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¿Por qué la IA es clave para reducir emisiones, pese a su alto consumo energético?

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La inteligencia artificial (IA) se ha convertido en una herramienta estratégica para empresas de todo el mundo, especialmente en los sectores de energía y tecnología. Aunque muchos expertos alertan sobre su alto consumo energético, un número creciente de líderes empresariales reconoce que la IA puede ser un aliado fundamental en la transición hacia operaciones más sostenibles. La clave está en cómo se implementa y en el enfoque que las compañías adoptan para integrar eficiencia energética en su desarrollo.

Una encuesta global realizada por KPMG a más de 1,200 responsables de la toma de decisiones en 20 países revela que casi nueve de cada diez líderes creen que la IA puede facilitar el logro de sus objetivos de cero emisiones netas. Dos tercios de los encuestados consideran que la IA tendrá un impacto positivo en el clima en los próximos tres años, mientras que apenas un pequeño porcentaje teme que genere daños significativos al medio ambiente. Esta visión positiva destaca la creciente percepción de la IA para reducir emisiones como una oportunidad y no solo como un desafío.

La IA como motor de eficiencia energética

Comparte un artículo de edie que, a pesar de su alto consumo, la IA puede transformar la manera en que las empresas gestionan sus recursos. Herramientas de análisis avanzadas permiten optimizar el uso de energía, prever demandas y reducir pérdidas operativas, generando impactos medibles en las emisiones. Según McKinsey, el potencial a largo plazo de la IA se estima en 4,4 billones de dólares por aumento de productividad, lo que demuestra que su implementación estratégica no solo aporta valor económico, sino también ambiental.

Las compañías ya están respondiendo: seis de cada diez priorizan mejorar la eficiencia energética de sus operaciones, y la mitad se concentra en optimizar los modelos de IA para que consuman menos energía. Este enfoque demuestra que, aunque la IA requiere recursos, su implementación puede generar un retorno positivo en términos de sostenibilidad, convirtiéndose en un instrumento clave de la IA para reducir emisiones.

IA para reducir emisiones

Aplicaciones específicas con impacto ambiental

Los beneficios de la IA se observan en múltiples frentes. Las empresas destacan aplicaciones como la contabilidad de carbono en tiempo real, la optimización de redes inteligentes y la predicción de cortes de suministro, así como el análisis de patrones climáticos para una planificación energética más eficiente. Cada una de estas acciones contribuye a una reducción directa de emisiones y un uso más racional de los recursos naturales.

Además, la IA permite una respuesta más ágil a la demanda y la previsión de carga en tiempo real, lo que evita desperdicios energéticos. Estas capacidades son especialmente valiosas en sectores con alta huella de carbono, donde incluso pequeños ajustes en la eficiencia pueden generar impactos significativos.

La evidencia apunta a que la IA para reducir emisiones no es solo una promesa futura, sino una herramienta concreta que ya está en acción.

El dilema del consumo energético

No obstante, la expansión de la IA también plantea retos. Un estudio de la Universidad de Cornell reveló que la IA generativa podría consumir hasta 33 veces más energía que el software tradicional para tareas específicas. La Agencia Internacional de la Energía proyecta que la electricidad destinada a centros de datos se duplicará con creces entre 2024 y 2030, alcanzando los 1,000 TWh, lo que podría intensificar la dependencia de combustibles fósiles.

A esto se suma el uso de agua para la refrigeración de centros de datos mal diseñados, lo que agrava el estrés hídrico en comunidades locales. Sin embargo, como señala Wafa Jafri de KPMG Reino Unido, “la IA no debe verse como un obstáculo, sino como un facilitador de los objetivos de sostenibilidad”. Con un diseño responsable y tecnologías complementarias, es posible mitigar estos impactos y aprovechar el potencial de la IA de manera ambientalmente consciente.

Inversión y adopción estratégica

La mayoría de las empresas reconoce que la adopción de la IA es inevitable y beneficiosa. Según la encuesta de KPMG, el 92% de las compañías planea aumentar sus inversiones en IA durante los próximos tres años, acelerando su adopción en procesos estratégicos. Esta tendencia evidencia que la sostenibilidad y la innovación tecnológica pueden avanzar de manera conjunta, y que la IA será un componente central en la estrategia ambiental corporativa.

Al integrar la IA con objetivos claros de eficiencia energética y reducción de emisiones, las empresas pueden generar impactos positivos tanto en su rentabilidad como en el planeta. La clave está en invertir en soluciones que maximicen los beneficios ambientales y minimizar los riesgos asociados al consumo energético.

La IA representa un cambio de paradigma en la forma en que las empresas abordan la sostenibilidad. Si bien su consumo energético es un desafío real, las aplicaciones inteligentes y estratégicas permiten reducir emisiones, optimizar recursos y fortalecer la resiliencia de los sistemas energéticos. La evidencia muestra que, bien utilizada, la IA es un catalizador de la transición hacia un futuro más verde.

En última instancia, el equilibrio entre innovación y responsabilidad será determinante. Las empresas que inviertan en la IA para reducir emisiones con un enfoque integral podrán no solo cumplir con sus metas climáticas, sino también generar un impacto positivo duradero en la sociedad y el planeta. La tecnología, cuando se maneja con conciencia, se convierte en un aliado indispensable en la lucha contra el cambio climático.

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