En diciembre de 2021, el tifón Rai —conocido localmente como Odette— golpeó Filipinas con una fuerza devastadora. Más de 400 personas murieron, alrededor de 1,400 resultaron heridas y miles de familias perdieron sus hogares en cuestión de horas. Lo que para muchos fue una tragedia climática más, para otras personas se convirtió en el punto de partida de una batalla legal sin precedentes.
De acuerdo con un artículo de edie, hoy, más de 100 sobrevivientes de aquel fenómeno extremo buscan justicia fuera de su país. Su argumento es tan contundente como complejo: la quema de combustibles fósiles ha intensificado eventos meteorológicos como el que destruyó sus vidas. Bajo esta lógica, demandan a Shell en los tribunales del Reino Unido, señalando una responsabilidad directa en el agravamiento de la tormenta.
El tifón Rai y las vidas que cambió para siempre
El impacto del tifón Rai no se midió solo en infraestructura destruida, sino en historias truncadas. Comunidades enteras quedaron arrasadas, con familias separadas y medios de vida perdidos. Para quienes sobrevivieron, la reconstrucción ha sido lenta y profundamente desigual.
Muchos de los demandantes no solo perdieron sus casas, sino también a seres queridos. La magnitud del desastre evidenció la vulnerabilidad de regiones que, aunque contribuyen mínimamente a las emisiones globales, enfrentan de manera desproporcionada los efectos del cambio climático.
Ciencia climática y atribución de responsabilidades
Las investigaciones en atribución climática han avanzado de forma significativa en los últimos años. En el caso del tifón Rai, diversos estudios concluyen que el cambio climático inducido por la actividad humana más que duplicó la probabilidad de que ocurriera un evento de esta magnitud.
Este tipo de análisis ha transformado el debate público y legal. Ya no se trata solo de si el cambio climático existe, sino de identificar quiénes han contribuido de manera sustancial a intensificar sus impactos y cómo esa contribución puede traducirse en responsabilidades concretas.
Por qué demandan a Shell en tribunales del Reino Unido
La elección del Reino Unido como sede judicial no es casual. Shell tiene ahí su domicilio social, lo que abre la puerta a que el caso sea escuchado por tribunales británicos, aun cuando los daños ocurrieron en Filipinas.
La estrategia legal busca aplicar la legislación filipina, argumentando que el perjuicio se produjo en ese país. Esta combinación refleja una tendencia creciente en litigios climáticos: utilizar jurisdicciones corporativas para exigir rendición de cuentas por impactos globales.

El peso histórico de las emisiones corporativas
Uno de los ejes centrales del caso es el historial de emisiones de la compañía. Los demandantes sostendrán que Shell no puede alegar desconocimiento, ya que ha sido responsable de más del 2% de las emisiones energéticas globales históricas, colocándola entre los diez mayores emisores del mundo.
Desde esta perspectiva, la demanda no busca atribuirle toda la culpa del cambio climático, sino reconocer su contribución significativa. El argumento ético es claro: quienes más han contaminado deben asumir una mayor responsabilidad frente a los daños que hoy enfrentan comunidades vulnerables.
Lo que implica que demandan a Shell para la justicia climática
Shell, por su parte, ha anticipado su defensa. La empresa sostiene que no tenía conocimiento exclusivo sobre los efectos de las emisiones y que no sería justo imponerle sanciones legales sin hacer lo mismo con otras compañías similares.
Este punto abre un debate clave para la justicia climática: ¿es válido señalar a una empresa cuando el problema es sistémico? Para las personas demandantes, la respuesta es sí, especialmente cuando el impacto de esa empresa ha sido tan relevante y documentado.

Antecedentes legales y giros estratégicos de la empresa
El caso se da en un contexto legal complejo. En 2024, Shell ganó una apelación contra un fallo previo de un tribunal holandés que le ordenaba reducir sus emisiones absolutas en un 45% durante esta década. El juez concluyó que no era justo imponer una obligación específica a una sola empresa.
Desde entonces, la compañía ha dado marcha atrás en algunos de sus objetivos climáticos y planes de inversión en energías renovables, particularmente tras la llegada de Wael Sawan como director ejecutivo en 2023. Estos cambios han generado cuestionamientos sobre la coherencia entre su discurso y sus decisiones estratégicas.
La demanda presentada por los sobrevivientes del tifón Rai no es solo un proceso legal; es un símbolo del creciente reclamo global por justicia climática. Historias como la de Trixy Elle, quien afirma que su motivación es proteger el futuro de sus hijos, ponen rostro humano a debates que suelen quedarse en cifras y compromisos corporativos.
Más allá del fallo que eventualmente emitan los tribunales, este caso marca un precedente importante. Plantea preguntas incómodas para las grandes corporaciones y para el sistema económico en su conjunto: ¿quién asume los costos reales del cambio climático y hasta dónde llega la responsabilidad empresarial en un mundo cada vez más afectado por eventos extremos?







