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Así es como “Experiencias por el Clima” contribuye con la conservación de la Selva Lacandona

Por Gemma Santana 

La Selva Lacandona, de acuerdo con información del Gobierno de México, recibe al año entre 2,000 y 5,000 mm de precipitación pluvial –es un reservorio de agua–. Su clima es cálido húmedo. Tiene temperaturas constantes, en promedio, de 22 grados centígrados; y llueve prácticamente todo el año. ¡Esta zona es responsable del 30% del agua de todo el territorio! Además de ser una región megadiversa en flora y fauna está clasificada entre las 25 zonas biológicas críticas del planeta. 

La Lacandona se ubica en la cuenca del río Usumacinta. Abarca las Áreas Naturales Protegidas federales: monumentos naturales Bonampak y Yaxchilán, refugios de Flora y Fauna Silvestre Chan-Kin, Metzabok y Nahá, y las reservas de la biósfera Montes Azules y Lacan-Tún. Esto, de acuerdo con datos del Gobierno de la República. La mayor cantidad de este territorio se encuentra en el Estado de Chiapas. 

La Selva también es hogar de la comunidad lacandona. Se estima que son poco más de mil pobladores los que constantemente están buscando la manera de conservar la región – por lo menos desde el año 2011 existen programas de gobierno con ese objetivo. Actualmente se denomina Programa Desarrollo Forestal Sustentable para el Bienestar–. De acuerdo con información del Gobierno de Chiapas, en su sitio web, al año se destinan más de 9 millones de pesos para “impulsar la conservación y promover el desarrollo rural a través de los servicios ambientales”. Sin embargo, los recursos no son suficientes considerando además que las comunidades también tuvieron serias afectaciones durante y después de la pandemia. 

Así que, con el objetivo de contribuir con la conservación de esta zona, de las comunidades que la habitan y de generar consciencia sobre lo que significa para el equilibrio ambiental de la región, pusimos en marcha el proyecto Experiencias por el Clima –en esta iniciativa participan las organizaciones ambientales Elijo por el Clima, Sélvame del Tren y Natura Mexicana–. 

Experiencias por el Clima, que arrancó el año pasado, busca que las personas conozcan la Selva Lacandona de primera mano, que visiten los lugares que necesitan ser preservados y los que están en peligro o que han sido deforestados. Cuando la gente los ve, los siente y escucha reconoce su valor y se da cuenta cómo estas regiones son las que regulan el clima de nuestro planeta. 

Se trata de un viaje de impacto –4 noches y 5 días– que se organiza para 20 personas al mes. Este grupo es acompañado –en todo momento– por biólogos y por la gran Julia Carabias, quien es Maestra en Ciencias biológicas y presidente Fundadora del Centro Interdisciplinario de Biodiversidad y Ambiente (CEIBA). La Maestra Carabias, por más de 30 años ha contribuido a preservar más de 700,000 hectáreas de selva primaria. 

Lo recaudado de este turismo con consciencia se destina a la preservación del lugar y también representa una fuente de ingresos para las comunidades lacandonas. 

¿Cómo inicia la aventura? Se realiza un viaje a Tuxtla Gutiérrez –debemos llegar antes de las 10 am– para después volar en avioneta –el viaje tiene una duración de poco más de una hora hacia la Selva Lacandona–. Sobrevolamos las Lagunas de Montebello y Comitán –la vista es espectacular–. 

Llegamos a la estación Chajul –desde este lugar, Natura y Ecosistemas Mexicanos opera todos sus proyectos para la conservación de la selva–. En este punto nos encontramos con la Maestra Carabias, quien da la bienvenida. Y comienza un recorrido en los senderos de la estación. También se puede convivir con las guacamayas. Esta es la entrada al paraíso, donde puedes vibrar con la selva. 

El hospedaje es en el hotel ecoturístico Canto de la Selva, que está dentro de la Reserva de la Biósfera Montes Azules. Sólo tiene 18 habitaciones. Este lugar pertenece a miembros de la comunidad de Galacia, y es atendido por ellos mismos. Algunas de las actividades que se pueden realizar son visitar el mariposario –las alas de mariposas que van quedando en el suelo se recuperan y se utilizan para hacer artesanías–, practicar kayak por el río Lacantún, tener un curso de observación de aves, presenciar el atardecer en la terraza del río del hotel y caminar por la noche en la selva. Esta experiencia te hace sentir y escuchar el poder más grande de la vida. 

También pueden llevarse a cabo visitas al proyecto comunitario Selvaje, donde hay puentes colgantes/canopy y tirolesa, y aguas termales. Además, se realiza un recorrido en lancha por el río Tzendales –el río está en el interior de la Reserva de la Biósfera Montes Azules–, donde se puede nadar y navegar en kayak. Esta actividad es de mis favoritas. Mientras vas en el kayak ves a los tucanes, escuchas a las guacamayas, a los monos aulladores. Todo entre árboles gigantescos. El río Tzendales me parece el más precioso del mundo. Nadar en sus aguas es espectacular, porque la corriente te lleva despacio mientras observas a las aves. 

Hacia el final del viaje, al amanecer, se hace una caminata en la selva y nos trasladamos en lancha a las Ceibas. La ceiba es un árbol sagrado para los mayas –tienen más de 500 años–. Ellos lo consideran “el árbol de la vida”. Se dice, en un texto publicado por la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas, sobre mitos y leyendas de la ceiba, que las ramas de este árbol forman el cielo, el tronco el plano terrenal y sus raíces tejen el inframundo. Y así se conectan los tres niveles cosmogónicos. Estos árboles pueden medir hasta 70 metros de altura –son de los más grandes del continente en su zona tropical–. Sus flores blancas se dejan ver entre diciembre y marzo. Son un espectáculo sensacional.

Para que realmente logremos que el proyecto contribuya a la conservación de este lugar necesitamos que viajen al mes 20 personas entre noviembre y mayo –después de este mes los mosquitos hacen prácticamente imposible visitar el lugar–. Con cada viaje ayudamos a preservar uno de los reservorios de agua más importantes del país, a conservar los cientos de especies de flora y fauna, y a que las comunidades lacandonas encuentren en el ecoturismo la principal fuente de ingresos. 

Esta experiencia de contacto con la naturaleza le cambia la vida a los que habitan la gran Selva Lacandona, y también cambia la vida de quienes la visitan. La selva limpia el cuerpo y la mente. Es un lugar donde las preocupaciones y los problemas desaparecen. Donde te sientes más vivo, porque es uno de los lugares con mayor vida en el planeta.   

Si necesitas más información, contáctame.


Turismo para la conservación, por Gemma Santana

Gemma ha sido funcionaría pública en el Instituto Nacional del Emprendedor, y también fue la Directora de la Agenda 2030 en la Presidencia de la República 2019 – 2021.

Consultora en sostenibilidad y negocios sociales, e Inversionista de impacto en la startup Wemerang. También es Activista ambiental con Elijo x el clima AC, co fundadora de la campaña Selvame del tren.

Reconocida como una de las 30 mentes más sostenibles de Forbes Mexico, y como una de las mujeres más inspiradoras por Excélsior y RSVP 2023.

Actualmente es fellow del IWF 2023 – 2024 y es columnista en Expoknews.

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