El crecimiento del uso de vapeadores entre adolescentes preocupa a especialistas en salud pública y organizaciones internacionales. Según información de The Guardian, un estudio demostró que los jóvenes que recurren a estos dispositivos tienen hasta tres veces más probabilidades de iniciarse en el consumo de tabaco en comparación con quienes nunca los utilizan.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) califica esta tendencia como alarmante, pues tan solo en el Reino Unido el 20 % de los jóvenes de 11 a 17 años ya ha probado el vapeo, cifra que triplica la registrada en 2020. Además, investigaciones recientes señalan, además, riesgos adicionales como el aumento de diagnósticos de asma, problemas de salud mental y mayor vulnerabilidad a otras conductas nocivas.
El uso de vapeadores como puerta de entrada al tabaquismo
Un análisis publicado en la revista Tobacco Control, basado en 56 revisiones científicas, confirma que los adolescentes que vapean son significativamente más propensos a fumar cigarrillos tradicionales. Aunque no se ha establecido una relación causal definitiva, la evidencia observacional es consistente y respalda la necesidad de medidas preventivas estrictas.
El Dr. Ronny Cheung, del Real Colegio de Pediatría, subraya que estos resultados se suman a la creciente preocupación global por el impacto del vapeo juvenil:
“[El estudio publicado] se suma a la creciente evidencia de que el vapeo entre los jóvenes es una seria amenaza para la salud y el bienestar, con fuertes vínculos con el tabaquismo y otros comportamientos nocivos”.
El especialista instó a los gobiernos a no retrasar legislaciones que limiten sabores, empaques atractivos y estrategias de mercadotecnia dirigidas a menores.
Por su parte, Hazel Cheeseman, directora ejecutiva de Action on Smoking and Health, afirma que, aunque los vapeadores pueden ser útiles para adultos que buscan dejar de fumar, representan riesgos graves para los adolescentes. Su fácil acceso y el atractivo de los sabores hacen urgente regular el mercado.
Este escenario plantea un dilema para la responsabilidad social empresarial: las compañías que fabrican o distribuyen vapeadores deben considerar no solo la regulación legal, sino también su obligación ética de proteger a los menores de edad.
Riesgos para la salud más allá del tabaquismo
El estudio también documenta otros problemas asociados con el uso de vapeadores en jóvenes, como el incremento de entre 20 % y 36 % en el riesgo de desarrollar asma y un 44 % en el empeoramiento de síntomas respiratorios. Además, se reportan vínculos con dolores de cabeza, mala salud bucal, tos persistente y posibles lesiones físicas derivadas del mal uso de los dispositivos.
Especialistas como el Dr. Stephen Burgess, de la Universidad de Cambridge, señalan que, aunque los datos no prueban causalidad, las asociaciones detectadas son amplias y de gran magnitud. Esto sugiere la necesidad de aplicar políticas públicas con un principio de precaución.
Asimismo, diversos expertos advierten sobre el impacto psicológico: el vapeo se relaciona con mayores tasas de ansiedad y depresión en adolescentes, lo que podría reforzar un ciclo de consumo nocivo y vulnerabilidad emocional.
Estos hallazgos obligan a reforzar la vigilancia y la educación preventiva en las escuelas, involucrando tanto a autoridades como a empresas del sector para reducir los riesgos potenciales.
Controversia y críticas a la evidencia científica
Algunos investigadores, como la profesora Ann McNeill del King’s College de Londres, advierten que la calidad de varios estudios revisados es “críticamente baja”. Argumenta que la correlación entre vapeo y tabaquismo podría explicarse también por factores como personalidades impulsivas o la búsqueda de sensaciones fuertes.
John Dunne, de la Asociación de la Industria del Vapeo del Reino Unido, considera que muchos análisis sobre el tema carecen de rigor y que demonizar el vapeo puede desinformar a los fumadores adultos que buscan alternativas menos dañinas.
Sin embargo, la consistencia de la evidencia documentada por la profesora Su Golder, de la Universidad de York, apunta a la necesidad de reforzar la prevención. Según Golder, “en múltiples estudios, los jóvenes que usan cigarrillos electrónicos tienen mayor probabilidad de fumar en el futuro”.
Este debate subraya la importancia de que las políticas públicas no solo se basen en evidencia científica sólida, sino que integren un enfoque de salud pública y responsabilidad social para equilibrar intereses industriales con la protección de menores. Por su parte, un portavoz del Departamento de Salud y Asistencia Social del Reino Unido advirtió:
“Nuestro consejo de salud es claro: si bien los vapeadores son menos dañinos que fumar y pueden ser una ayuda eficaz para dejar de fumar, los niños y los no fumadores nunca deberían vapear”.
Medidas urgentes para frenar el uso juvenil
Frente al rápido aumento del uso de vapeadores, gobiernos y organismos internacionales proponen regulaciones más estrictas. El Reino Unido avanza en un proyecto de ley que, como explicó el portavoz del Departamento de Salud y Asistencia Social del Reino Unido, prohíbe los vapeadores desechables y restringe su promoción a menores:
“Estamos tomando medidas decisivas a través del proyecto de ley histórico sobre el tabaco y los vaporizadores, y la prohibición de los vaporizadores de un solo uso, que pondrá fin al ciclo de adicción y evitará que la próxima generación se vuelva adicta a la nicotina”.
La OMS apoya estas iniciativas y advierte que la inacción podría crear una nueva generación dependiente de la nicotina. Estas regulaciones buscan cerrar la brecha entre la evidencia científica y las políticas efectivas de prevención.
Para el sector empresarial, esta coyuntura representa una oportunidad de implementar estrategias de autorregulación y transparencia, anticipándose a futuras sanciones y protegiendo su reputación. Actuar con responsabilidad social puede marcar la diferencia entre ser visto como parte del problema o como aliado de la salud pública.
El reto ahora es doble: proteger a los menores y evitar que las medidas restrinjan injustamente el acceso a los adultos que utilizan estos productos como una herramienta para dejar el cigarro.
Una amenaza para la salud adolescente
La evidencia actual sugiere que el uso de vapeadores entre jóvenes no es un fenómeno inocuo. Las asociaciones con tabaquismo posterior, asma, problemas mentales y otros riesgos de salud justifican la adopción inmediata de políticas preventivas.
Para quienes toman decisiones en el ámbito de la responsabilidad social, el desafío es claro: actuar con base en datos sólidos, proteger a las poblaciones vulnerables y contribuir a detener una tendencia que podría comprometer el bienestar de toda una generación.
