- Advertisement -
Entendiendo la Responsabilidad Social¿Qué significa ser una empresa feminista? Más allá del 8 de marzo

¿Qué significa ser una empresa feminista? Más allá del 8 de marzo

Banner Economía Circular Banner Economía Circular

Cada año, el 8 de marzo se llena de comunicados, moños morados y publicaciones que buscan solidarizarse con las mujeres. Sin embargo, más allá de las campañas conmemorativas, surge una pregunta fundamental: ¿cómo luce el compromiso real de una empresa con la equidad de género durante todo el año?

Hablar de una empresa feminista implica ir más allá del marketing y de la corrección política. Es asumir un posicionamiento estructural que transforma sus procesos internos, su cultura laboral y su impacto social. Para las personas profesionales en responsabilidad social, esto representa una oportunidad y también un reto profundo: pasar del discurso a la acción.

De la conmemoración al compromiso permanente

Una empresa feminista no se define por lo que publica en marzo, sino por las decisiones que toma los otros 364 días del año. Esto incluye revisar sus prácticas laborales, políticas de contratación y criterios de liderazgo con una mirada interseccional y de justicia de género.

Muchas empresas todavía caen en el “feminismo performativo”: lanzan campañas emotivas pero no respaldan internamente los valores que promueven. El riesgo de caer en el llamado “purplewashing” —una forma de lavado de imagen con causas feministas— es alto si no hay una coherencia estructural.

Por ello, asumir este compromiso implica una transformación sistémica. Desde los protocolos para prevenir el acoso hasta la participación equitativa en la toma de decisiones, cada acción cuenta. No es una moda, es una convicción ética y estratégica.

qué significa ser una empresa feminista

Liderazgos que rompen techos de cristal

Una empresa que se autodefine como feminista no puede seguir operando con modelos verticales donde las mujeres apenas tienen acceso a puestos directivos. Invertir en liderazgos femeninos —y diversos— no es sólo un tema de equidad, también mejora la rentabilidad y la innovación.

Los estudios son contundentes: los equipos con mayor diversidad de género toman mejores decisiones y generan mayores retornos financieros. Aun así, muchas compañías siguen operando bajo sesgos inconscientes que frenan el desarrollo profesional de sus colaboradoras.

Una empresa feminista cuestiona estos sesgos, redefine el concepto de liderazgo y apuesta por modelos más horizontales, participativos y empáticos. Impulsa redes de mentoría, programas de capacitación y procesos transparentes de promoción.

Cultura organizacional con perspectiva de género

Una verdadera transformación comienza por dentro. Si la cultura organizacional refuerza estereotipos o tolera actitudes sexistas, no importa cuántas campañas se lancen hacia afuera: la incoherencia será evidente.

Una empresa feminista cultiva espacios seguros, inclusivos y libres de violencia. Esto se traduce en protocolos efectivos, canales de denuncia confidenciales, acompañamiento psicológico y sanciones claras para casos de acoso o discriminación.

Además, se fomenta un lenguaje inclusivo y se valoran distintas formas de liderazgo. Se reconoce que el trabajo de cuidado también es parte de la conversación, permitiendo esquemas flexibles y condiciones que favorezcan la corresponsabilidad.

qué significa ser una empresa feminista

El poder de la cadena de valor

Una empresa que se asume feminista también debe extender su compromiso a su cadena de valor: proveedores, aliados, contratistas y comunidades deben alinearse a una visión de equidad. No basta con aplicar buenas prácticas en casa.

Por ejemplo, revisar si los productos provienen de entornos laborales dignos para las mujeres, o si las campañas de marketing reproducen estereotipos, es parte de la coherencia esperada. También lo es impulsar alianzas con cooperativas de mujeres, emprendimientos sociales o liderazgos femeninos en territorios vulnerables.

Una empresa feminista ve en su cadena de valor una palanca para el cambio sistémico. Integra criterios de género en sus compras, licitaciones y alianzas estratégicas, generando así un impacto más profundo y sostenible.

Indicadores y rendición de cuentas

El compromiso sin medición es sólo una declaración. Una empresa feminista debe construir indicadores claros que le permitan monitorear avances, corregir el rumbo y rendir cuentas de manera pública y periódica.

Estos indicadores pueden incluir la brecha salarial, la representación femenina en distintos niveles jerárquicos, la implementación de protocolos, o la satisfacción de las empleadas respecto a la cultura organizacional.

Transparencia, trazabilidad y mejora continua son claves. Incluir auditorías externas con perspectiva de género y abrir canales de participación para escuchar las voces de las mujeres dentro de la organización también forma parte del compromiso.

qué significa ser una empresa feminista

Narrativas coherentes y éticas

Una marca que quiere posicionarse como empresa feminista debe cuidar con rigor el tipo de mensajes que comunica. Usar causas sociales como estrategia de venta puede ser contraproducente si no hay coherencia entre el decir y el hacer.

El storytelling corporativo debe reflejar las voces reales de las mujeres de la organización, visibilizar su liderazgo y mostrar el impacto concreto de las políticas aplicadas. No se trata de romantizar el empoderamiento, sino de mostrarlo con hechos.

Además, hay que ser sensibles a la diversidad: no todas las mujeres viven las mismas realidades. Una empresa feminista se comunica desde una postura ética, plural y responsable, evitando apropiarse de luchas ajenas para fines comerciales.

Un compromiso que trasciende lo simbólico

Convertirse en una empresa feminista no es un destino, sino un camino constante de revisión, aprendizaje y transformación. Es una postura política —en el mejor sentido del término— que exige coherencia, valentía y visión de futuro.

Más allá del 8 de marzo, el verdadero activismo empresarial se vive en la toma de decisiones diaria, en los presupuestos, en las políticas y en la forma en que se distribuye el poder. Las empresas tienen hoy una oportunidad histórica de contribuir a un cambio profundo.

Y como profesionales de la responsabilidad social, nos corresponde impulsar esta conversación, cuestionar lo establecido y acompañar a las organizaciones en su tránsito hacia una cultura más justa, más equitativa y, sí, más feminista.

PLATIQUEMOS EN REDES SOCIALES

spot_img
spot_img
spot_img

Lo más reciente

DEBES LEER

TE PUEDE INTERESAR