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Una asociación entrega viviendas para sustituir las de cartón y lámina

Tres veces al día vibran los 85 cuartos con piso de tierra que están a la orilla de la vía del tren, en la colonia Esperanza, ubicada en el límite de Ciudad Nezahualcóyotl, Estado de México.

Sus habitantes no son paracaidistas porque su líder, Armando López, dice que el PRD (cuando era gobierno) los reubicó ahí tras desalojarlos del Bordo de Xochiaca. No obstante, esperan que algún día les regularicen el terreno donde construyeron con pedazos de todo, cuartos y letrinas.

Ahora están de fiesta porque en 48 horas estrenarán casa. Les costó mil 500 pesos y la construyen ahí mismo, con el respaldo de la organización latinoamericana “Un techo para mi país”, que desde 1997 se dedica a edificar viviendas de emergencia en zonas de pobreza extrema, apoyada con voluntarios y donativos de empresas y gobiernos.

En México trabajan desde 2007 y dicen que cada casa es de madera y mide 18 metros cuadrados. El primer día ponen los pilotes; el segundo, el piso y las paredes; y el tercero, un techo de fibrocemento.

“Ahí la familia tendrá una mejor calidad de vida protegida de la lluvia, frío, inundaciones e incendios” explica a MILENIO Diario César Ramírez, vocero de esta ONG.

En este medio kilómetro de casas que no tienen servicios básicos, viven un total de 600 personas. Los padres de familia son barrenderos, pepenadores o recicladores. López esta contento porque asegura que en 19 años es la primera vez que alguien los ayuda desinteresadamente.

“El gobierno nos busca cuando viene el tiempo de campaña, ahí sí somos reconocidos y existimos, pero mientras no venga campaña, pues no. Por eso estoy muy orgulloso de conocer a estos muchachos”.

VOLUNTARIOS EN FILA

La organización tiene una larga lista de espera de estudiantes universitarios (escuelas públicas y privadas) que quieren ir a construir viviendas. Los afortunados que vinieron a esta colonia trabajan en equipos de siete personas y fueron entrenados previamente para levantar casas prefabricadas, cuya duración se estima que sea de 5 a 10 años.

Esta vez hubo que tener más cuidado porque el paso del tren movía constantemente las medidas para los pilotes.

Todos llevan mezclilla, tenis o botas, playera de la ONG y guantes de carnaza. Se mezclan con la comunidad sin empacho.

Mientras algunos miembros de la familia construyen otros preparan arroz y frijoles para la comida. El ambiente es agradable y se ve el trabajo en equipo.

César explica que al principio esta comunidad desconfió de ellos porque pensaron que serían usados con fines políticos para acarrearlos a mítines. Sin embargo, cuando los vieron llegar con el material y la gente, comenzaron a confiar.

“Ahora que tendrán un mejor nivel de vida podrán pensar en otra cosa como buscar un mejor trabajo o una mejor educación para sus hijos”, explica.

La casa terminada es sólo la primera parte del proyecto: “Un techo para mi país”.

No se trata de una organización asistencialista, por lo que las siguientes dos etapas de trabajo con la comunidad serán de tipo social (aplicación de planes de salud, educación, fomento productivo y asesoría jurídica) y desarrollo autosustentable.

Doña Celestina brinca en su piso de madera y afirma que “¡está muy bueno!”.

Mientras los voluntarios colocan las paredes de madera (revestidas de químicos para evitar que absorban agua o puedan incendiarse), ella planea dónde pondrá la cocina, la sala, la pequeña recámara, sus plantas así como sus gallinas y conejos.

La última casa de cemento en que vivió fue hace 10 años y ahora, en plena vejez, está contenta porque ella y su marido ya no tendrán que poner ollas para las goteras.

“Nuestro trabajo es una explosión de emociones increíble porque la mayoría de los voluntarios no ha experimentado este tipo de cosas; y para las personas esto es un gran apoyo” afirma satisfecho César. Sin embargo a pesar de la felicidad y sabiendo que las nuevas casas son sólo una solución temporal a sus problemas, López no quita el dedo del renglón “queremos que las autoridades nos vendan el terreno, no queremos que nos regalen”.

Fuente: milenio.com
Por: Érika Flores
Publicada:24 de abril de 2012

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