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ColumnistasEl sector social es el que aporta el cambio en la comunidad

El sector social es el que aporta el cambio en la comunidad

Por: Leopoldo Lara Puente

“La base de nuestro comportamiento social es que exista la capacidad de tener empatía e imaginar lo que el otro está pensando”.

Esa reflexión la hizo Giacomo Rizzolatti, científico italiano de la Universidad de Parma y descubridor e investigador de las ahora célebres “neuronas espejo” en una entrevista que concedió hace algunos años, luego de un simposio sobre neurociencia en Madrid.

Jorge Volpi lo retoma y lo presenta en su más reciente publicación “Leer la mente”, porque con ello pretende establecer que la ficción literaria, lejos de ser considerada como un simple entretenimiento, debe ser entendida como una actividad “esencial para la evolución de la especie humana”.
¿Y que implican las “neuronas espejo”?

En primera instancia nos permiten “imitar los movimientos animales de quienes se atraviesan en nuestro camino como si fuéramos nosotros mismos quienes los llevamos a cabo”; pero además, nos permiten identificar ese comportamiento y predecirlo, tanto para protegernos, como para “comprenderlos a partir de sus actos”: la empatía.

Y la empatía, volviendo con Rizzolatti, es una demostración de que somos entes sociales, aunque muchos lo nieguen en defensa de la individualidad, esa que ha provocado que no se creen lazos entre las personas y por consecuencia que acciones de interés colectivo sean consideradas menos importantes que las de interés personal con el consecuente detrimento de la vida en comunidad.

Y es justo en ese punto en donde quiero incidir, en el desdén que la mayoría de quienes habitamos una comunidad tenemos hacia las reglas de convivencia por decir lo menos y en mucha mayor medida por las acciones que realmente permitan convertir a nuestras comunidades en verdaderos lugares dignos para vivir.

De los gobiernos, mejor ni hablamos. Lo que buscan en la mayoría de los casos, sólo es justificar algo que ya hicieron, en muchas ocasiones producto de ocurrencias o proyectos aislados porque normalmente no planean correctamente y si lo hubieran hecho, los gobernantes se pretenden tan absolutos que rendir cuentas les parece una ofensa y el tema de la transparencia una pérdida de tiempo. Ellos, cuando tienen esa actitud, tampoco abonan nada a mejorar la vida comunitaria, así que la solución parece que debe venir de otras partes, al menos por ahora.

En efecto, el cambio lo está aportando un sector de la sociedad.

Hace unos días tuve la oportunidad de entrevistarme con personas interesadas a fondo en el tema del mejoramiento de la vida en comunidad retomado ahora por organizaciones tanto empresariales, como sociales.

Estuve particularmente con los coordinadores de responsabilidad social de dos de las más importantes entidades financieras de México: Banorte y Bancomer; también con el de Infonavit, que ha crecido enormemente en el tema, hasta convertirse en un icono en el sector social.

Tuve la oportunidad de entrevistarme con ellos, porque en el despacho en el que trabajo accedimos todas y todos los que en el colaboramos a entender a la responsabilidad social como una estrategia que nos permite entendernos mejor entre nosotros, con nuestra comunidad y con el entorno ambiental: empatía.
Gracias a esa disposición, esas empresas y organismos nos abrieron las puertas para intercambiar experiencias positivas, para fortalecer procesos que llevamos a cabo en conjunto y para establecer nuevas y productivas cadenas de valor, basadas en la responsabilidad social, en la sustentabilidad y en la transparencia como ejes definitivos para cualquier actividad económica, social o profesional que llevemos a cabo.

Pude percatarme que para estas organizaciones, como sin duda otras más en nuestro país, la solución a los problemas de las comunidades debe venir desde sus propias acciones, al aportar sus conocimientos, sus recursos humanos expertos, una parte de sus utilidades y lo más importante: su actitud transformadora.

No pretenden sustituir al gobierno, ya que este detenta el presupuesto que todos aportamos para que las condiciones se mejoren y ante ello debemos seguir exigiendo rendición de cuentas y mucha transparencia.

Lo que pretenden es prender la mecha y que todos podamos entenderla y logremos, gracias a nuestras neuronas espejo, hacer empatía y dar también lo mejor de nosotros mismos.

Al final, quizá este valle de fantasmas en el que parece que vivimos, sea el mejor lugar para aprender a aceptarnos, empatizar y hacer algo por el bien colectivo.

Leopoldo Lara Puente
[email protected]
FB: Esta Boca es Mía
TW: @leopoldolara
http://www.facebook.com/#!/groups/168603809854198/doc/278106075570637/
18 de diciembre de 2011.

Este artículo es responsabilidad de quien lo escribe y no refleja la opinión de Expok ni de sus colaboradores.

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