Cada año más de un millón de ñus hacen un viaje de Tanzania a Kenia en busca de nuevos pastizales.
Los ñus van acompañados de cebras, gacelas y otros mamíferos. Esta migración es la más grande sobre la Tierra pero también es una de las más peligrosas.
Durante el recorrido, los antílopes africanos deben cruzar varias veces el Mara, un río poco profundo que tiene unos 40 metros de ancho. Al hacer esto, miles de ñus mueren ahogados o son comidos por cocodrilos que habitan el lugar.
Tan al acción parece una tragedia para la naturaleza pero en realidad es todo lo contrario: los cadáveres de estos animales aportan varios nutrientes que le dan una nueva vida al ecosistema del río, según asegura un estudio publicado recientemente en la revista PNSAS.
En promedio, cada año se ahogan 6,200 ñus y estos liberan cerca de 1,100 toneladas de biomasa que fluye por la corriente del río.
Esta biomasa incluye 100 toneladas de carbono, 25 de nitrógeno y 13 de fósforo.
Aunque el número de antílopes muertos pueda parecer alto, es una proporción menor del total: uno de cada 200 perece cruzando el río Mara.
Hoy quedan muy pocos ejemplares salvajes de estas enormes bestias y ya no pueden moverse con libertad por los muros fronterizos y los cercos que delimitan espacios en la naturaleza.
La desaparición de esta clase de eventos «puede alterar fundamentalmente el funcionamiento de los ecosistemas de río», dice Subalusky.
Y añade que la falta de fósforo en muchos ecosistemas de ríos en Estados Unidos, puede ser el resultado de la falta de muertes de bisontes en masa.
