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Entendiendo la Responsabilidad Social¿Pagarías por comer en una prisión?

¿Pagarías por comer en una prisión?

En la Ciudad de México y en todos los rincones del mundo, existen toda clase de restaurantes con diferentes temáticas,te pueden llevar a un viaje de regreso por los sabores de los 50 o te hacen sentir en Italia con una deliciosa pasta.

Si eres amante de la comida y de descubrir nuevos lugares, probablemente en tus tiempos libres recorres distintas colonias en busca de ese sitio perfecto, incluso diversos portales han hecho de esta búsqueda su principal fuente de contenido y comparten reseñas de los mejores lugares en la ciudad.

Existen restaurantes que invitan al comensal a sentirse como en casa, en el espacio o en los años cuarenta, pero existe un lugar en Colombia que rompe con todos estos esquemas ubicando al establecimiento dentro de un lugar en donde a nadie se le hubiera ocurrido ir a cenar o tomar un café.

Antes de descubrir la dirección de este restaurante, tienes que leer parte de su delicioso menú:

Por los platillos tal vez imaginaste un lugar muy elegante, en una de las mejores zonas de la ciudad, pero el restaurante responsable de esta carta se llama el Interno, un establecimiento ubicado justo en el penal de San Diego, en Cartagena.

El restaurante forma parte de un proyecto liderado por la Fundación Teatro Interno, dirigido por Johana Bahamón, quién se inspiró en InGalera, un lugar ubicado en la cárcel de Milán en donde se preparan diferentes recetas gourmet.

https://www.instagram.com/p/BPSttyiAsdq/?taken-by=restauranteinterno

Hace como ocho meses Johana visitó la cárcel de Milán. Luego decidió traer este modelo a Cartagena, hicimos las adecuaciones del lugar y las capacitaciones en panadería, emprendimiento, servicio al cliente, procesos básicos de cocina y huerta”, cuenta Luz Adriana Díaz, quien gerencia el proyecto desde la fundación.

En el Interno colaboran 25 mujeres que actualmente están cumpliendo una condena y utilizan su tiempo para servir al restaurante, ya sea como cocineras o meseras. Hoy en día este es el único restaurante en América que trabaja desde un centro penitenciario.

Las recetas que se elaboran aquí fueron donadas por chefs de prestigio como Harry Sasson, Guillo Vives y Koldo Miranda. Aunque el restaurante es gestionado casi en su totalidad por las prisioneras y por algunas que han sido culpadas por asesinato, han logrado romper la barrera de discriminación logrando reintegrarse a la sociedad por medio de el Interno.

Una nueva forma de vida

Para muchas internas, este restaurante representa una segunda oportunidad para recuperar su confianza y reivindicarse.

Francia Pérez, una de las colaboradoras de este establecimiento, comentó que desde hace dos años comparte celda con otras 25 mujeres y que su nueva rutina le ayuda a mantenerse alejada de
los problemas que pueden haber dentro de la cárcel.

https://www.instagram.com/p/BPYZviiAskf/?taken-by=restauranteinterno

La que se queda achantada en la celda termina metida en algún problema. Hay que estar haciendo algo para tener la cabeza en otro lado, agregó Francia.

Y de acuerdo con Adriana Díaz desde que las internas comenzaron a colaborar de manera activa, los conflictos se redujeron un 50 y 60% .

Una de las metas de Francia es fundar un restaurante en donde pueda poner en práctica todos los conocimientos adquiridos durante su estancia en el penal y al igual que ella, Emilce Yépez quiere abrir un café Internet en la casa que anhela comprar.

Tanto Francia como Emilce y las otras mujeres que trabajan en este restaurante, se involucraron en la construcción de este lugar, mezclando cemento, pintando y colocando los elementos necesarios para abrir el lugar al que Emilce título un “restaurante de caché”.

Las otras 30 internas que se encuentran fuera del restaurante, se dedican a gestionar una huerta ubicada en el patio y a cultivar la lechuga, pepino y otros insumos necesarios para la elaboración de los platillos.

Los fundadores y encargados de este restaurante comparten que el Interno, representa un escape para las internas y una segunda oportunidad para reintegrase a la sociedad.

La pequeña reja que separa la cárcel del restaurante marca el umbral entre dos mundos: “Es como el agua y el aceite. Allá sientes que estás como en tu casa y al final del día vuelves a tu realidad, comentó Francia.

Un porcentaje de los fondos recaudados en el restaurante se convierten en bonificaciones para comprar ropa, comida o como becas que serán enviadas para sus familias. Otra porción se destina a los productos de limpieza y otros artículos para el establecimiento.

Además de que todas las que colaboren recibirán un certificado laboral por parte del Banco Interamericano de Desarrollo y también reducen su condena.

Tanto Johana como su equipo esperan que el Interno sirva como rehabilitación para ellas y al mismo tiempo quebrar con los estereotipos negativos que acosan a los presos.

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