El cambio climático es uno de los mayores retos de nuestra era y esta vez los datos revelan que la falta de acciones para combatirlo no tienen su causa en el desinterés ciudadano. Una investigación publicada en Nature muestra que la percepción de los responsables políticos sobre la disposición de la gente a contribuir es mucho más baja de lo que realmente es, pues mientras los delegados de la Asamblea de la ONU para el Medio Ambiente estimaron que solo el 37% de la población mundial donaría el 1% de sus ingresos para enfrentar esta crisis, la cifra real asciende a un sorprendente 69%.
Esta desconexión entre lo que los líderes creen y lo que la sociedad está dispuesta a hacer alimenta la brecha entre voluntad y realidad climática. Además, el 89% de los encuestados cree que los gobiernos deberían hacer más para combatir el calentamiento global. Sin embargo, por temor a no contar con respaldo público, muchos políticos optan por diluir sus propuestas en lugar de presentar medidas ambiciosas y transformadoras.
Subestimación política: el primer obstáculo entre voluntad y realidad climática
Los hallazgos del estudio dirigido por el Dr. Ximeng Fang de la Universidad de Oxford muestran que incluso expertos y negociadores climáticos experimentados caen en la llamada “ignorancia pluralista”, la cual consiste en subestimar sistemáticamente la disposición de sus conciudadanos a actuar. Este sesgo, detectado incluso en delegados de la UNEA, demuestra que la brecha entre voluntad y realidad climática no es un problema menor, sino un error de diagnóstico con profundas consecuencias.
Cuando los responsables políticos creen que no tienen un mandato ciudadano sólido, tienden a ser conservadores. Evitan plantear políticas audaces, temiendo que sean impopulares, aunque la evidencia indique lo contrario. Esto conduce a un círculo vicioso en el que la acción climática avanza con demasiada cautela y lentitud.
La coautora Stefania Innocenti advierte que, si no se cierra esta brecha, las ambiciones climáticas terminarán frustradas:
“Los responsables políticos intentarán ir a lo seguro si sienten que no tienen un mandato público… intentarán ir a lo seguro y diluirán las propuestas políticas audaces. La magnitud de este resultado es un llamado a la acción… si no cerramos esta brecha, terminaremos con ambiciones frustradas”.

La percepción errónea sobre la importancia del cambio climático para los ciudadanos perpetúa un statu quo ineficaz, donde se pierde un tiempo valioso en debates sobre la necesidad de actuar en lugar de centrarse en cómo hacerlo.
Reconocer que el apoyo ciudadano existe es esencial para desbloquear políticas climáticas más valientes. Los gobiernos deben dejar de “ir a lo seguro” y comenzar a traducir la voluntad pública en medidas reales y eficaces.
El poder ciudadano: un apoyo más sólido de lo que se cree
La investigación muestra que la población global está mucho más comprometida con la acción climática de lo que los líderes suponen. Un 69% de las personas está dispuesta a donar parte de sus ingresos, y el 83% de los delegados encuestados reconoce que los individuos tienen capacidad para actuar significativamente. Este hallazgo desmonta la narrativa de que la ciudadanía no está preparada para asumir sacrificios por el planeta.
La brecha entre voluntad y realidad climática también refleja un problema de comunicación. Muchos gobiernos no informan adecuadamente sobre los beneficios económicos y sociales de políticas como la transición hacia el cero neto, lo que limita la comprensión y el entusiasmo público.
El Dr. Fang señala que alcanzar el cero neto es factible y económicamente sensato. Sin embargo, falta una narrativa positiva que conecte las soluciones con la esperanza y la prosperidad, contrarrestando el impacto de mensajes mediáticos cargados de ideología o pesimismo.
Los líderes deben aprender a aprovechar este respaldo social latente. En lugar de temer la reacción pública, deberían verla como una oportunidad para impulsar transformaciones profundas en los sistemas energéticos, productivos y financieros.

El papel de la narrativa: del miedo a la esperanza
Gran parte de la resistencia política a políticas climáticas ambiciosas se alimenta de la falta de narrativas claras y optimistas. Cuando las conversaciones se centran exclusivamente en el costo o el sacrificio, en lugar de en los beneficios de la transición energética, se refuerza la falsa idea de que la ciudadanía no apoyará medidas firmes.
Construir mensajes que destaquen las oportunidades económicas, la innovación tecnológica y los empleos verdes puede cerrar la brecha entre voluntad y realidad climática. Las personas están dispuestas a contribuir si ven un futuro tangible y positivo como resultado de sus esfuerzos.
El Dr. Joshua Ettinger, coautor del estudio, subraya que los responsables políticos “cuentan con más apoyo público del que creen”. Esto significa que no solo es posible diseñar políticas más ambiciosas, sino también comunicar sus beneficios de forma convincente.
Si la acción climática se percibe como un camino hacia el bienestar compartido, más que como un sacrificio, la ciudadanía se convertirá en la principal aliada de la transformación ecológica global.

Cerrar la brecha: de la percepción errónea a la acción efectiva
Para traducir la voluntad ciudadana en resultados concretos, es urgente que los responsables políticos revisen sus supuestos. En lugar de cuestionar si las políticas climáticas son necesarias, el foco debe estar en cómo implementarlas de manera justa y eficaz.
La investigación de Oxford plantea dos acciones centrales: primero, reconocer la discrepancia entre las percepciones políticas y la realidad social; segundo, priorizar los debates sobre soluciones y no sobre diagnósticos ya superados.
Al aceptar que la sociedad está dispuesta a hacer más de lo que se cree, los gobiernos pueden diseñar estrategias climáticas que no se queden cortas. Esto incluye incentivos financieros, inversiones en tecnología limpia y marcos regulatorios sólidos que aceleren la transición.
Superar esta brecha entre voluntad y realidad climática no solo desbloqueará la ambición climática, sino que permitirá construir consensos más amplios y efectivos, capaces de sostenerse en el tiempo.

Del potencial a la acción
La evidencia es clara: la ciudadanía está lista para actuar. Lo que falta es que los líderes políticos confíen en ese respaldo y lo traduzcan en medidas ambiciosas. La brecha entre voluntad y realidad climática no es un problema de falta de interés social, sino de percepción equivocada que frena las decisiones valientes.
Cerrar esta distancia requiere liderazgo, comunicación transparente y una visión de futuro que muestre cómo la acción climática no solo es necesaria, sino también deseable. Si los gobiernos aprovechan este apoyo latente, podrán transformar la voluntad colectiva en una fuerza real de cambio para el planeta.







