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Entendiendo la Responsabilidad Social“Brainrot”: cómo los videos cortos están afectando nuestra capacidad mental

“Brainrot”: cómo los videos cortos están afectando nuestra capacidad mental

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En los últimos años, los videos de formato corto han conquistado nuestros momentos de descanso, nuestros trayectos y, en muchos casos, nuestra capacidad de concentración. Lo que comenzó como un recurso de entretenimiento ágil se ha convertido en un fenómeno global que avanza más rápido que nuestra habilidad para comprender su impacto. En este contexto surge una pregunta que se abre espacio en conversaciones profesionales y casuales: qué es el brainrot y por qué está captando la atención de especialistas en salud, educación y responsabilidad social.

De acuerdo con un artículo de Aristegui Noticias, una de las revisiones sistemáticas y meta-análisis más amplias hasta ahora revela datos que no pueden pasar desapercibidos. El estudio, compuesto por más de 98 mil participantes de distintos países, analizó 71 investigaciones y encontró un patrón consistente: cuanto más consumimos videos cortos, más se deterioran funciones esenciales como la atención, el control inhibitorio y ciertos aspectos de la salud mental. El resultado es un espejo que refleja no solo el comportamiento individual, sino también los desafíos sociales y éticos que están emergiendo.

Qué es el brainrot y por qué preocupa tanto

Para quienes trabajamos en responsabilidad social, comprender qué es el brainrot va más allá de una simple tendencia digital. El término se usa para describir el deterioro cognitivo y la sobreestimulación mental causada por el consumo excesivo de contenidos ultrarrápidos. No es un diagnóstico clínico, pero sí una alerta cultural que señala cómo una arquitectura de diseño persuasivo puede moldear hábitos a gran escala.

Los videos cortos utilizan un sistema algorítmico que ofrece gratificaciones inmediatas —y potencialmente infinitas— con solo deslizar un dedo. Este diseño no es accidental: cada gesto alimenta patrones de repetición y micro recompensas que condicionan al cerebro. La consecuencia: menor tolerancia al aburrimiento, dificultad para sostener tareas complejas y un cansancio cognitivo que afecta productividad, aprendizaje y bienestar general.

qué es el brainrot

El impacto real en la función cognitiva

Los hallazgos del meta-análisis son contundentes: el uso intensivo de VFC está asociado con una disminución en la capacidad de atención sostenida. Jóvenes y adultos muestran dificultades para mantener el enfoque por periodos prolongados, lo que compromete procesos clave como la toma de decisiones y la resolución de problemas. En un entorno laboral o educativo, esto se traduce en menor calidad cognitiva disponible para tareas que requieren profundidad.

El estudio también señala alteraciones en el control inhibitorio, habilidad fundamental para regular conductas y evitar impulsos. Investigaciones electrofisiológicas muestran que quienes consumen videos cortos de manera excesiva exhiben menor actividad cerebral en tareas de atención. Dicho de otra forma, los cerebros más expuestos al flujo constante de estímulos adquieren menos capacidad para filtrar información irrelevante y priorizar lo importante.

Diseño adictivo y consecuencias para la salud mental

Las plataformas que impulsan los videos cortos están construidas bajo mecanismos de “scroll infinito”, una interfaz cuya intención es evitar que el usuario se detenga. Esto, sumado a algoritmos que predicen con exactitud qué contenido generará más enganche, crea un ecosistema perfecto para fomentar hábitos compulsivos. Aquí es donde el interés por qué es el brainrot se convierte también en una reflexión ética sobre el diseño digital.

El meta-análisis muestra correlaciones claras entre el consumo excesivo de VFC y síntomas de ansiedad, depresión y estrés. La exposición permanente a estímulos rápidos puede generar comparaciones constantes, hipersensibilidad emocional y una sensación persistente de insatisfacción. Para comunidades, empresas y organizaciones que buscan fortalecer el bienestar, estos efectos representan un reto que exige nuevas estrategias de promoción de salud mental.

qué es el brainrot

Responsabilidad social ante un fenómeno global

Entender qué es el brainrot también implica asumir las implicaciones colectivas. Este fenómeno no solo afecta a individuos: influye en dinámicas laborales, educativas y comunitarias. En organizaciones comprometidas con el bienestar, la hiperestimulación digital se convierte en una variable más a considerar en políticas internas, capacitaciones y estándares de salud integral.

Desde la responsabilidad social, surge la necesidad de cuestionar cómo, cuándo y para qué usamos los contenidos digitales. Promover hábitos de consumo consciente, diseñar campañas que favorezcan la alfabetización digital crítica y fomentar ambientes que privilegien la atención profunda son pasos esenciales para contrarrestar esta tendencia. La tecnología no es el enemigo; la falta de límites y reflexión sí puede serlo.

El fenómeno del brainrot nos invita a mirar más allá del entretenimiento efímero. Nos obliga a reflexionar sobre cómo la inmediatez está moldeando nuestra mente y qué papel tenemos como individuos y como sociedad para equilibrar el panorama. El meta-análisis reciente no deja dudas: el consumo excesivo de videos cortos afecta nuestra cognición y salud mental, y el problema no desaparecerá ignorándolo.

Como profesionales de la responsabilidad social, tenemos la oportunidad —y la obligación— de encender la conversación y proponer soluciones. Recuperar la atención, la profundidad y la salud digital no es solo una cuestión personal: es un acto colectivo de bienestar y sostenibilidad humana. Solo así podremos enfrentar un mundo acelerado sin perder nuestra capacidad de pensar, conectar y crear.

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