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Entendiendo la Responsabilidad SocialLos que gritan PU... en el estadio tendrían que saber esto

Los que gritan PU… en el estadio tendrían que saber esto

Racismo, sexismo y homofobia son tres de las formas de discriminación de las que más se ha hablado en los último años en el mundo corporativo. El deporte no está demasiado lejos de ellas. Por difícil que parezca, esta industria que se presenta regularmente como ejemplo perseverancia y trabajo en equipo está plagada de intolerancia y de violencia.

Mucho es lo que se esconde bajo el disfraz de la tradición y el folklore en los estadios. Mucho es lo que se justifica por la pasión de los aficionados. Muchos es lo que se disculpa por suceder en el anonimato colectivo. Pocos los esfuerzos por crear espacios en los que realmente predominen los valores.

De ahí que el mundo de la responsabilidad social aplaude la decisión de los Mets de Nueva York de despedir a uno de los responsables de dar vida a su mascota, luego de que la criatura conocida como Mr. Met hiciera una señal obsena a un aficionado, después de la derrota 7-1 ante los Cerveceros de Milwaukee.

La imagen de la conducta de la mascota se viralizó, por lo que al club no le quedó más remedio de dar por concluida la relación laboral. Además emitió un comunicado a través de sus redes sociales, a fin de disculparse por el comportamiento inapropiado de su colaborador.

Nos disculpamos por la acción inadecuada de este empleado. No toleramos este tipo de comportamiento. Estamos tratando con este asunto internamente

La mascota del equipo, Mr. Met, es conocida por su cabeza de gran tamaño con costuras de béisbol. Técnicamente, posee solo cuatro dedos en cada mano, pero el gesto fue claramente una ofensa para el aficionado que lo estaba filmando al término del partido frente a los Brewers.

El club ha confirmado que muchas personas utilizan el traje durante cada temporada, por lo que el comportamiento de este colaborador ha afectado el trabajo realizado para mantener al ícono de los Mets con una imagen intachable hasta el momento.

Normalizar la violencia

En los estadios mexicanos el grito de ¡Ehhhh pu…! ha ganado terreno desde hace poco más de una década hasta llegar a convertirse en costumbre.

En 2014, la Fédération Internationale de Football Association (FIFA) consideró sancionar a los equipos de México y Brasil por la conducta inapropiada de sus aficionados; una investigación de la que el grito, sin duda homofóbico, formó parte fundamental.

Y es que las voces de los hinchas mexicanos no eran las únicas que coreaban el popular grito. Primero, los mexicanos gritaban cada vez que el portero de Camerún despejaba el balón de su meta. Luego el mismo grito se repitió en el estadio Castelao, de Fortaleza, cuando el Tri enfrentó a Brasil, pero en este juego, los aficionados brasileños repetían el mismo grito cuando el guardameta Guillermo Ochoa despejaba el balón.

FARE, una organización no gubernamental que lucha contra toda forma de discriminación en el futbol, contactó entonces a la FIFA, que no tardó en iniciar una investigación y pedir explicaciones a la Federación Mexicana de Futbol por los gritos de la afición mexicana.

¿Cómo explicarlo? Es imposible negar que la palabra puto se usa con frecuencia para agredir, amenazar y amedrentar a los homosexuales, y también para ofender a los heterosexuales. Se le asocia con cobardía, con debilidad; como si la orientación sexual de una persona determinara su fuerza o su valía.

En México puto es una palabra que usamos para arrebatar a las personas su valor como seres humanos. Puto es la palabra que usamos para decir a los homosexuales que su orientación sexual los hace inferiores al resto. Puto es la palabra que usamos para advertir a los heterosexuales que cualquier conducta fuera de los roles de género que se les han asignado es reprobable.

No es ni agresión, es una manifestación que tienen de hace tiempo en la Liga mexicana, que se traducen en los partidos internacionales de la Selección

Por aquel entonces, esas fueron las declaraciones del director de Selecciones Nacionales, Héctor González Iñárritu, afirmó en entrevista para Medio Tiempo; pero el asunto nunca ha sido tan sencillo. Sus palabras no fueron más que otra prueba de la normalizaciónd e la violencia en este país y en el ámbito deportivo.

Cero tolerancia a la intolerancia

Empresas con valores firmes. Eso es lo que se necesita para alcanzar un mundo libre de desigualdad. El trabajo en equipo es la escencia de las prácticas deportivas y, por tanto, la diversidad forma parte inherente de ello.

Así en junio de 2014, luego de que la FIFA iniciara medidas disciplinarias por los gritos homofóbicos, el jugador nacional Marco Fabián de la Mora pedía a los aficionados algunas opciones para sustituir el grito en la cancha. Aunque claro que pudo hacerlo mejor.

«Yo no lo creo». Yo no creo que normalizar la violencia esté mal, pero nos están sancionando por ello, así que ¿cuál es su propuesta?

La influencia que una personalidad, como Marco Fabian o como cualquiera de los jugadores de la selección mexicana, tiene sobre la afición es innegable. Normalizar la violencia y aceptar los gritos homofobicos como parte del folklore mexicano, es evadir la responsabilidad de toda organización o figura pública de promover un ambiente de tolerancia y, en el caso de quienes se desarrollan en el ámbito deportivo, una competencia sana.

Por su parte, el Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (Conapred) afirmó que lejos de constituir una costumbre o tradición, el grito de puto en los estadios es irresponsable y no contribuye al respeto de los derechos humanos.

Decir que con el pago del boleto se puede tener cualquier conducta en el estadio al amparo de una libertad de expresión mal entendida como ilimitada, además de erróneo es irresponsable, y no contribuye al respeto de los derechos humanos y de la dignidad de las personas

Pese a ello, no mucho tiempo después la FIFA decidió que el grito no constituía una acción violenta o discriminatoria en ese contexto específico, por lo que retiró los cargos impuestos contra la Federación Mexicana de Futbol.

Dónde NO termina la RSE

Las empresas adoran hablar de las prácticas responsables que integran a sus procesos y dentro de su cadena de valor, pero parecen haber olvidado que su responsabilidad no termina una vez que el producto llega a manos de sus consumidores.

Las organizaciones que se comprometen con la creación de un impacto realmente positivo en sus comunidades, necesitan asumir la responsabilidad de educar a sus consumidores; en este caso particular: los aficionados.

Diversidad, tolerancia, trabajo en equipo, competencia sana. Esos son los valores icónicos en la industria deportiva y los diferentes clubes en todo el mundo deberían llevarlos tatuados en la piel. De los jugadores hasta la afición; de los directivos hasta la mascota; del campo a las gradas.

Generemos nuevas tradiciones. Pongamos en marcha una cultura de respeto a la diversidad y dejemos de normalizar la violencia. Los Mets tienen claro el camino, ¿y el resto del mundo?

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