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El difícil camino a la equidad

El título de esta colaboración es el mismo que utilizamos en la edición de marzo de la revista México social. El propósito es, con motivo del Día de las Mujeres a conmemorarse el próximo jueves 8 de marzo, seguir insistiendo en que a pesar de los discursos institucionales, el grado de incumplimiento de los derechos de las mujeres es todavía muy alto, lo cual compromete severamente la construcción de una sociedad incluyente.

Por ejemplo, en el ámbito laboral, uno de los de mayor exclusión y desigualdad en contra de la población femenina, de los 18.4 millones de mujeres en condición de ocupación, sólo 480 son contabilizadas en la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (IV trimestre de 2011), como empleadoras.

Peor aún, 1.83 millones de las mujeres que desarrollan alguna actividad productiva no reciben salario, mientras que 3.32 millones más perciben ingresos que están por debajo del salario mínimo. Como puede verse, 28% de la población femenina ocupada percibe menos de 60 pesos al día por el trabajo que desempeña.

A lo anterior debe agregarse que otros 4.08 millones de mujeres que trabajan perciben apenas entre 61 y 120 pesos en promedio; y en contraste hay sólo 1.13 millones que perciben ingresos por arriba de los cinco salarios mínimos. Es decir, por cada mujer que logra un ingreso de 300 pesos o más al día, hay ocho que como máxima aspiración enfrentan un umbral de 120 o menos.

De todas las mujeres que trabajan, 64% no recibe prestaciones de salud por las actividades que desempeñan, mientras que 5.71 millones trabajan en el sector informal.

Estos datos son importantes porque en el análisis de las cuestiones relacionadas con la inequidad y discriminación contra las mujeres, se omite generalmente el estudio de las desigualdades que existen entre la propia población femenina. Por ejemplo, el hecho de que mientras que en Nuevo León la esperanza de vida promedio es de 77 años, en las zonas indígenas se alcanzan apenas 60 años.

Por otro lado, a estas formas de violencia económica inter e intragénero, se agregan las violencias físicas y sexuales. Por ejemplo, en los diez años que van de 1999 a 2008, el INEGI cuenta con información sobre 52 mil 412 casos de violación sexual, es decir, de los cuales se estima que en 47 mil 170 las víctimas fueron mujeres. Así, se tendría un promedio de al menos una denuncia por violación sexual cada dos horas; esto sin contar el alto número de casos que por intimidación, miedo, estigma o discriminación no llegan al conocimiento de la autoridad.

Estos datos muestran sólo algunas de las dimensiones de la desigualdad y exclusión en que siguen viviendo las mujeres mexicanas, lo que a la vez evidencia la enorme necesidad de una nueva propuesta de diseño del gobierno que tenga siempre como eje de articulación una visión integral en torno a las cuestiones de género.

México no puede seguir siendo una nación en la que nacer en un determinado territorio, y en el que ser hombre o mujer, determine el acceso al cumplimiento de los derechos humanos y sociales. Por el contrario, hace falta una gran reforma social en la que el tema de la desigualdad y pobreza que afectan al menos a 40 millones de mujeres, deberá ser uno de los pilares fundamentales.

Fuente: Excelsior.com.mx
Por: Mario Luis Fuentes, director del CEIDAS, A. C
Publicada: 5 de marzo de 2012.

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