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Entendiendo la Responsabilidad SocialExorcismo corporativo, ¿quién necesita la RSE?

Exorcismo corporativo, ¿quién necesita la RSE?

Un hombre camina de habitación en habitación rociando agua bendita. A tiempo, sus labios pronuncian una serie de oraciones, por momentos inaudibles y la llama de una vela se mece al compás de un suave viento. Todos esos elementos se unen en un misterioso ritual que tiene como objetivo alejar a los espíritus malignos de un espacio físico. A menudo, el exorcismo se practica en casas, aunque recientemente algunas empresas han adoptado la práctica.

Mantén la calma, tus habilidades de lectura no han sufrido daño alguno. Algunas empresas están pagando a exorcistas para deshacerse de los malos espíritus que acechan su reputación. Según la información recopilada por The Economist, los profesionales que se dedican a proveer estos servicios pueden cobrar desde 155 hasta 500 euros por ceremonia; esto debido a que la práctica, usualmente regulada por la iglesia católica ha comenzado a abrirse a entidades particulares.

Alessandra Nucci, escritora de asuntos católicos, asistió a un curso impartido por la Asociación Internacional de Exorcistas (IAE) en Roma, y sostiene que este fenómeno ha nacido a partir de que la iglesia ha descuidado los exorcismos a pesar de la fuerte demanda del público, ya que los sacerdotes se han mostrado reacios a este tipo de trabajo.

A los exorcistas privados se han sumado también curanderos, mediums, kabbalistas y chamanes que ofrecen sus servicios no solo para devolver el amor a relaciones fallidas o limpiar hogares de malos espíritus, sino también para ayudar a negocios que atraviesan por momentos no exactamente prolíficos.

Muchos negocios han empezado a recurrir a estos rituales para salvarse de problemas de corrupción y hasta ataques terroristas.

En Francia, el mercado de estos rituales parece florecer. Un exorcista autodeclarado cerca de París puede ganar hasta 12,000 euros al mes (antes de impuestos) trabajando 15 horas diarias que incluyen consultas telefónicas. Pero ¿por qué este tema se ha vuelto tan popular no solo entre los creyentes, sino entre las entidades corporativas?

De acuerdo con los exorcistas, esto se debe a que los clientes obtienen beneficios claros de los rituales. Philippe Moscato, experto en el tema describe que, ante los ataques terroristas sufridos en Francia en 2015 y el incremento de estos en Europa en los últimos años, la demanda de sus servicios también se ha incrementado. Sugirió que París, Lyon y la Riviera Francesa parecen particularmente vulnerables a la llamada magia negra, por lo que enfrentan duros problemas con la mafia y la corrupción.

En serio, ¿qué tienen que ver los exorcismos con la RSE?

Empresas responsables - exorcismo

La demanda de estos rituales es real, aunque el mercado es diverso. Personas que han acudido a médicos y psiquiatras sin ningún exito, tratando de eliminar dolencias físicas o emocionales, y creyentes que desean limpiar sus hogares, son ciertamente quienes generan la mayor parte de la demanda; pero los negocios no se quedan atrás.

Se dice que las personas poseidas por espíritus malignos son capaces de hablar lenguas muertas y trepar por las paredes. Estas conductas no son producto de sus propias intenciones y habilidades sino de lo que habita en su interior y ellos no controlan, por lo que el ritual del exorcismo puede librarlas de ello. En el caso de las empresas, la presencia de seres malignos las hace presuntamente propensas a corrupción, explotación y otras prácticas irresponsables de las que podrían librarse a través del mismo sistema.

Por absurdo que parezca, algunas marcas han decidido invertir en este tipo de servicios para deshacerse de los males que afectan su reputación en lugar de gestionarla desde dentro. Las identidades de éstas, desde luego, se desconocen. La práctica está particularmente presente en pequeños negocios, aunque ante el crecimiento reportado en el mercado, no sería del todo sorprendente que continuara expandiéndose entre las empresas locales.

Confieso que la primera vez que escuché sobre los exorcismos dentro de las organizaciones ni siquiera pude creer que existieran. No tiene demasiado sentido imaginar a un sacerdote o profesional privado orando para hacer desaparecer los problemas de corrupción, desigualdad o políticas poco amigables con el medio ambiente presentes en una organización. ¿Acaso no es mucho más sencillo integrar nuevas iniciativas que ataquen el problema de raíz?

La irresponsabilidad social no es cosa del diablo, es resultado de malas prácticas corporativas

Luego de esto pensé en cómo este tipo de fenómenos responden a la incapacidad de casi todos los seres humanos -y desde luego de muchas empresas- de hacerse responsables de su entorno. La incapacidad de asumir el impacto de las acciones propias sobre los otros; siempre es más fácil situar la culpa en alguien más, sobre todo si se trata de una fuerza sobrenatural alejada de nuestro alcance.

Sumado a ello, la tendencia humana a desear que los problemas desaparezcan con magia. Esa esperanza que decimos que superamos pasada la infancia y que a menudo, parece no desaparecer nunca. Seguro que Volkswagen habría deseado que su problema de reputación tras el escándalo nacido por las emisiones contaminantes de sus vehículos en 2016, desapareciera con un solo movimiento de varita mágica; pero hace falta mucho más que una veladora y algunas oraciones para recuperarse del duro golpe que esto significó para su reputación y para sus bolsillos.

Seamos claros, ninguna empresa en el mundo suda agua bendita. Si tuvieramos que adivinar, seguro que la mayoría estaría bastante lejos de ello. Los problemas que enfrentan usualmente no son producto de las travesuras del diablo, sino consecuencia directa de una serie de decisiones irresponsables y la presencia de malas prácticas.

El diablo no construye techos de cristal, los casos de abuso sexual no desaparecen con agua bendita e incluso los peores ciudadanos corporativos están liderados por seres humanos. La respuesta para deshacerse de las malas prácticas es gestionar la responsabilidad social de forma que ésta pueda integrarse al modelo de negocio y generar un impacto positivo en el entorno en el que opera. Para ello es fundamental que empresas e individuos comencemos a asumir nuestras responsabilidades y dejemos de buscar culpables.

La RSE no es un tema moral ligado a lo que se considera bueno o malo; mucho menos un tema religioso. Se trata de un sistema más bien ligado al término de ética, ya que se basa en analizar objetivamente el impacto que las acciones personales y colectivas tienen sobre el entorno, ya sea a nivel social o ambiental y en la congruencia que éstas tengan con la identidad de una compañía. Dicho de otro modo, la RSE no puede alcanzarse con rituales porque no es un tema espiritual, sino de negocios.

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