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Visiones de Esperanza: Dr. C. Everett Koop

LA PROTECCIÓN DE LA MEDICINA EN EL SIGLO XXI

DESDE QUE TENÍA SEIS AÑOS SUPE QUE QUERÍA SER cirujano, incluso de joven me acostumbré a cortar imágenes de revistas utilizando mis dos manos. También pasé horas y horas jugando con mi primer estuche de química. Al principio sólo preparaba soluciones de color, más tarde conduje lo que debieron haber sido experimentos complicados para un niño de doce años.

Siendo adolescente combiné mis interés por la química con mi floreciente interés por la cirugía, realizando operaciones simples en algunos de los gatos callejeros que poblaban mi vecindario de Brooklyn, en Nueva York. Mi madre anestesiaba a los gatos con el éter que yo le proporcionaba, mientras que yo extirpaba algún órgano que no era indispensable, como por ejemplo un ovario. Éramos un buen equipo, pues nunca perdí ningún paciente felino.

Después de la muerte de mi madre, a los 65 años, encontré entre sus documentos atesorados un ensayo que escribí cuando estaba en el último año de la preparatoria.

El párrafo final resumía mis esperanzas por las carreras, la de ciencias y la de medicina:

Ahora, a los dieciséis años, me imagino como un cirujano. Nada me daría más emoción y placer, desde un punto de vista altruista, que operar a un ser humano para aliviarlo de sus enfermedades, o desde un punto de vista científico, para proporcionar a la ciencia información que aún no se conoce.

Esa dedicación conjunta a la medicina y la ciencia caracterizó mis cuatro décadas de carrera como uno de los primeros cirujanos pediátricos en Estados Unidos.

A finales de los años cuarenta y cincuenta, un grupo de cirujanos, pioneros en este nuevo campo de la cirugía, con frecuencia nos veíamos forzados a inventar nuevas operaciones conforme enfrentábamos deformaciones congénitas en recién nacidos, las cuales nunca antes se habían corregido quirúrgicamente. Aunque, en principio, estábamos fungiendo como doctores tratando de sanar y de proporcionar consuelo a nuestros pequeños pacientes y a sus familias afligidas, al mismo tiempo éramos científicos llevando los límites quirúrgicos hacia un área desconocida, mientras documentábamos nuestros éxitos obtenidos con dificultan.

Dadas las miles de operaciones nuevas que con el tiempo se volvieron rutinarias mediante la investigación quirúrgica, la publicación de artículos y las innovaciones científicas, la cirugía pediátrica finalmente se estableció como una especialidad quirúrgica. En el lapso de cuarenta años de mi carrera quirúrgica, fui testigo de cómo aquellas operaciones que eran especialmente difíciles de practicar en recién nacidos, cuya tasa de mortalidad era del 95 por ciento gracias al progreso que se dio en la cirugía pediátrica.

Además, aprendí que entre lo que se refiere a la ciencia, la medicina es un arte. También aprendí que la cirugía pediátrica requiere de un tacto gentil, no sólo en el delicado tejido del cuerpo del infante, sino también debido a las emociones frágiles del paciente y de su familia.

Aprendí que para hacer justicia a mi interés por la ciencia, la cirugía, y la investigación , no debía solamente dedicarme a curar, sino también a cuidar.

Seguí considerando importante mi preocupación acerca de las dimensiones humanas de la ciencia cuando abandoné mi carrera quirúrgica para convertirme en el Cirujano General de Estados Unidos de América. Como tal, parecía que siempre estaba emitiendo las Advertencias del Cirujano General acerca de uno y otro factores que amenazaban la salud de los estadounidenses: cigarros, tabaco sin humo, SIDA, síndrome de Reye, violencia y los que están por venir. En cada caso, los conocimientos científicos que estaban detrás de las advertencias de salud debían ser impecables y capaces de resistir las críticas que buscaban destruir las advertencias. Sin embargo, también en el ámbito personal necesitaba asegurar que la ciencia tenía sentido. Tenia que escuchar a los estadounidenses, pero también tenía que hablarles con firmeza. Además, quería estar seguro de que mi mensaje llegará a los más vulnerables; generalmente los grupos de mayor riesgo viven en pobreza en los límites de esta sociedad opulenta y algunas veces demasiado confiada.

Hoy en día, en mi carrera como conferencista, autor y abogado nacional en beneficio de la salud de los estadounidenses, una vez más me encuentro motivado por las preocupaciones tanto de la ciencia como de la medicina.

Del mismo modo en que lo hice cuando era Cirujano General, me esfuerzo por aconsejar a la gente acerca de lo que pueden hacer para fomentar la salud y evitar la enfermedad. Para esto, baso mi mensaje en la mejor ciencia. Un ejemplo es mi esfuerzo por informar acerca de los peligros de la Hepatitis C. Sin embargo, he descubierto también que basarse en la mejor ciencia no es suficiente, pues los políticos y los economistas la pueden hacer a un lado debido a la codicia.

Se pueden observar tendencias asimilares en el mundo de la distribución de los cuidados de la salud. A finales del siglo XX, la comunidad de la investigación científica ha llevado a cabo maravillas para alcanzar las metas históricas de la medicina de prolongar la vida y aliviar el sufrimiento que ofrece la cura para esto o que alivia aquello y da nuevas esperanzas a la gente que sufre de una variedad de enfermedades. Sin embargo, sabemos que el avance científico no es suficiente. Hemos visto que los dictados económicos que diezman la ciencia, limitan los beneficios de la medicina. Yo practiqué durante la llamada edad de oro de la medicina, un tiempo cuando parecía que la ciencia médica era capaz, día a día, de hacer más por los pacientes, y en el que más y más estadounidenses tenían acceso al seguro médico que les proporcionaba los cuidados de salud que necesitaban. Sin embargo, cada día un número creciente de estadounidenses pierde su seguro médico (Estados Unidos tiene caso cincuenta millones de ciudadanos que no están asegurados) y dado que aquellos que están asegurados cuentan con cobertura a través de planes de salud fundamentados económicamente., quienes necesitan atención médica son los que suelen obtenerla al último.

La insatisfacción de los médicos con un sistema que ha diluido su enfoque hacia los pacientes con asuntos relacionados con el costo, hizo de ellos los abogados iniciadores de la salud planteada. Los administradores y los médicos de estas primeras Organizaciones para la Conservación de la Salud (OCS) se sorprendieron de encontrar que conservar la salud de sus pacientes les proporcionaba el beneficio adicional de implicar un costo por el cuidado de la salud. Esto se logró cambiando el enfoque hacia el cuidado preventivo; la estandarización de esta práctica resultó en mejores ingresos y en la eliminación de procedimientos y pruebas innecesarias. Hoy en día, en muchos casos, ese beneficio extra se ha convertido en el objetivo primario de las compañías encargadas del cuidado de la salud. Del mismo modo, inversionistas de Wall Street han mencionado que las empresas que ofrecen servicios de hospital y las compañías encargadas del cuidado de la salud, deben recibir el trato que se da a cualquier otra empresa, es decir, que son una oportunidad para que los inversionistas hagan dinero. Las ganancias, y no la salud, son el objetivo primario de este tipo de salud planeada.

Estoy preocupado por la intrusión de estas compañías del cuidado de la salud, a la vez controladoras e inversionistas, educación médica. Algunas incluso han comprado escuelas de medicina, sin embargo, por lo menos una ha quebrado. No quiero que la educación de nuestra próxima generación de médicos quede como rehén de la orientación de administradores que compren o vendan hospitales, prácticas médicas y escuelas de medicina como si se tratara de puercos. Los estadounidenses se están dando cuenta lentamente de cuántas son las decisiones médicas que están fuera del control de los médicos y de otras personas encargadas del cuidado de la salud, y que se encuentran en manos de contadores y empresarios.

Cada estadounidense debería preocuparse por la falta de voluntad de las compañías de salud planteada por hacer su parte en cuanto al apoyo de la educación y la investigación médicas, pero sobre todo de la investigación clínica.

No pretendo que mis observaciones sean una diatriba contra la salud planeada. Esta es más que nada una situación fluida y puede funcionar de tal manera que los pacientes de las OCS estén contentos de tratar con médicos relajados y libres de tomar decisiones clínicas, con base en un ambiente financiero neutral. Sin embargo, también puede propiciar que los pacientes se encuentren que van de portero a enfermero, negándoles especialistas costosos e incapaces de penetrar el laberinto burocrático de una compañía encargada del cuidado de la salud que se preocupa más por las ganancias que por los pacientes.

Creo que puede tomar una década o más encontrar un nuevo equilibrio entre las OCS, las preocupaciones de los pacientes y la toma directa de decisiones por parte de los médicos. Un equilibrio que proporcionará lo que es médicamente necesario u no lo que es meramente lucrativo. Tengo la esperanza, pero no la certeza, de que lo que se hace en el mejor interés del paciente empezará a prevalecer sobre lo que es en beneficio de los inversionistas de la compañía encargada del cuidado de la salud. Esta actitud debe apoyar tanto a la investigación médica como al cuidado de la salud. Los asuntos relacionados con la salud planeada, los derechos de los pacientes, el profesionalismo médico, la investigación médica y los cuidados de la salud en Estados Unidos, necesitan que se les coloque en el plano de nuestras aspiraciones más altas.

Obtenido del Libro: Arquitectos de la Paz
Publicado por: Michael Collopy, durante este año

1 COMENTARIO

  1. Se que es medio extrema la recomendación para el sistema capitalisma americano….pero a lo mejor deberían ver el modelo médico de inclusión social Canadiense. Como todo, no es perfecto, pero definitivamente mucho mejor que el sistema americano.

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