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La ausencia de valores éticos es uno de los ingredientes principales del actual estancamiento económico

Sólo una cuarta parte de los ciudadanos encuestados creen que las multinacionales atienden a unos principios universales definidos

Los principios endebles o mal formulados contribuyen a generar mala reputación corporativa

Las empresas modernas componen una de las estructuras más importantes de la sociedad, por su potencial para crear riqueza y elevar la capacidad de vida.

Pero en la actualidad las compañías, además de distinguirse por su valor económico y su importancia dentro de la sociedad, esgrimen también una serie de valores que en los últimos tiempos han ido cobrando importancia a pasos agigantados: la transparencia corporativa, la comunicación fluida con los grupos de interés, la preservación medioambiental, la promoción de los derechos laborales…confluyen en un amplio corpus de normas no escritas y de carácter voluntario que engloban los principios de Responsabilidad Social Corporativa de la compañía en cuestión.

Cada vez más, el valor intangible de una empresa se traduce con fuerza en su reputación corporativa y a la larga le sirve como escudo frente al recelo de la sociedad en las épocas de crisis. Hoy en día, y con el escenario económico mundial levantándose renqueante tras la debacle financiera, se impone la necesidad de unos valores firmes, muchos de ellos de carácter universal, de aplicación inmediata a las instituciones económicas mundiales, tal y como expone una reciente encuesta a nivel ciudadano realizada por el Foro Económico Mundial entre las economías del G-20.

El estudio encontró que sólo una cuarta parte de los encuestados creen que las grandes multinacionales ostentan una verdadera “orientación a los valores”. Paradójicamente las pequeñas y medianas empresas, las grandes olvidadas en materia de asunción de políticas de RSC, salen mejor paradas en el documento del Foro de Davos, con un 40% de los encuestados que confían en su buena gestión social y medioambientalmente responsable. El informe subraya la necesidad de un conjunto de valores que deben ser asumidos por las instituciones económicas mundiales.

Ciertamente, el actual escenario empresarial no cumple eficazmente con los principios básicos sociales y ambientales, especialmente en aquellas empresas multinacionales con filiales en los países emergentes, escenario todavía de violaciones en materia de derechos humanos y catástrofes medioambientales provocadas por la actividad empresarial y que contribuyen a acelerar los ya de por sí devastadores efectos del cambio climático.

LA FORTALEZA DE LOS VALORES ESENCIALES

A la hora de definir los valores para el escenario político y económico mundial, el 40% de los encuestados eligió la honestidad, la integridad y la transparencia, el 24% eligió el respeto a los derechos de terceros y la dignidad, el 20% el impacto de las acciones en el bienestar de los demás y el 17% la preservación medioambiental. Por otra parte, casi la mitad de los encuestados, considera que los empleados, los clientes y los accionistas deben ser responsables “por igual” del mantenimiento de una buena gestión basada en principios en la compañía.

Las opiniones de los expertos acerca del valor de los principios éticos en la buena gestión empresarial, e incluso en la creación de valor económico, se apoyan en teorías que estudian y analizan corpus empresariales ajenos al escenario occidental, como el nipón, cuya “fama” apunta a que el fondo moral subyacente a la cultura japonesa es uno de los componentes esenciales del “milagro económico” que la isla llevó a cabo durante la época de bonanza económica posterior a la crisis de los 90. Por el contrario, cuando una empresa se desenvuelve en un clima de deterioro moral, ni despierta confianza ni da seguridad: sus productos pueden estar averiados, sus pagos pueden diferirse, etc.

Así pues, y con mayor razón en unos tiempos en que el managment se está convirtiendo casi en una carrera con enjundia por sí misma, la ética como principio básico de la gestión empresarial protagoniza los debates de los CEOs e incluso está comenzando a a salpicar a los programas de las Escuelas de Negocio, afectadas también por una oleada de mala fama debida al hecho de que la mayoría de los altos directivos involucrados en la crisis financiera global a excepción de Madoff cursaron un MBA en escuelas de reconocido prestigio mundial. A pesar de esta evidencia y de que el momento actual es propicio para la integración de los principios éticos en las escuelas, se está retrasando el momento por el carácter “anticíclico” del modelo de negocio de estos centros, que se nutren de un mayor número de alumnos conforme aumenta el paro en las compañías.

LA REFLEXIÓN, BASE DE LA ÉTICA EMPRESARIAL

A nivel de España, la gestión de los principios éticos alcanza cada más importancia, a medida que las grandes compañías cotizadas llevan a cabo su expansión internacional y herramientas como la “Triple Bottom Line” son exportadas del modelo de gestión norteamericano. A la vez, calmados ya los peores vientos del huracán, las compañías se plantean con mayor profundidad una reflexión profunda sobre las causas de fondo de la crisis económica y sus posibles soluciones, que pasan por la recuperación de los valores de la ética empresarial y el fortalecimiento de la civil ante el nuevo escenario productivo que viene.

Suele haber coincidencia entre los expertos a la hora de apuntar al detrimento de ciertos valores como causa principal de la crisis financiera: la voracidad empresarial y la búsqueda de beneficios a corto plazo y las prácticas dudosas que han terminado causando incertidumbre y recelo entre los stakeholders.

A partir de ahí, las opiniones fluctúan entre los que afirman que sólo y exclusivamente la ética será capaz de sacar al escenario empresarial de la crisis y la importancia que ha de dársele a los valores éticos es clave, y los que mantienen que los valores éticos son útiles para salir de la situación de desconfianza social de los tiempos de vacas flacas pero en las épocas de bonanza económica el capitalismo salvaje es admisible.

En cualquier caso, y en palabras del filósofo Fernando Savater, “libertad y responsabilidad” son las dos caras de la moneda de cambio en el contexto económico, y la ética es la estrategia que dota de eficacia y fiabilidad a la relación de las compañías con los stakeholders, que son al fin y al cabo, el rasero más exigente por el que se mide la reputación corporativa de las compañías, el intangible más valioso en tiempos de zozobra. La ética es, por último, el ingrediente esencial para la receta del liderazgo, en unos tiempos en que la búsqueda de verdaderos líderes y el exceso de gurús circunstanciales se ha convertido en moneda de cambio común.

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