En México, tener un empleo no siempre garantiza una vida digna. Hoy, más de 32 millones de personas trabajan y aun así no logran cubrir sus necesidades básicas. A esto se le conoce como “salarios de pobreza”: ingresos que no alcanzan para comprar dos canastas básicas, lo mínimo para vivir con bienestar.
De acuerdo con El Economista, esta realidad fue documentada en el Ranking estatal de indicadores clave de precariedad laboral elaborado por el Observatorio de Trabajo Digno. El estudio revela los cinco estados con salarios de pobreza más alarmantes del país, donde el trabajo se ha convertido en una trampa que perpetúa la desigualdad.
5 estados con más trabajadores con salarios de pobreza
1. Morelos: el epicentro de la exclusión laboral
Con un preocupante 85% de trabajadores que viven con ingresos insuficientes, Morelos encabeza la lista de los estados con salarios de pobreza. Esto significa que casi nueve de cada diez personas que laboran en este estado no pueden mantener a sus familias con dignidad.
Esta situación se agrava por la falta de acceso a seguridad social y contratos formales. El empleo informal domina, y muchos trabajadores viven al día sin respaldo legal o acceso a servicios de salud. El ciclo de precariedad se repite, generación tras generación.
Para romper este patrón, Morelos requiere una estrategia integral que priorice el trabajo digno, con políticas que fomenten empleos estables, productivos y bien remunerados, además de un ecosistema empresarial más justo y sostenible.

2. Estado de México: crecimiento sin inclusión
El Estado de México ocupa el segundo lugar, con 82% de su población trabajadora bajo condiciones de pobreza laboral. A pesar de ser una de las entidades con mayor desarrollo económico, los beneficios no se distribuyen de forma equitativa entre sus habitantes.
Este estado enfrenta una enorme brecha entre la actividad económica y los derechos laborales. Prevalecen empleos mal pagados, jornadas extensas y una alta rotación que impide la estabilidad financiera. Las mujeres y los jóvenes son los más afectados.
El caso del Estado de México refleja cómo el crecimiento económico no basta si no va acompañado de justicia social. Revertir estos indicadores exige voluntad política, inversión en talento local y un compromiso real con el trabajo decente.
3. Puebla: entre industria y precariedad
En Puebla, 81% de quienes trabajan lo hacen sin percibir ingresos suficientes. Este dato llama la atención considerando que el estado es un polo industrial importante. Sin embargo, la calidad del empleo no ha seguido el ritmo del desarrollo económico.
La informalidad y la subcontratación están profundamente arraigadas. Muchos trabajadores carecen de prestaciones básicas, como seguro médico o ahorro para el retiro. Las condiciones laborales precarias afectan no solo el presente, sino también el futuro de miles de familias.
Si Puebla quiere dejar de formar parte del grupo de estados con salarios de pobreza, necesita enfocar sus políticas públicas en fortalecer la relación entre productividad, derechos laborales y bienestar humano.

4. Chiapas: trabajo sin derechos en el sur del país
Chiapas registra un 80% de personas trabajadoras con salarios que no alcanzan a cubrir lo básico. En esta entidad, la pobreza laboral está fuertemente ligada a otras formas de exclusión, como el rezago educativo y la falta de acceso a servicios públicos.
Gran parte del empleo en Chiapas se da en la informalidad o en actividades agrícolas sin regulación. El acceso a seguridad social y contratos laborales es mínimo, lo que limita el desarrollo económico individual y comunitario.
Superar estas barreras implica no solo mejores empleos, sino también inversión en educación, infraestructura y desarrollo rural. El sur de México no puede seguir siendo olvidado en la conversación nacional sobre justicia laboral.
5. Oaxaca: una deuda histórica con el trabajo digno
Oaxaca completa la lista con un 78% de su fuerza laboral en pobreza. A pesar de su riqueza cultural y diversidad, la entidad sufre los efectos de décadas de abandono institucional que se reflejan en su mercado laboral.
El empleo informal predomina en sectores como el comercio y los servicios. Muchas personas trabajan sin contratos, sin acceso a salud ni pensiones. Esta precariedad limita la movilidad social y perpetúa la desigualdad generacional.
Como uno de los estados con salarios de pobreza, Oaxaca necesita políticas que reconozcan su diversidad territorial y promuevan un modelo de desarrollo basado en derechos laborales, inclusión y sostenibilidad.

El trabajo no puede ser una fábrica de pobreza
Los datos del Observatorio de Trabajo Digno revelan una verdad dolorosa: en cinco estados de México, trabajar no es sinónimo de salir adelante. Las condiciones de precariedad, informalidad y bajos salarios dibujan un mapa de desigualdad que no puede seguir siendo ignorado.
Como personas comprometidas con la responsabilidad social, debemos impulsar un cambio estructural: uno que ponga en el centro a las y los trabajadores. No se trata solo de aumentar el salario mínimo, sino de garantizar condiciones laborales justas, estables y humanas.
Los estados con salarios de pobreza no son casos aislados; son reflejo de un modelo económico que excluye. Transformarlo es urgente, no solo por justicia social, sino por el futuro sostenible que merecemos construir.







