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Los reportes sociales, en pleno ascenso

Un estudio internacional de KPMG prueba que hoy los reportes, que dan cuenta del desempeño social y ambiental de las empresas, se han vuelto moneda corriente. Ya no son más la excepción, sino la regla.

El 80% de las empresas americanas más grandes publica estos informes, lo mismo que hace el 40% de las compañías más importantes de otros 22 países seleccionados.

Conozca todos los detalles de este informe, que resume las principales tendencias internacionales, y no se pierda la opinión de expertos y ejecutivos locales.

La pregunta cambió radicalmente. Ya no se trata de indagar acerca de quién está reportando, sino más bien de quién no. Es que hoy reportar las iniciativas sociales y ambientales se ha vuelto la regla para las grandes empresas de todo el planeta.

De hecho, un reciente informe de KPMG, elaborado cada tres años, da cuenta de este crecimiento exponencial, que se registró en apenas un período muy corto de tiempo.

Hoy de las 250 empresas americanas top, listadas en el Fortune Global 500 (G250), el 79% publica reportes sociales, contra apenas 52% que lo hacía en el 2005, tan sólo tres años antes de este último informe.

Y si se trata de ver lo que sucede con las más grandes empresas del resto del mundo, la tendencia también es claramente ascendente. Hoy el 45% de las 100 compañías más importantes por facturación (N100), de los 22 países analizados, ostenta publicaciones independientes, en las que dan cuenta de sus impactos sociales y ambientales. En el 2005, la cifra sólo alcanzaba al 33% de estas empresas.

“Reportar es ahora la norma, no la excepción, entre las empresas más grandes. Como las motivaciones del reporte se han movido desde la reacción y el control de riesgos hacia factores aspiracionales y de innovación, esperamos que reportar se vuelva más común en el futuro cercano también en el nivel nacional y en compañías más pequeñas”, analiza el completo informe de KPMG, titulado “International Survey of Corporate Responsibility Reporting 2008”, que viene elaborándose desde 1993 sobre la base de información pública.

El mundo del reporte

Claro que si se analiza país por país, las conclusiones que pueden sacarse son muchas. Las naciones que lideran el Top 5 en materia de reporte son Japón, con 88% de las empresas reportando, Gran Bretaña con 84%, Estados Unidos con 73% y Canadá y Holanda, ambas con 60% de compañías elaborando reportes sociales o de sustentabilidad. En estos países reportar es la norma, pero lo es por distintas razones.

En Japón, las compañías listadas en el Japanese Stock Exchange adhieren a una performance ambiental transparente y están sujetas a regulaciones sobre reportes, lo que dispara seguramente la cantidad de empresas que llevan adelante esta práctica.

En el Reino Unido, en cambio, pesa mucho la demanda de transparencia por parte de consumidores, medios, empleados y todo tipo de stakeholders.

En el caso de Estados Unidos, a pesar de haber llegado más tarde al juego, en comparación con Inglaterra o Japón, las compañías americanas se están dando cuenta de su alcance global y su impacto social, y están aumentando también su nivel de transparencia.

De Latinoamérica, los países incluidos en el estudio fueron sólo Brasil y México, que se sumaron por primera vez a la muestra en esta última edición. En el primer caso, el nivel de difusión de esta práctica se reveló como verdaderamente alto: 56% de las empresas brasileñas reportó durante el 2008.

“Las compañías brasileñas tendrán un impacto en sus pares y competidores latinoamericanos, con lo cual esperamos que esta práctica se afiance en la región”, pronostica el estudio, destacando la performance brasileña. México, en tanto, rankeó en picada. Se posicionó como el anteúltimo país de los 22 analizados, al presentar sólo 17% de compañías en el camino del reporting.

Otros países que mostraron bastante baja participación en materia de reportes fueron Hungría, República Checa y Rumania. Sin embargo, los expertos de KPMG aseguran que ésta es la región para seguir de cerca.

Las compañías de estos países están ávidas por mostrar que están a la altura de los estándares y expectativas de Europa Occidental en materia de medio ambiente y derechos humanos. “Los first movers se distinguen así por sus prácticas de RSE y el reporte es una buena herramienta para mostrar esto”, aseguran.

Pero más allá de la posición actual en la tabla, algunos países dieron cuenta de un crecimiento más que sugestivo. Suecia, que ocupó el sexto lugar, logró triplicar la cantidad de empresas que reporta, pasando del 20% al 59 por ciento. Y tal como indica el informe, esto se debe en gran parte a que las compañías se anticiparon a la regulación, guiándose por un indicador clave.

En el 2007, se aprobó una nueva ley que volvía obligatorio el reporte de triple línea (ambiental, social y económica) para las 55 empresas estatales, a partir del 2009. Y el resto de las empresas también prefirió dar un paso adelante.

Estados Unidos, por su parte, duplicó la cantidad de empresas que reporta (pasando del 32% al 72%). Lo mismo sucedió con otros países europeos como Holanda e Italia, en los que la agenda de sustentabilidad está liderada por el gobierno, la sociedad civil y algunas empresas precursoras.

Otra tendencia interesante que surge al analizar país por país es la aparición de información social y ambiental en los reportes financieros anuales. El tiempo dirá si esta información de responsabilidad corporativa se integrará en los reportes anuales, como se vio en los casos de Brasil (22% de las empresas lo hace), Suiza (21%), Sudáfrica (19%), Francia (12%), Noruega (12%)y Australia (8%) o si quedará como una prática independiente. Hoy sólo el 9% de las compañías nacionales más importantes y 8% de las americanas G250 desarrolla esta práctica. “Hoy es la excepción, no la regla”, resume el informe de KPMG.

A pesar de estos bajos niveles de integración, casi la mitad de las G250 y y más del 30% de las N100 incluye referencias a temas sociales y ambientales clave en sus reportes anuales. Esto prueba el creciente interés de analistas, inversores y líderes corporativos, los tradicionales lectores de reportes financieros, en información sobre sustentabilidad. Y tal como anticipan los expertos de KPMG, esta tendencia irá en ascenso.

“Integrar la información de Responsabilidad Corporativa en los reportes anuales podrá dar respuesta a las necesidades de algunos stakeholders, pero excluirá a otros. El gran desafío es llevar la información correcta al grupo de interés correcto, en el momento correcto y de la manera correcta”, dispara el estudio.

Dime por qué reportas…

El hecho de que tantas compañías reporten es un claro indicador de que existen motivaciones concretas para abrazar esta práctica. Tal como indica el análisis de KPMG: “Las tendencias al alza no serían tan distintivas, si no hubiera un claro business case para reportar”. En esta última edición del informe, tal como sucedió en otros años, las principales motivaciones mencionadas públicamente por las empresas fueron éticas y económicas.

Las primeras pasaron del 53% al 69%, creciendo casi al mismo ritmo que los escándalos corporativos. En este mismo plazo de tres años, entre un estudio y otro, la motivación de manejo de riesgo bajó 12%, descendiendo del 47% al 35%, y mostrando una creciente inclinación por criterios menos defensivos y más proactivos en materia de RSE.

En la vereda de enfrente, la preocupación por cuidar la marca y la reputación escaló posiciones: casi se duplicó pasando de 27% a 55%. En el caso del motor de aprendizaje e innovación, si bien el crecimiento fue mínimo (de 53% a 55%), el peso de esta alternativa también es más que sugestivo. “Esto podría indicar que las empresas están tomando pasos proactivos para ajustarse a los desafíos sociales y ambientales de nuestro tiempo”, señala el estudio.

La relación con distintos grupos de stakeholders, como empleados y consumidores, también fue hallada por el estudio como uno de los grandes motores a la hora de reportar. Los proveedores fue otro grupo clave señalado públicamente por las empresas. Afianzar la relación con ellos pasó de ser un disparador del reporte en 13% de los casos a serlo en el 32%, demostrando también que hoy la responsabilidad y la rendición de cuentas de las grandes empresas superó su propio ombligo y se extendió a toda su cadena de valor.

Detrás del reporte

Lo que no hay que olvidar es que reportar es sólo uno de los componentes de la estrategia de RSE. De hecho, en los últimos años muchos reportes han sido acusados por algunos de ser un ejercicio de Relaciones Públicas, en lugar de ser un reflejo de un verdadero compromiso corporativo. Por eso este año el estudio indagó también el vínculo de estos reportes con estrategias corporativas más amplias.

De las 250 empresas americanas más importantes (G250), el 73% aseguró tener una estrategia de RSE públicamente difundida, que incluye objetivos concretos. Sólo 37 de las empresas que tienen reporte no tienen estrategia difundida. Y a la inversa, 13% de las que comunica su estrategia no tienen reporte.

Y en el caso de las nacionales más grandes en los 22 países relevados (N100), la cifra de empresas que posee estrategia medible de RSE alcanza al 43%. Si se analiza país por país, se registran algunas diferencias entre aquellos que lideran por la cantidad de empresas que reportan y aquellos que lo hacen de acuerdo a la cantidad de compañías que difunden sus políticas de RSE. Japón vuelve a liderar en este caso con 86%, pero ya no lo sigue Gran Bretaña, sino Francia con 79%.

Gran Bretaña ocupa en este caso el tercer puesto. Y en los casos en que la diferencia entre la posición entre una tabla y otra se acentúa, queda evidenciado que el desarrollo de una estrategia de RSE sistemática lleva a veces más tiempo que la sola elaboración de un reporte. Este es el caso de Canadá y Sudáfrica, por ejemplo, muy bien posicionadas en materia de reporte, pero que caen al final de la tabla si se trata de poseer una estrategia de RSE con todas las letras.

Y si se trata de establecer diferencias de estas empresas nacionales según la propiedad del capital, obviamente la lista de empresas que posee una estrategia públicamente conocida la encabezan las compañías que cotizan en Bolsa (54%). Son seguidas por las empresas estatales (48%) y las cooperativas (41%). Recién en cuarto lugar figuran las subsidiarias de compañías extranjeras (34%) y, en último lugar, las empresas familiares (14%).

Tan importante como la presencia de una estrategia que respalde la solidez del reporte resulta la existencia de sistemas de medición que garanticen los datos de performance. De las G250, 79% reporta, pero sólo 64% tiene sistemas para gestionar, medir y reportar. En el caso de las nacionales más importantes de los 22 países seleccionados, el gap es menor: de apenas 4% (45% vs 41%).

Ayuda externa

El informe de KPMG también profundiza en las herramientas de las que echan mano las empresas a la hora de reportar sus impactos. Como fuente guía en el desarrollo de su estrategia de RSE, de las 250 empresas listadas por Fortune (G250) 40% usa el Pacto Global, 24% las convenciones del International Labour Organization (ILO) y 21% la Declaración Universal de Derechos Humanos.

Claro que más allá de estos marcos conceptuales, las compañías también recurren a guías bien detalladas para abordar la compleja tarea de reportar. En este sentido, la guía que ha ganado más aceptación en el mundo entero es la elaborada por el Global Reporting Iniciative (GRI). Esta herramienta es utilizada por el 77% de las G250 y por el 69% de las N100. Al GRI le siguen en importancia la utilización de los criterios desarrollados por la propia empresa, con 20% y 19% respectivamente, y los criterios nacionales (19% y 17%).

El GRI provee tanto principios como indicadores. Las compañías pueden elegir en cada caso qué indicadores y principios usar. Además, hay sistemas que permiten declarar qué alcance tiene el uso de esta guía. En la versión G3, las más nueva y a la que se están sumando la mayoría de las compañías, se desarrollaron niveles de aplicación para que iniciar el camino del reporte sea más sencillo, tanto para grandes como para pequeñas empresas.

Los niveles van de la A a la C, siendo el primero el de mayor complejidad y el último el pensado para aquellas organizaciones que recién comienzan a reportar. En el C, por ejemplo, sólo hace falta incluir 10 indicadores, mientras que en el B esta cifra asciende a 20 y en el A a 50 indicadores core. Además, si el reporte cuenta con verificación externa se suma un signo + a la letra.

De acuerdo al informe de KPMG, a grandes rasgos el nivel del G3 más extendido es el A, que utiliza el 48% de las G250 y el 44% de las nacionales más importantes. En segundo lugar, se ubica el nivel B con una adhesión que oscila entre el 27% y el 43%, según el tipo de empresa. El nivel menos difundido es el C, con 11% de las G250 y 20% de las N100.

La variable con verificación es la preferida en los niveles A y B. No así en el C, ya que en la mayoría de los casos se tata de los primeros reportes y el nivel de complejización es menor.

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