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Mantener a tus mascotas sanas es responsabilidad social

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La salud de las mascotas ha dejado de ser un asunto personal para convertirse en uno más de la responsabilidad social individual y colectiva. Hoy en día, el bienestar social no se limita a los individuos; cuidar a los animales domésticos impacta positivamente tanto en la vida del animal como en la salud pública, la convivencia ciudadana y la construcción de comunidades más resilientes y empáticas..

Las mascotas, sobre todo los perros y gatos, forman parte de nuestro tejido social. Se han transformado en compañeros de vida, portadores de vínculos emocionales fuertes y un elemento fundamental de la rutina diaria de millones de hogares. En este contexto, su salud y bienestar han pasado de ser simplemente una demostración personal de afecto a ser una manifestación tangible del respeto por la vida, el ecosistema y la comunidad.

Una cuestión de salud pública

Un argumento sólido para tener en cuenta la salud de los animales como una responsabilidad social tiene que ver con prevenir enfermedades zoonóticas; es decir, aquellas que pueden propagarse de animales a humanos. Si un individuo cuida de su mascota de forma apropiada, garantizando que sea vacunada y desparasitada, y que asista con regularidad al veterinario, no solo protege a la mascota, sino que además ayuda a proteger a otros seres humanos y animales en su entorno.

Asimismo, la esterilización es un método para controlar el crecimiento demográfico y también se incluye en una estrategia de salud pública. La multiplicación de animales callejeros puede resultar en problemas de higiene, seguridad y propagación de enfermedades, además del sufrimiento superfluo para los mismos animales.

Bienestar animal y justicia social

El nivel de compasión, justicia y progreso de una sociedad se evidencia en cómo trata a sus animales. La tenencia responsable significa garantizar una vida digna, que incluya no solo lo básico como el alimento y el techo, sino también la atención veterinaria, el ejercicio físico, la estimulación de la mente, la socialización y el cariño.

Una mascota sana y bien cuidada es el resultado de un compromiso que excede lo funcional. Es una señal de respeto hacia la vida no humana y un ejercicio de empatía activa. Por ejemplo, en los niños, la convivencia con animales fomenta valores fundamentales como el respeto, la solidaridad y la responsabilidad.

Cuidar mascotas en casa: un ejemplo claro de responsabilidad social

¿Quieres ver cómo se traduce el cuidado responsable en gestos del día a día? Fíjate en nuestras mascotas domésticas, tanto perros como gatos.

Estos animales tienen la ventaja de estar seguros en el hogar: sin tráfico, peleas con otros animales ni enfermedades del exterior. Sin embargo, también enfrentan sus propios desafíos. Al fin y al cabo, muchos de ellos viven cómodamente, sin necesidad de moverse demasiado y con la comida siempre al alcance.

El problema es que, por naturaleza, la mayoría de nuestras mascotas están diseñadas para una vida más activa. Antes, nuestros perros y gatos corrían, cazaban y exploraban. Hoy, muchos pasan el día entre el sofá y el comedero. Si, además, comen sin control, el sobrepeso puede acumularse sin que nos demos cuenta a tiempo.

La obesidad en mascotas no es solo un tema estético; es un problema de salud serio. Aumenta el riesgo de diabetes, lesiona sus articulaciones y puede acortarles la vida. Y lo peor es que a menudo lo ignoramos, pensando que están “gorditos y lindos”.

La prevención en estos casos empieza por un cambio en la dieta y en la comprensión del cuidado. Alimentarlos no se trata de saciarlos, sino de nutrirlos adecuadamente. Por eso, es clave elegir comida para mascotas formulada específicamente para sus necesidades, con un control de calorías pero ricos en proteínas de alta calidad, fibra para el tránsito intestinal y nutrientes funcionales como ácidos grasos omega-3 y 6, que fortalecen el sistema inmune y cuidan el pelaje. Para aquellos un poco más quisquillosos o gourmets con su dieta, una buena forma de nutrirlos y estimular su interés es por medio de aderezos para croquetas bajos en calorías.

Marcas como Maka, que forma parte de PROAN, están demostrando que hay otra forma de hacer las cosas. No se trata solo de vender alimento para mascotas, sino de hacerlo con propósito. Y eso se nota en cada detalle.

Uno de los proyectos que más me ha llamado la atención es Chantli, un laboratorio de impacto social que crearon para probar sus productos no en condiciones de laboratorio frías, sino en gatos y perros rescatados. Gente de la calle, animales que han sufrido, que ahora tienen una segunda oportunidad —y de paso, ayudan a entender cómo les sienta la comida de verdad.

No es marketing. Es ciencia con corazón: miden la digestibilidad, observan cómo mejora el pelaje, la energía, la salud general. Y eso marca una diferencia enorme. Porque no solo venden un producto, sino que están generando bienestar real, tanto para los animales como para las comunidades que los cuidan.

Implicaciones de la responsabilidad social en la tenencia de mascotas

Cuidar de una mascota no es solo un acto de amor. Es una decisión con consecuencias. Y cada vez más, debería entenderse como una responsabilidad social —no solo con el animal, sino con la comunidad entera.

Querer a tu perro o a tu gato no alcanza. Hoy, querer no basta. Hoy, hay que informarse, comprometerse y actuar con sentido. Tener una mascota es más que darle cariño. Es tomar decisiones diarias que afectan su salud, su comportamiento y su calidad de vida.

Aquí te proporcionamos algunos detalles clave que, con el tiempo, marcan la diferencia:

  • Ir al veterinario no solo cuando hay problema

Es fácil esperar a que el animal se enferme. Pero lo más responsable es prevenir. Controles regulares, vacunas al día, desparasitaciones programadas… Son pasos pequeños que evitan dolores grandes después.

  • Darle de comer con cabeza

No todo lo que dice “premium” es bueno. Cada mascota tiene necesidades distintas: por edad, tamaño, raza, nivel de actividad… Y en el caso de los gatos de interior, elegir bien la comida puede marcar la diferencia entre un gato ágil y uno que apenas puede saltar al sofá por el peso.

  • Moverlos y estimularlos, no solo alimentarlos

Un cuerpo sano necesita movimiento. Y una mente sana, desafíos. Jugar, esconder la comida, cambiar juguetes, darles espacios para trepar o rascar… No es lujo. Es necesario. Sobre todo cuando viven dentro de casa.

  • Que siempre sepan cómo volver a casa

Una placa con nombre y teléfono. Un microchip. Una correa en espacios públicos. Suena obvio, pero cuántos animales se pierden por un descuido. Y muchas veces, nunca regresan.

  • Esterilizar no es opcional, es ético

No se trata de quitarles algo. Se trata de evitar camadas no deseadas, camadas que terminan en la calle, abandonadas, enfermas. Es una de las formas más efectivas de frenar el sufrimiento invisible que pasa a diario.

  • Respetar a los demás

Que tu perro no salte a extraños. Que tu gato no marque territorio en el jardín del vecino. Que no ladre toda la noche. Cuidar de tu mascota también significa cuidar de quienes te rodean. Porque vivimos en comunidad.

La comunidad también gana

Las mascotas bien cuidadas son agentes de cohesión social. Pasear al perro, por ejemplo, propicia encuentros entre vecinos, da pie a conversaciones y reducen el aislamiento social. Los animales facilitan las interacciones humanas fortaleciendo el tejido social.

Además, las acciones de cuidado y bienestar animal propician ambientes de convivencia y respeto por la vida, lo cual se traduce en entornos más pacíficos y colaborativos.

No es un lujo, es responsabilidad

Mantener a tus mascotas sanas no es un lujo ni una simple expresión de cariño: es una responsabilidad social que involucra salud pública, ética, bienestar y comunidad. Las decisiones que tomas en casa respecto al cuidado de tu perro o gato tienen un eco más amplio en el entorno en que vives.

Desde elegir una alimentación adecuada —como lo hace Maka con sus productos para mascotas— hasta cumplir con normas de tenencia responsable, cada acción cuenta. Si queremos sociedades más justas, saludables y empáticas, debemos comenzar también por cómo tratamos a quienes no tienen voz: nuestras mascotas.

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