La Tierra está entrando en una fase inédita de su historia climática. Al acercarnos —e incluso rozar de forma temporal— el umbral de 1.5 °C de calentamiento global, el planeta comienza a mostrar señales claras de estrés sistémico. Eventos extremos más frecuentes, ecosistemas degradados y una creciente inestabilidad climática ya no son anomalías, sino parte de una nueva normalidad que redefine la relación entre la humanidad y el sistema terrestre.
Este contexto es especialmente preocupante porque no todos los cambios climáticos son reversibles. La ciencia advierte que estamos peligrosamente cerca de activar procesos que, una vez iniciados, no podrían detenerse aunque las emisiones se redujeran drásticamente después. Estos procesos se conocen como puntos de no retorno climático, y su cercanía eleva el riesgo de impactos catastróficos que exceden las capacidades tradicionales de adaptación y gestión del riesgo.
¿Qué son los puntos de no retorno climático y por qué importan ahora?
Los puntos de no retorno climático son umbrales críticos del sistema terrestre que, al ser superados, desencadenan cambios abruptos, autoalimentados y en gran medida irreversibles. A diferencia de los impactos graduales del cambio climático, estos procesos pueden acelerarse de forma no lineal y mantenerse durante siglos o incluso milenios, alterando de manera permanente el equilibrio del planeta.
Principales puntos de no retorno climático identificados por la ciencia
- Colapso de la capa de hielo de Groenlandia
A partir de cierto nivel de calentamiento, la pérdida de masa de hielo se vuelve irreversible, comprometiendo la estabilidad del nivel del mar a escala global durante siglos. - Inestabilidad de la Antártida Occidental
El retroceso de glaciares marinos podría acelerar el aumento del nivel del mar, afectando regiones costeras densamente pobladas y sistemas urbanos críticos. - Degradación irreversible de la Amazonía
La combinación de deforestación y aumento de temperatura puede llevar a un cambio de estado del ecosistema, reduciendo drásticamente su capacidad de absorber carbono. - Deshielo del permafrost
Libera grandes cantidades de metano y dióxido de carbono, intensificando el calentamiento mediante retroalimentaciones difíciles de controlar. - Colapso de los arrecifes de coral
La acidificación y el calentamiento oceánico amenazan con la pérdida casi total de estos ecosistemas, esenciales para la biodiversidad y la seguridad alimentaria.

Estar “cerca” de estos puntos no implica necesariamente que ya se hayan cruzado, sino que el margen de seguridad se ha reducido drásticamente. El Informe Global de Puntos de Inflexión 2025 (GTP), elaborado con la participación de 160 autores de 23 países y 87 instituciones, señala que varios sistemas clave ya muestran signos de inestabilidad a niveles de calentamiento cercanos a 1.5 °C. En este escenario, pequeñas variaciones adicionales de temperatura pueden detonar respuestas desproporcionadas del sistema climático.
Riesgos sistémicos de acercarnos a los puntos de no retorno climático
De acuerdo con el GTP, el primer gran riesgo es perder el control del sistema climático. Al activarse uno o varios puntos de no retorno, se generan retroalimentaciones positivas que refuerzan el calentamiento global, incluso sin un aumento adicional significativo de emisiones humanas. Esto podría empujar al planeta hacia estados climáticos mucho más cálidos y menos habitables.
Desde una perspectiva social, los impactos se multiplican. Aumentan la inseguridad alimentaria, los desplazamientos forzados y la exposición a crisis sanitarias, especialmente en regiones ya vulnerables. Los puntos de no retorno climático no solo representan un desafío ambiental, sino un detonador de crisis humanitarias interconectadas.
En el plano económico y político, estos cambios amenazan la estabilidad global. La pérdida de ecosistemas clave, el estrés sobre los recursos hídricos y alimentarios, y el aumento de eventos extremos pueden intensificar tensiones geopolíticas y profundizar las desigualdades. El informe subraya que estos riesgos no se distribuyen de manera equitativa, planteando un desafío central para la justicia climática y la responsabilidad social.

Qué recomienda el informe para minimizar la crisis climática
Cambiar la estrategia climática global
El informe es contundente: la prioridad debe ser reducir de inmediato y de forma sostenida las emisiones de gases de efecto invernadero. Cada décima de grado cuenta para evitar los puntos de no retorno climático, y retrasar la acción incrementa exponencialmente los riesgos. Apostar por reducciones futuras o compensaciones inciertas ya no es una estrategia viable.
Transformar la gobernanza climática
Se requiere un cambio profundo en la forma en que se gobierna la acción climática. Esto implica pasar de compromisos voluntarios a marcos regulatorios vinculantes, fortalecer la cooperación internacional y garantizar financiamiento suficiente. La gobernanza debe integrar criterios de justicia climática y responsabilidad histórica, reconociendo que los impactos no afectan a todos por igual.
Reformar los sistemas alimentarios
El informe identifica a los sistemas alimentarios como un eje clave de la crisis climática. Reducir la presión sobre ecosistemas críticos, transformar los modelos de producción y consumo, y disminuir el desperdicio de alimentos son acciones esenciales para limitar el calentamiento y evitar puntos de no retorno.
Proteger y restaurar ecosistemas clave
La protección de bosques, océanos, humedales y otros ecosistemas estratégicos es fundamental para mantener la estabilidad climática. Estos sistemas funcionan como amortiguadores naturales y su degradación acerca peligrosamente al planeta a cambios irreversibles. Restaurarlos no es opcional, sino una estrategia climática central.
Acelerar una transición justa
Finalmente, el informe subraya que la acción climática solo será efectiva si es socialmente justa. Esto implica proteger a las comunidades más vulnerables, invertir en capacitación y empleo verde, y asegurar que la transición no profundice desigualdades existentes. Evitar los puntos de no retorno climático requiere un enfoque que combine ambición ambiental con equidad social.

El límite no es abstracto, es ahora
Hablar de puntos de no retorno ya no es una advertencia lejana, sino una descripción precisa del momento histórico que atravesamos. La cercanía a los puntos de no retorno climático redefine la urgencia de la acción y expone los límites de las respuestas incrementales. El margen de maniobra existe, pero se está cerrando rápidamente.
Para quienes trabajan en responsabilidad social, sostenibilidad y toma de decisiones estratégicas, el mensaje es claro: no se trata solo de gestionar impactos, sino de evitar umbrales que harían insuficiente cualquier esfuerzo posterior. La ciencia ha trazado el mapa de los riesgos; ahora, la diferencia entre cruzar o no esos límites depende de las decisiones que se tomen hoy.







