Por Edgar López
Trabajo en temas de sostenibilidad y responsabilidad social. Desde ahí, uno de los conceptos más relevantes (y menos entendidos) es el de stakeholder engagement: la capacidad de una organización para relacionarse de forma estratégica con sus grupos de interés, especialmente en territorios donde la operación depende de más actores que los formales.
En Guerrero, Jalisco y Michoacán, sacerdotes y agentes de pastoral están siendo entrenados para acercarse a grupos criminales. El objetivo: garantizar condiciones mínimas para seguir presentes en sus comunidades, evitar agresiones, proteger a la población y preservar cierta estabilidad local.
Esto se lee hoy tanto en Reforma como en El Universal, y recordé el libro Narconomics, de Tom Wainwright, que analiza a los cárteles como si fueran empresas multinacionales: con estructuras de distribución, estrategias de expansión, manejo de marca, fijación de precios y relaciones públicas.
Lo que el libro propone desde el análisis, este caso lo confirma desde la realidad: en ciertos territorios, la “licencia de operación” no se tramita con el Estado, sino con quien ejerce el control real del territorio.
Y si eso aplica para sacerdotes…
- ¿Qué tan lejos están muchas empresas de hacer lo mismo?
- ¿O cuántas ya lo hacen, sin nombrarlo, como una práctica más de gestión local en sectores como minería, infraestructura, energía o agroindustria?
Nos guste o no, esto también forma parte del terreno de la sostenibilidad: sostener las operaciones en el tiempo, incluso en contextos adversos, obliga a desarrollar capacidades de relacionamiento que pocas veces caben en los manuales de ESG ni en los códigos de ética.
Y es justo ahí donde la sostenibilidad se desprende de ciertas utopías —de sus versiones más limpias, idealistas o institucionales— para enfrentar la realidad del territorio.
Porque si hasta los religiosos se capacitan para ejercer su labor en medio del crimen organizado…
¿De verdad creemos que las empresas no lo hacen, o no lo han tenido que hacer?
Y entonces la pregunta se vuelve inevitable:
¿Cómo puede sostenerse una agenda de sustentabilidad en países donde el Estado no garantiza ni seguridad ni bienestar?
No es una provocación.
Es el tipo de pregunta que revela la distancia —a veces abismal— entre el discurso aspiracional de la sustentabilidad y las decisiones reales que se toman para garantizar la sostenibilidad de las operaciones.
Y en ese contexto, vale la pena preguntarse:
- ¿Establecer diálogos con actores informales es un dilema moral o una decisión ejecutiva?
- ¿Es una estrategia para sostenerse o una traición al ideal de la sustentabilidad?
Tal vez ha llegado el momento de aceptar que la sostenibilidad no siempre se ejerce desde la virtud, sino desde la tensión.
Y que alcanzar verdadera sustentabilidad requiere, primero, reconocer la complejidad del terreno en el que operamos.
Amén.

Edgar López Pimentel, es actualmente Director en Expok, ejerciendo su liderazgo día a día con pasión por la responsabilidad social y el desarrollo sustentable. Su labor ha contribuido significativamente al posicionamiento de empresas líderes en materia de responsabilidad social.
Su formación académica, enriquecida por programas de Alta Dirección de Empresas en el IPADE e IE Business School, así como una maestría en Responsabilidad Social Empresarial en la Universidad Anáhuac Norte, respaldan su liderazgo.







