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¿Chicharito Hernández machista? Pide a las mujeres cuidar, limpiar y sostener el hogar

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Cuando una figura pública con millones de seguidores habla, sus palabras no solo hacen eco: moldean percepciones, normalizan conductas y pueden, incluso, abrir la puerta a retrocesos sociales. Así ocurrió con Javier “Chicharito” Hernández, quien recientemente se volvió tendencia por declaraciones que encendieron el debate sobre el machismo y el rol de los atletas como modelos de conducta.

Con frases que invitan a las mujeres a “encarnar su energía femenina” cuidando y limpiando, y que señalan que están “fracasando” por erradicar la masculinidad, el delantero de Chivas provocó una oleada de indignación que alcanzó a autoridades, figuras públicas, colectivos e incluso a su propio club y patrocinadores. El caso abre una conversación urgente: ¿qué sucede cuando un deportista influye negativamente en los valores de equidad e inclusión?

El problema no es el mensaje, es el megáfono

Las declaraciones del Chicharito Hernández no son nuevas en el ecosistema digital. En redes sociales abundan los contenidos que promueven la idea de que los hombres deben liderar y las mujeres obedecer, bajo una aparente narrativa de “energías complementarias”. Lo preocupante es que esta vez, el mensajero no es un influencer cualquiera: es un futbolista que representa a México, con voz en medios internacionales.

En una sociedad aún marcada por brechas de género, este tipo de discursos no son inocuos. Al provenir de un ídolo del deporte, ganan legitimidad entre jóvenes que están en proceso de formar su identidad. ¿Qué significa para un niño o una niña que su referente afirme que “las mujeres están fracasando”? ¿Qué refuerza eso en los hogares, escuelas o equipos deportivos?

La responsabilidad social de los líderes de opinión —como los atletas— implica ser conscientes del impacto de sus palabras. En lugar de promover estereotipos de género, deberían usar su plataforma para fomentar la igualdad y el respeto. Lo contrario es una falta grave.

Instituciones que sí levantaron la voz

Frente al revuelo, diferentes voces se alzaron. La presidenta Claudia Sheinbaum afirmó que las declaraciones del Chicharito Hernández reflejan que “tiene mucho que aprender sobre las mujeres”. Fue clara: las mujeres pueden ser lo que quieran ser, desde madres y líderes hasta comandantas de las Fuerzas Armadas. Su mensaje no fue para polemizar, sino para educar.

La Secretaría de las Mujeres también tomó postura. Con un comunicado en redes sociales, condenaron la difusión de mensajes sexistas y subrayaron que las mujeres tienen derecho a elegir su camino fuera de los estereotipos. Lo importante no fue solo el contenido del mensaje institucional, sino que marcó una postura pública, oficial y firme.

Este tipo de respuestas son fundamentales en un entorno mediático que tiende a trivializar los discursos discriminatorios. La omisión de instituciones puede leerse como complicidad. En contraste, su posicionamiento deja claro que los valores democráticos y de equidad deben ser defendidos sin titubeos.

Postura institucional: Chivas, Puma y la FMF

El Club Deportivo Guadalajara, al que actualmente pertenece Chicharito, publicó un breve comunicado en el que reiteró su compromiso con la equidad de género y el respeto dentro y fuera de la cancha. Aunque no mencionaron directamente al delantero, dejaron en claro que “el futbol debe ser una plataforma para la inclusión, el respeto y el cambio positivo”. Fuentes internas señalaron que se ha abierto un proceso de revisión interna sobre el impacto de estas declaraciones.

Por su parte, la marca deportiva Puma —patrocinadora oficial del jugador— declaró que no comparte ni respalda las opiniones emitidas. En su mensaje, reafirmaron su política global de respeto y equidad, y aseguraron que “se mantendrán atentos a los desarrollos para garantizar que sus embajadores representen adecuadamente los valores de la marca”.

La Federación Mexicana de Futbol (FMF) también emitió un posicionamiento breve pero contundente. Subrayó que todos los jugadores que forman parte de las selecciones nacionales o de los clubes afiliados deben conducirse con responsabilidad y apego a los principios de igualdad y no discriminación. “Nuestro compromiso con el respeto y la equidad es inquebrantable”, señalaron.

Estas posturas institucionales reflejan un cambio de época: las organizaciones deportivas ya no pueden guardar silencio ante discursos que promuevan la desigualdad. Su respuesta también sienta un precedente sobre el tipo de liderazgo que esperan de quienes portan su camiseta o su escudo.

Respuesta femenina desde la cancha

Una de las respuestas más contundentes provino del mismo entorno de Chicharito: sus compañeras del equipo femenil de Chivas. Jugadoras como Blanca Félix y Daniela Delgado compartieron un video que contextualiza el debate: limpiar no es opresión, pero reducir el rol de las mujeres al cuidado del hogar sí lo es.

Este gesto trasciende el simple acto de compartir contenido. Representa una postura colectiva de mujeres deportistas que, día a día, luchan por un espacio en un ambiente históricamente masculinizado. Ellas conocen bien lo que significa desafiar estereotipos y alzar la voz dentro de una industria que aún carga con sesgos estructurales.

El gesto también deja claro que el futbol no es una sola voz ni un discurso unificado. Hay muchas narrativas en juego, y la de las mujeres en el deporte está cada vez más presente, más firme y más incómoda para quienes prefieren mantener privilegios intactos.

Influencia digital con consecuencias reales

Las declaraciones del Chicharito Hernández son solo una parte del fenómeno más amplio de cómo los atletas han pasado de ser solo deportistas a convertirse en influenciadores ideológicos. Sus redes sociales, más allá del entretenimiento, se convierten en espacios donde se reproducen modelos sociales, para bien o para mal.

Con esa visibilidad viene una gran responsabilidad. Ya no se trata solo de meter goles o dar entrevistas. Ahora, sus palabras tienen el poder de reforzar o desmontar estructuras de poder. Y eso implica que los clubes, las marcas patrocinadoras y las instituciones deportivas también deben decidir si quieren asociarse con ese tipo de mensajes.

El deporte, como parte de la cultura popular, tiene el potencial de transformar mentalidades. Pero también puede reforzar violencias. Lo que está en juego no es una opinión personal, es el impacto social que genera.

¿Libertad de expresión o violencia simbólica?

Uno de los argumentos más comunes para defender al delantero es la libertad de expresión. Sin embargo, conviene recordar que cuando alguien con poder comunica ideas que refuerzan estereotipos y justifican desigualdades, no se trata solo de una “opinión”. Es violencia simbólica.

Este tipo de violencia no se ve ni se mide con facilidad, pero tiene efectos profundos: desde la normalización del machismo en los hogares hasta el debilitamiento de los esfuerzos por alcanzar la igualdad. Además, cuando se presenta envuelta en frases dulces o discursos motivacionales, puede ser aún más peligrosa.

Reconocerlo no es censura. Es una manera de proteger a las audiencias y de exigir a las figuras públicas que estén a la altura del contexto. Especialmente cuando hablamos de un país que enfrenta graves problemas de violencia de género.

Lo sistémico detrás de una voz

Más allá de señalar a un jugador, lo relevante es entender qué estructuras permiten que este tipo de mensajes sean producidos, difundidos y aplaudidos. Las declaraciones del Chicharito Hernández no solo revelan su pensamiento, sino también un sistema que sigue premiando el machismo disfrazado de tradición.

El problema no es un hombre diciendo que “las mujeres deben cuidar el hogar”. El problema es que miles lo celebren, lo compartan, lo defiendan. Y que existan sistemas —educativos, deportivos, mediáticos— que no educan en equidad y que se benefician de estos discursos polarizantes.

Por eso, la conversación no debe quedarse en la polémica de redes. Debe llevarnos a revisar los mensajes que damos en casa, en la cancha, en las aulas. Porque no se trata solo de corregir a un futbolista, sino de transformar las ideas que lo formaron.

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