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¿Volar será más peligroso? El cambio climático podría volver los vuelos más turbulentos

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En mayo de 2024, Andrew Davies volaba de Londres a Nueva Zelanda cuando, sin previo aviso, el avión cayó en picada. “Fue como una montaña rusa”, recuerda. Su iPad lo golpeó en la cabeza y el café se derramó por todas partes. La cabina quedó en caos. Aunque salió ileso, otros pasajeros no corrieron con la misma suerte. Geoff Kitchen, de 73 años, falleció por un infarto durante el incidente.

Este tipo de eventos, aunque estadísticamente raros, están creciendo en frecuencia e intensidad. Según expertos, el cambio climático está alterando patrones atmosféricos clave, lo que podría traducirse en mayor turbulencia en vuelos alrededor del mundo. Pero, ¿qué significa esto para los pasajeros, las aerolíneas y el medio ambiente?

Una amenaza creciente: más tiempo en el aire… y más agitado

De acuerdo con la BBC, la mayor turbulencia en vuelos ya no es un fenómeno aislado. Según el profesor Paul Williams, científico atmosférico de la Universidad de Reading, podríamos ver un doble o triple incremento en los episodios de turbulencia severa en las próximas décadas.

Estudios recientes han detectado un aumento del 55% en turbulencias severas sobre el Atlántico Norte desde que los satélites comenzaron a monitorear la atmósfera hace 40 años. Esta ruta, una de las más transitadas entre Europa y América, se ha convertido en un laboratorio climático no intencionado.

 mayor turbulencia en vuelos

Y no es la única región afectada. Áreas como Asia Oriental, el norte de África y el Medio Oriente también están experimentando alteraciones en sus patrones de viento y temperatura, lo que incrementa el riesgo global de vuelos más inestables.

El origen invisible: turbulencia de aire claro y cambio climático

Las turbulencias más preocupantes no son las que se ven venir. La llamada turbulencia de aire claro, causada por cambios abruptos en la corriente en chorro, es invisible al radar y se presenta en cielos despejados. Es, literalmente, una sacudida inesperada en mitad del trayecto.

El cambio climático intensifica estas corrientes de viento al calentar de forma desigual el hemisferio norte y sur. Esto genera mayores contrastes térmicos en altitud y, por ende, un entorno más propenso a la inestabilidad atmosférica.

Este tipo de turbulencia fue responsable de los 19 segundos de caos que vivió Andrew Davies en su vuelo. Una caída de 178 pies en menos de cinco segundos. Una fracción de tiempo que puede cambiar vidas.

¿Qué tan peligroso puede volverse volar?

La mayor turbulencia en vuelos no significa necesariamente que viajar en avión sea mortal. Las alas de las aeronaves comerciales están diseñadas para resistir movimientos extremos. En pruebas destructivas, se ha comprobado que pueden doblarse hasta 25 grados sin romperse.

Sin embargo, lo preocupante no es solo la resistencia del avión, sino la preparación del pasajero. En 2023, casi el 40% de las lesiones graves en vuelos se debieron a turbulencias. El uso del cinturón de seguridad sigue siendo la primera línea de defensa.

 mayor turbulencia en vuelos

Además del riesgo físico, hay un componente emocional. El miedo a volar podría intensificarse. Más de una quinta parte de los adultos en Reino Unido ya declara tener miedo a subirse a un avión. Los episodios como el de Davies alimentan esa ansiedad.

Un impacto que también se siente en tierra

Detrás de cada incidente de mayor turbulencia en vuelos hay una cadena de consecuencias económicas. Las aerolíneas deben inspeccionar los aviones, compensar a los pasajeros, retrasar operaciones y consumir más combustible al desviar rutas.

AVTECH estima que la turbulencia cuesta entre £180,000 y £1.5 millones anuales por aerolínea. Además, las desviaciones para evitar tormentas implican vuelos más largos y, por tanto, más emisiones de CO₂. Solo en 2019, las aerolíneas europeas volaron un millón de kilómetros adicionales por mal clima, generando 19,000 toneladas extra de emisiones.

Este efecto dominó contradice los esfuerzos por hacer la aviación más sostenible, un reto clave en las agendas de responsabilidad social corporativa.

 mayor turbulencia en vuelos

¿Se pueden “turbulenciar” menos los aviones?

La buena noticia es que la tecnología está avanzando. Hoy, se predice con un 75% de precisión la turbulencia de aire claro, gracias a modelos meteorológicos mejorados. Aerolíneas como Southwest ya han modificado su protocolo: ahora aseguran cabinas desde los 18,000 pies, lo que ha reducido un 20% los incidentes con tripulación.

Algunas soluciones van más allá. Korean Airlines dejó de servir noodles en clase turista por el riesgo de quemaduras durante turbulencias. Y la innovación no se detiene: desde sensores que anticipan movimientos del aire hasta inteligencia artificial que adapta las alas en tiempo real, como lo hace la tecnología FALCON del Instituto de Tecnología de California.

Aún así, muchas de estas innovaciones están a décadas de implementarse en vuelos comerciales masivos.

 mayor turbulencia en vuelos

Volar responsablemente en un clima que ya cambió

La mayor turbulencia en vuelos nos plantea una interrogante incómoda: ¿estamos preparados para los efectos colaterales del cambio climático incluso a 10,000 metros de altura? El sector aéreo tiene ante sí un doble reto: reducir su impacto ambiental y adaptarse a un entorno atmosférico cada vez más agresivo.

Desde la perspectiva de responsabilidad social, esto implica no solo tecnología, sino transparencia, prevención y empatía hacia los pasajeros y trabajadores de la aviación. El confort ya no es solo una cuestión de lujo, sino de seguridad.

Y para personas como Andrew Davies, la experiencia ha cambiado su forma de volar. “Hoy no me siento igual al abordar un avión, pero me adapto. Cinturón siempre puesto, incluso en cielos azules.”

La aviación enfrenta turbulencias más allá del aire: un entorno climático cambiante, preocupaciones de seguridad y presiones para reducir su huella de carbono. La mayor turbulencia en vuelos no es solo un fenómeno técnico, es un reflejo de un planeta en transformación.

Frente a este panorama, la respuesta debe ser integral. Tecnológica, sí, pero también ética. Las empresas del sector deben asumir con seriedad su papel frente al cambio climático y apostar por innovaciones que protejan a las personas sin comprometer al planeta. Porque si algo nos enseña cada sacudida en el aire, es que ya no hay altura segura si no hay responsabilidad.

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