- Advertisement -
NoticiasAmbientalE-waste tsunami: 82 millones de toneladas para 2030

E-waste tsunami: 82 millones de toneladas para 2030

Banner Economía Circular Banner Economía Circular

Una crisis creciente que desafía la sostenibilidad corporativa, la economía circular y la responsabilidad social empresarial.

Mientras el mundo se prepara para cerrar otro año marcado por avances tecnológicos sin precedentes —desde la masificación de la inteligencia artificial hasta la expansión de las ciudades inteligentes—, una amenaza silenciosa crece a la sombra de nuestro progreso digital: los residuos electrónicos.

También conocidos como residuos e-waste, estos restos de aparatos eléctricos y electrónicos (desde smartphones, cargadores y laptops hasta refrigeradores y paneles solares), se han convertido en una de las crisis ambientales menos visibles pero más explosivas del siglo XXI.

Con 2026 a la vista, la pregunta ya no es si debemos actuar, sino si aún estamos a tiempo de evitar que esta ola tecnológica se convierta en un naufragio ambiental, social y económico.

Un problema que se mide en millones de toneladas

Según el último informe Global E-waste Monitor 2024, publicado por ITU y UNITAR, el planeta generó en 2022 un récord de 62 millones de toneladas métricas de residuos electrónicos. Pero eso ya es parte del pasado: las proyecciones indican que alcanzaremos 82 millones de toneladas para 2030, con un crecimiento sostenido de casi 3 millones de toneladas por año.

Hoy, en diciembre de 2025, el mundo se encuentra superando las 70 millones de toneladas anuales, en camino hacia cifras sin precedentes. Y lo más preocupante no es la cantidad, sino lo que hacemos —o dejamos de hacer— con ella.

Una tasa de reciclaje que va en retroceso

Pese al valor estratégico de los residuos electrónicos, más del 75 % no es recolectado ni reciclado formalmente. Esto significa que solo 1 de cada 5 dispositivos desechados entra a una cadena segura de tratamiento.

Y la tendencia no mejora: si no se implementan políticas estructurales, la tasa global de reciclaje podría caer por debajo del 20 % en 2030, según advierte el informe GEM. Esto implica que más de 65 millones de toneladas anuales podrían estar contaminando suelos, filtrando químicos tóxicos en ríos o incinerándose sin control en vertederos informales del Sur Global.

¿Por qué importa? Porque estamos perdiendo valor… literalmente

Lo que llamamos e-waste no es solo basura: es una mina urbana de materiales críticos.

En 2022, el valor estimado de los metales contenidos en residuos electrónicos no reciclados fue de 57 mil millones de dólares. Esto incluye oro, cobre, plata, cobalto, litio, platino y tierras raras, esenciales para sectores como las energías renovables, la electromovilidad o la electrónica médica.

Cada teléfono no recuperado, cada batería mal dispuesta o cada cargador desechado sin control es una oportunidad perdida de avanzar hacia una economía circular real.

E-waste tsunami

América Latina: desafíos estructurales, oportunidades urgentes

Aunque la crisis es global, América Latina enfrenta condiciones particulares. Según el GEM 2024, la región genera aproximadamente 9.6 % del e-waste mundial, pero solo recolecta formalmente una fracción mínima de ese volumen.

México, por ejemplo, supera ya los 1.3 millones de toneladas anuales, pero carece de una infraestructura nacional de reciclaje electrónico homologada. En Brasil, el país más avanzado en la región, menos del 3 % del e-waste es reciclado oficialmente. Y en gran parte de Centroamérica y el Caribe, la informalidad domina el manejo de estos residuos, exponiendo a comunidades vulnerables a metales pesados, químicos peligrosos y condiciones laborales precarias.

Riesgos sociales, ambientales y reputacionales

La mala gestión del e-waste tiene consecuencias múltiples:

  • Ambientales: liberación de mercurio, plomo, cadmio y retardantes de llama que contaminan aire, agua y suelo.
  • Sociales: miles de personas, incluidos niños, trabajan en condiciones informales quemando cables o desmantelando equipos sin protección.
  • Reputacionales: para las empresas, la falta de trazabilidad en la disposición final de sus productos puede derivar en sanciones normativas, litigios o crisis de confianza.

¿Qué pueden —y deben— hacer las empresas?

En este escenario, la responsabilidad social empresarial (RSE) y la estrategia ESG no pueden limitarse a gestos cosméticos o programas voluntarios. El manejo del e-waste exige una transformación sistémica en toda la cadena de valor.

Algunas acciones clave incluyen:

  1. Diseño circular desde el origen: repensar productos para que sean más duraderos, reparables y desmontables.
  2. Implementar esquemas de responsabilidad extendida del productor (EPR): financiar y facilitar la recolección postconsumo de sus productos.
  3. Trazabilidad en la cadena de reciclaje: asegurarse de que los residuos no terminen en vertederos o talleres informales.
  4. Educación al consumidor: informar y facilitar canales de devolución, reparación o reutilización.
  5. Asociaciones público-privadas: colaborar con gobiernos, ONGs y recicladores formales para construir soluciones sostenibles.
E-waste tsunami

¿Y la economía circular?

El e-waste es, en muchos sentidos, el test decisivo de la economía circular. No basta con hablar de reciclaje; se requiere cambiar todo el modelo de producción y consumo electrónico.

Y aunque el reto es gigantesco, también lo es la oportunidad.

Por cada 10 mil toneladas de e-waste correctamente recicladas, se pueden generar hasta 300 empleos verdes, según estimaciones del PNUMA.

Empresas pioneras ya están creando modelos de negocio rentables basados en reparación, reacondicionamiento y logística inversa.

Rumbo a 2026: ¿estamos listos para actuar?

A las puertas de 2026, el tiempo para actuar se reduce. Las soluciones tecnológicas existen. Las políticas públicas comienzan a alinearse. Los consumidores están más informados que nunca.

Lo que falta —y urge— es un compromiso más audaz, transversal y medible por parte del sector empresarial.

Porque, en el fondo, el e-waste no es solo un problema de residuos: es un síntoma de un modelo que ha priorizado la velocidad sobre la sostenibilidad, y que ahora nos exige corregir el rumbo antes de que la ola nos arrastre.

Una última oportunidad

La crisis de los residuos electrónicos ya no es futura. Está aquí, crece cada año y afecta a todas las regiones del planeta. Las empresas, especialmente aquellas que quieren liderar con propósito, tienen un rol insustituible en detener la tendencia, recuperar valor y ser parte de la solución.

2026 puede ser el punto de inflexión… o el año en que dejamos pasar la última gran oportunidad.

PLATIQUEMOS EN REDES SOCIALES

spot_img
spot_img
spot_img

Lo más reciente

DEBES LEER

TE PUEDE INTERESAR