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Estudian biomasa en selva chiapaneca para medir pago de servicios ambientales

Una forma de mitigar el calentamiento global es a través del almacenamiento de carbono en bosques, ya que las plantas son capaces de remover el CO2 de la atmósfera. Por eso, investigadores del Centro en Geografía y Geomática Ing. Jorge L. Tamayo (CentroGeo) analizan cuánto carbono concentran los árboles de coníferas en la región de la selva chiapaneca y su relación con la luz. “Queremos cuantificar cuánta biomasa o masa aérea viva está en el árbol, sobre todo en el dosel -parte superior del árbol: hojas y ramas- y en segundo grado, en el tronco”, señaló el investigador José Luis Silván Cárdenas.

Este proyecto, financiado por el Conacyt, además de obtener un cálculo válido para que México conozca la cantidad de carbono fijada en sus árboles y pueda aplicarla tanto en su contabilidad nacional, como en el mercado de emisiones de CO2, también pretende medir la calidad de biodiversidad: aire, cuencas hidrológicas y fuentes de alimento.

José Luis Silván indicó que a nivel mundial el interés por la biomasa se debe a que organizaciones, a manera de estímulo, otorgan dinero a los países con zonas forestales conservadas (esquema de pagos de servicios ambientales). “¿Pero cuánto dinero darles y basados en qué?, aún no se sabe. Hubo un primer parámetro basado en la extensión del dosel y después se usó la forma tradicional: medir el diámetro del tronco. Pero es una discusión que sigue vigente”, explicó.

Por eso, la propuesta del CentroGeo, centro de investigación del Conacyt, es medir de forma exacta la dispersión de la luz en doseles y su relación con la biomasa forestal, a partir de imágenes de proyección remota que genera el espectrorradiómetro, dispositivo que mide las longitudes de onda de colores individuales de la luz.

“En México apenas se están haciendo estudios en proyección remota pero no hay un protocolo para agregarlo al inventario forestal, en algunos casos se han hecho mediciones, pero sólo son muestras y la ventaja del método que usaremos es que habrá una continuidad de la masa forestal”, apuntó.

— ¿Cómo se estima la biomasa en la actualidad?

— Hacen prácticas de campo para medir el diámetro del tronco a la altura del pecho, la densidad de la madera y el tipo de la especie. También hay ecuaciones en donde se toma la altura del árbol y el diámetro de su tronco, pero la desventaja es que para medir áreas grandes implicaría muchos años, entonces lo que hacen es un muestreo por puntos de medio kilómetro y luego hacen interpolación para generar un mapa continuo.

MEDICIONES. La proyección remota, asegura José Luis Silván, no es una herramienta nueva, pues desde la década de los 60 empezó a usarse, sin embargo, en los últimos cinco años ha habido desarrollos tecnológicos que facilitan su aplicación en diversos campos.

“Los resultados de este aparato son imágenes que miden más allá de lo que nuestro ojo puede ver. La visión humana detecta tres bandas espectrales: verde, rojo y azul; y los sensores del aparato observan el infrarrojo cercano, infrarrojo medio, el térmico y microondas. Se ha hecho bastante en el rango óptico, pero sobre todo en el infrarrojo cercano y su interacción a nivel celular con las plantas”, señaló.

Con el espectrorradiómetro de campo, las mediciones podrán realizarse en dos sectores: a nivel de la hoja, es decir, ¿cuánta luz se está reflejando cada banda espectral en cada hoja? y a nivel de todo el dosel. El reto, indicó José Luis Silván, es colocar el aparato a una altura superior al árbol sin que influya el efecto atmosférico.

Visualmente este dispositivo es como un proyector y está diseñado para operar a nivel de piso. “Hay pocos intentos para hacer mediciones aéreas, en Estados Unidos usan helicópteros que se asoman y miden. El espectrorradiómetro que usaremos se le conecta un cable de fibra óptica y tiene una especie de pistola que apunta hacia la biomasa, y por ahí la luz entra y viaja por la fibra óptica. La medición se hace en bandas muy finas y la información es procesada por un programa de computación”, explicó.

—¿Por qué decidieron trabajar en Chiapas?

—Tenemos tres años trabajando en esa zona. Es un lugar muy rico en biodiversidad y de mucho interés en la captura de carbono por parte del gobierno local y de ONG. Nos interesa medir lugares que no han sido tan afectados por la actividad humana y la idea es seguir contabilizando sitios que sabemos seguirán ahí por varios años. Nuestros puntos de muestreo están en la zona de conservación de la selva.

“Al ser un proyecto de ciencias básicas en el futuro nos servirá para aplicarlo en zonas más extensas, por el momento queremos entender la relación entre reflectancia y la luz que registran los sensores de proyección remota”, expresó.

Fuente: Crónica

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