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¿Puede la RSE prevenir el sedentarismo infantil?

El deporte y la actividad física son considerados actividades fundamentales para el desarrollo pleno de las personas, en particular niñas y niños. A pesar de su importancia, el hábito del ejercicio entre los menores ha perdido cada vez más terreno frente a la obesidad, el sobrepeso y el abuso de aparatos tecnológicos, como videojuegos y celulares.

Datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) revelan que en las últimas cuatro décadas el número mundial de niños obesos se ha multiplicado por 10, y de mantenerse esa tendencia, en 2022 habrá más población infantil y adolescente con obesidad que con desnutrición.

Aunque las causas de la obesidad y el sobrepeso infantil son diversas, el uso indiscriminado de los aparatos tecnológicos no sólo agudiza esta problemática sino que la lleva más allá: El Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) ha advertido que el abuso tecnológico en los niños profundiza males como la depresión y el estrés, sin contar los riesgos que enfrentan en el mundo digital.

Prevenir el sedentarismo infantil es, entonces, un asunto estratégico para el desarrollo social y, en esta labor, no bastan los esfuerzos aislados. Mientras más actores sociales compartan el reto de prevenir el sedentarismo infantil en la sociedad, más éxito se tendrá en revertir sus consecuencias.

Esta misión tiene el programa Jugando Juntos, de la Fundación Amigos de la Juventud (Fundaju), que a través del desarrollo de espacios deportivos promueve el deporte infantil, fortalece la integración familiar, inculcar valores y trabajar la autoestima de niños y padres de familia”, explica Jorge Girón, director del programa.

Prevenir el sedentarismo infantil

Desde 2016 que nació Jugando Juntos, ha conseguido impactar a cientos de familias en cinco comunidades distintas, sumando la quinta sede que acaban de abrir en la localidad de San Miguel Contla, ubicada en el municipio Santa Cruz Tlaxcala, del estado de Tlaxcala.

“La primera cancha que abrimos fue la de Valle de Bravo, donde actualmente tenemos más de 300 niños; derivado del éxito que tuvo, abrimos Colorines, donde hemos impactado a más de 200 niños. Nuestra tercera sede fue en Texcoco, con un beneficio en 150 niños y la cuarta es la de Tenango del Valle, donde tenemos 170 niños”, recuerda Jorge.

El pasado 26 de septiembre inauguraron su quinta cancha en Tlaxcala, la primera del programa que ubican fuera del Estado de México.

Ahí, la meta es impactar a 90 niños y sus familias a través de entrenamientos deportivos varias veces a la semana, a los que pueden acudir de manera gratuita pero siempre acompañados por su padre o tutor.

El objetivo, además del ejercicio, es fortalecer la integración familiar a través de diversas actividades en las que también se involucra a los padres.

Para ser beneficiario, los niños solo tienen que tener entre 4 y 11 años, ser estudiantes y acudir e inscribirse sin costo alguno. Con esto reciben su uniforme, un cilindro para agua, espinilleras y calcetas.

Los entrenamientos se ofrecen en dos categorías y no se discrimina a ningún niño o niña por cualquier situación de discapacidad, explica Arturo Hernández, entrenador de la cancha en Tlaxcala.

Para las niñas y niños más pequeños, de 4 a 7, se ofrece un nivel básico mientras a las y los de 8 a 11 se les da un entrenamiento más avanzado.

“Actualmente, el uso de la tecnología entre los niños, sumado a la falta de espacio deportivos, complican la actividad física y de esta manera no se puede prevenir el sedentarismo infantil”, destaca Jorge al referir la importancia de programas de este tipo para la comunidad.

Para construir una cancha en una comunidad se realiza un estudio previo para identificar que se trate de población de escasos recursos con falta de espacios deportivos.

Jannet, madre de dos niños que van a la cancha de Tlaxcala, coincide en que no hay canchas ni instalaciones para realizar deporte en los alrededores, por lo que decidió inscribir a sus hijos Diego e Iván en el programa, como una forma de prevenir el sedentarismo infantil.

La participación de los padres es indispensable para Jugando Juntos, pues aunque no se les exige ningún pago por los entrenamientos se les involucra en las actividades deportivas así como en mantener limpias y en orden las instalaciones.

El programa monitorea permanentemente la asistencias de los niños y realiza evaluaciones periódicas tanto a los menores como a sus padres con el objetivo de identificar el fortalecimiento de actitudes sociales en los pequeños, como capacidad para seguir reglas y rutinas, interacción con sus compañeros, trabajo en equipo, seguridad y destreza.

Ximena, de 9 años, es una de las niñas que entrena en la cancha de San Miguel Contla, la acompaña su abuelita y dice que le encanta el futbol.

Miguel, también de 9 años, acude con su hermanito y cuando uno le pregunta qué es lo que más le gusta, no duda: “Meter goles”. Y por eso se apura son sus tareas porque “si no le echo ganas en la escuela no voy a venir”, le advirtieron sus papás.

El programa Jugando Juntos es una de las dos líneas de acción que tiene Fundaju, brazo social de Grupo Fodeli y cuyo antecedente es la Fundación José Ortega Romero, del fundador de la Universidad del Valle de México (UVM).

Con este legado, se entiende que el otro programa de la Fundación sea Fondo de Becas, a través del cual otorgan apoyos económicos desde 1999 a estudiantes de alto rendimiento académico de primaria a licenciatura.

Con ambos programas, Fundaju busca ofrecer un modelo de atención integral que alcanza el ámbito individual, a través de las becas, así como también el familiar y social, con el programa Jugando Juntos.

La institución se encuentra analizando algunas opciones de alianzas para fortalecer el impacto de sus programas próximamente.

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