cuatrociénegas, el río Mezquites y las pozas Azul, de la Becerra y Churince ofrecen al visitante espacios recreativos con aguas cristalinas e infraestructura básica de servicios. También vale la pena visitar las dunas de yeso, a 18 kilómetros de la ciudad, por su singular belleza paisajística.

Fuente: Equilibrio, p. 40-42.
Por: Ramón Castellanos
Publicada: febrero de 2012.

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