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RSE, de sistema gestión de riesgos a modelo estratégico en una década

La Responsabilidad Social Corporativa (RSC) ha pasado del ‘buenismo’ a gestión de riesgos y factor estratégico en la última década, según han coincidido en destacar varios expertos consultados por Europa Press para los que el concepto está consolidado en las empresas pero aún no ha calado en la sociedad.

La Organización Internacional del Trabajo (OIT) define la RSC –también denominada Responsabilidad Social Empresarial (RSE) o Inversión Socialmente Responsable (ISR)– como «el conjunto de acciones que toman en consideración las empresas para que sus actividades tengan repercusiones positivas sobre la sociedad».

En estos años, en el marco normativo destaca a nivel internacional los avances experimentados por el Global Reporting Initiative (GRI) –el principal estándar internacional de elaboración de memorias de sostenibilidad–, la puesta en marcha de la Estrategia Europea de RSC o la directiva sobre divulgación de información no financiera, que ha comenzado a aplicarse en 2017.

En España, hace algo más de una década, en el año 2002, se creó un primer grupo de expertos de responsabilidad social en el entonces Ministerio de Trabajo que, en 2005, dio paso al Foro de Expertos de RSE y en 2008 vio la luz el Consejo Estatal de Responsabilidad Social de las Empresas (CERSE), para posteriormente dar paso a la Dirección General del Trabajo Autónomo, de la Economía Social y de la RSE, dependiente de Empleo. Varias CC.AA. también ha materializado este tipo de iniciativas: el Gobierno Balear cuenta con Consejo de RSC o Aragón con un Plan de Responsabilidad Social, por citar sólo dos ejemplos a menor escala, sin olvidar tampoco su progresiva implantación en las pymes.

Otro de los puntos de inflexión ha sido la aprobación de la Estrategia Española de Responsabilidad Social de las Empresas 2014-2020, así como la aprobación del Plan Nacional de Derechos Humanos y Empresa o, por parte de la CNMV, del código unificado de Buen Gobierno, que incorpora la RSC en la agenda de los Consejos de Administración, como destaca la Asociación Española de Directivos de Responsabilidad Social (DIRSE).

Sin embargo, ¿cómo se reflejan estos avances en las empresas? La directora general de la Fundación SERES, Ana Sainz, afirma a Europa Press que la evolución de la RSC en la última década se ha producido «no tanto a nivel temática sino en cómo las compañías han ido considerando este tipo de iniciativas porque hace 10 años había empresas que consideraban que esto era buenismo y devolver algo a la sociedad».

«Poco a poco, según ha ido avanzado la década, lo que se empezó a hacer es gestionar la RSC para cubrir riesgos: todos aquellos temas que tenían que ver con riesgos medioambientales, posibles multas así como recomendaciones, regulaciones o normas. Luego, la crisis nos ha posicionado y las empresas han visto que se trata de un factor clave y diferenciador con respecto a sus competidores, incluyéndola, las más avanzadas, en su área de negocio y estrategia», precisa.

El director general de Forética, Germán Granda, añade que «en un momento se entendió sólo como cumplir la legislación, mientras que otro discurso era ir más allá (filantropía estratégica). «Ahora estamos en una tercera fase: se ha ganado la batalla de las ideas y en los últimos años está surgiendo un discurso rompedor entre las empresas, que han cambiado su modelo de negocio y los procesos de reporting», precisa.

Luces y sombras

Esta evolución también se refleja en la mayor presencia de empresas firmantes del Pacto Mundial de Naciones Unidas (Global Compact), una iniciativa internacional que promueve implementar 10 Principios universalmente aceptados para promover la RSE en Derechos Humanos y Empresa, Normas Laborales, Medio Ambiente y Lucha contra la Corrupción en las actividades y la estrategia de negocio de las empresas. Calificada como la mayor iniciativa voluntaria de RSE en el mundo, con más de 13.000 entidades firmantes en más de 145 países, cuenta en España con más de 2.500 adhesiones (frente a las 500 de hace una década).

El incremento también se observa en los numerosos índices existentes al respecto, como el FTSE4Good y el FTSE4Good IBex o el DJSI (basado en la revisión de la gestión económica, medioambiental y social a través de más de 50 criterios para cada sector) que, en su última edición de 2016 contaba con la presencia de 18 empresas españolas, frente a las cinco de 2006.

Más allá de los datos, otros estudios, en cambio, constatan más sombras que luces en la evolución de la RSC: en 2007, el III Estudio del Observatorio de RSC sobre la calidad de la información de Memorias de RSC en empresas del Ibex 35 indicaba que dicha información «se había estancado»; en 2010 alertaba de que las cotizadas tenían una falta de transparencia «preocupante», mientras que en su edición de 2015 señalaba que la presencia de sociedades de empresas del Ibex que operan en paraísos fiscales aumentó un 23,5% en dos años.

El coordinador del Observatorio de RSC, Orencio Vázquez, asegura que, en esta última década, se ha producido «una evidente evolución» aunque lamenta que la RSC aún se mueva «entre obligatoriedad y voluntariedad» a pesar de que «el debate está más centrado, con aspectos como la fiscalidad y los DDHH». «Pese al avance en las iniciativas en los últimos años, principalmente por parte de Naciones Unidas, la OCDE y la Comisión Europea, no es posible valorar la eficacia de sus propuestas porque en general carecen de plasmación en políticas públicas a nivel de Estados, lo que provoca que su implementación y control dependan aún de la voluntad de las empresas, lo que es claramente insuficiente», lamenta.

Esta voluntariedad de la que habla Vázquez, ¿ha ayudado a que este concepto haya calado en la sociedad?. «En la sociedad en menor medida, si atendemos al concepto de RSC. Trasladar este concepto no ha dado buenos resultados: hay consumidores, accionistas o trabajadores que identifican acciones responsables, pero no que exista algo que se llama RSE –añade por su parte la directora general de la Red Española del Pacto Mundial, Isabel Garro–. Sin embargo para las empresas la evolución ha sido impresionante. Y en España, la RSE ha calado y mucho».

Casos prácticos: más allá de la ley

Muchos de estos ejemplos se pueden observar en prácticamente todas las empresas del Ibex-35. Algunas de ellas, como Mutua Madrileña, Mapfre o Iberdrola, han explicado a Europa Press cómo ha evolucionado su RSC en la última década. En palabras del presidente de Mutua Madrileña, Ignacio Garralda, «una estrategia de RSC comprometida y permanente en el tiempo es elemento diferenciador y factor de competitividad». Así, destaca que la aseguradora fue pionera en el sector «publicando anualmente las remuneraciones individuales de los miembros del Consejo de Administración, las de su presidente y consejero delegado».

Mutua también fue la primera empresa española en ampliar a 4 semanas el permiso de paternidad en 2010, cuando lo legalmente establecido era de dos semanas y, a finales de 2016, elevó el periodo concedido a los padres empleados en la aseguradora a un mes y medio, por lo que añadió dos semanas adicionales a las cuatro establecidas por el Gobierno desde el 1 de enero de 2017.

En el caso de Iberdrola, sus líneas de actuación giran en torno al compromiso con la sociedad y apoyo a colectivos vulnerables a través de iniciativas como el Programa Internacional de Voluntariado Corporativo (que el año pasado cumplió 10 años) mientras que Mapfre señala que en 2005 publicó su primer Informe Anual de RSC; en 2008, actualizó su Código de Buen Gobierno; en 2009, aprobó un Código Ético y de Conducta; en 2012, redefinió sus objetivos en la materia y en 2016 presentó el Plan de Sostenibilidad del Grupo.

Fuente: LaVanguardia

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