La brecha entre la preocupación por el cambio climático y la acción empresarial efectiva es cada vez más evidente. Según la última edición del Barómetro Global de Acción Climática de EY, aunque más de nueve de cada diez empresas evalúan los riesgos físicos del clima, menos de la mitad ha comenzado a implementar medidas de adaptación que protejan sus modelos de negocio. La desconexión entre conciencia y acción podría traducirse en costos millonarios para las compañías.
De acuerdo con un artículo de edie, el impacto económico de la inacción climática ya no es un concepto abstracto. El estudio revela que muchas empresas proyectan que la falta de acción estratégica les costará, en promedio, hasta un 15 % de sus ingresos anuales. Este dato refleja la magnitud de las pérdidas económicas por inacción climática, un riesgo que la mayoría de las organizaciones todavía no comunica a sus grupos de interés, subestimando las consecuencias financieras y reputacionales que podrían enfrentar.
La brecha entre evaluación y acción
Aunque la mayoría de las empresas reconoce la amenaza del cambio climático, solo un tercio evalúa de manera sistemática el impacto financiero de actuar o no hacerlo frente a riesgos físicos y de transición. Esto significa que muchas decisiones se toman sin una comprensión completa de los costos reales, aumentando las probabilidades de pérdidas económicas por inacción climática. Sin planes claros de adaptación, los modelos de negocio quedan expuestos a disrupciones inesperadas, desde interrupciones de la cadena de suministro hasta impactos en la demanda de sus productos.
Además, la mitad de las empresas carece de objetivos sólidos para reducir sus emisiones indirectas (Alcance 3), que suelen constituir la mayor parte de la huella climática. La dependencia excesiva de compensaciones de carbono y objetivos poco ambiciosos son señales de que la acción empresarial sigue siendo insuficiente. La evidencia muestra que evaluar riesgos sin actuar no protege los ingresos: simplemente posterga el costo de la inacción.

Planes de transición: una oportunidad estratégica
A pesar de los desafíos, dos tercios de las empresas ya cuentan con un plan de transición, que detalla no solo la reducción de emisiones, sino también la transformación de productos y servicios, la capacitación del personal y la gestión de inversiones sostenibles. Estos planes representan una hoja de ruta para minimizar las pérdidas económicas por inacción climática, alineando la rentabilidad con la sostenibilidad y fortaleciendo la resiliencia frente a un entorno global cada vez más volátil.
La Dra. Velislava Ivanova, de EY, subraya que estos planes no son opcionales:
“Las empresas que acepten el reto y adapten sus modelos de negocio para cumplir los objetivos climáticos serán las que prosperen”.
Implementar estrategias de transición sólidas es ahora un imperativo no solo ambiental, sino financiero, donde la planificación cuidadosa puede marcar la diferencia entre pérdidas millonarias y crecimiento sostenible.
Riesgos financieros y reputacionales
El Barómetro de EY evidencia que muchas compañías todavía no han revelado las posibles pérdidas derivadas de la inacción climática a sus stakeholders. Esto no solo genera vulnerabilidad frente a impactos financieros directos, sino que también compromete la confianza de inversores, clientes y reguladores. La transparencia en la comunicación y la acción coherente con objetivos científicos son esenciales para mitigar riesgos y fortalecer la reputación corporativa.

Al no establecer metas ambiciosas basadas en la ciencia, las empresas dejan de aprovechar oportunidades estratégicas de innovación sostenible y reducción de costos a largo plazo. La acción climática deja de ser un mero cumplimiento normativo y se convierte en una herramienta de competitividad. Quienes ignoran esta realidad se exponen a pérdidas crecientes y a un debilitamiento de su posición en el mercado.
Adaptación y resiliencia: la clave del futuro
Invertir en planes de transición efectivos implica evaluar riesgos, establecer objetivos claros y comprometerse con acciones verificables. Las empresas que internalizan esta visión reducen su exposición a desastres climáticos, fluctuaciones regulatorias y cambios en la demanda, protegiendo sus ingresos y su valor de mercado. La planificación proactiva transforma riesgos en oportunidades, fortaleciendo tanto la sostenibilidad ambiental como la financiera.
Los líderes empresariales que incorporen la adaptación climática como parte integral de su estrategia estarán mejor posicionados para enfrentar los desafíos del siglo XXI. Más allá de la reducción de emisiones, se trata de asegurar la continuidad del negocio, fortalecer la reputación y generar confianza en todos sus stakeholders. La acción climática deja de ser opcional: es una inversión estratégica para evitar pérdidas millonarias y garantizar un futuro competitivo.
El mensaje es claro: la inacción climática tiene un precio tangible. Las pérdidas económicas por inacción climática podrían afectar hasta un 15 % de los ingresos anuales de las empresas, un riesgo que no puede ignorarse. La diferencia entre aquellas compañías que prosperen y las que queden rezagadas dependerá de su capacidad para convertir la conciencia en acción estratégica.
Implementar planes de transición sólidos, basados en ciencia y con objetivos ambiciosos, es el camino para proteger tanto el negocio como el planeta. Las empresas que lideren con responsabilidad y visión climática no solo mitigarán riesgos financieros: consolidarán su reputación, ganarán competitividad y dejarán una huella positiva que trasciende sus resultados económicos.







