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¿Dónde están las mujeres en las empresas de tecnología?

Vivek Wadhwa habla de las barreras que las mujeres se encuentran en el campo de la tecnología. Se trata del tema principal de su reciente libro y para el cual habló con más de 500 mujeres, quienes le relataron las dificultades que enfrentan y qué han hecho para salir adelante y ser respetadas.

Vivek_Wadhwa

En julio, Twitter informó de que solamente un 10% de los puestos laborales en el área de tecnología están ocupados por mujeres. Ese dato se une a una serie de revelaciones demográficas recientes realizadas por empresas de tecnología, desde Google a Facebook, que juntas muestran una fuerza laboral que es de forma desproporcionada blanca y masculina.

Ahora, un nuevo libro del que es coautor el emprendedor y actualmente también académico, Vivek Wadhwa, “Mujeres que innovan: La nueva cara de la tecnología” [Innovating Women: The Changing Faz of Technology], junto con la periodista Farai Chideya, trata de abordar las barreras que las mujeres se encuentran en el campo de la tecnología a través de la divulgación de sus historias personales y profesionales.

Knowledge@Wharton conversó recientemente con Wadhwa sobre el libro, por qué decidió publicarlo de una manera no tradicional y qué se puede hacer para que haya más oportunidades y trabajo para las mujeres en el sector tecnológico.

A continuación, la versión editada de la entrevista.

-¿Comienza el libro compartiendo un momento de epifanía inspirado por una observación hecha por su esposa. ¿Podría comentarnos un poco cómo fue ese momento?

Fui al Valle del Silicio a investigar su red de inmigrantes: ¿por qué este lugar había tenido tanto éxito a la hora de estimular al espíritu emprendedor de los inmigrantes? ¿Por qué a un grupo —los indios, específicamente— les había ido tan bien? El Valle del Silicio realmente me fascinaba, y yo pensaba, creía y decía que aquella era la mayor meritocracia del mundo, hasta que llegué allí. Yo escribía mucho para el blog de tecnología TechCrunch, y lo que ocurrió es que en un gran evento de TechCrunch, una de sus mayores conferencias, mi esposa me dijo: “Vivek, ¿has observado algo diferente aquí?”. Yo respondí: “Claro, estamos sentados cerca de Mark Zuckerberg”. Era fantástico estar en medio de toda aquella innovación y de las cosas fantásticas que sucedían allí. Ella dijo: “Vivek, mira a tu alrededor. ¿Qué es lo que no estás viendo?” Entonces se encendió una luz en mi cabeza […] y percibí que no estábamos rodeados de muchas mujeres. Fue una sorpresa enorme darme cuenta de que la mitad de la población no participa en la economía de la innovación.

-Eso es lo que, en última instancia, le llevó a investigar la presencia de mujeres en el campo de la tecnología. ¿Qué aprendió?

Lo que yo había aprendido era que no había diferencia alguna entre mujeres y hombres; ellos tenían las mismas fortalezas, las mismas flaquezas, la misma motivación. Hice entonces una encuesta rigurosa, consulté mis trabajos de investigación del pasado. Revisé los datos que tenía y me di cuenta de lo ignorante que había sido al no haber anotado nunca el sexo de las personas que había entrevistado. Verifiqué de nuevo los datos y me sorprendí al constatar que no había ninguna diferencia. La cuestión era: si no había ninguna diferencia, ¿por qué entonces las mujeres se quedan al margen? ¿Por qué no vemos mujeres en las conferencias de tecnología? ¿Por qué no hay mujeres en los consejos de las empresas del Valle del Silicio? ¿Por qué los equipos ejecutivos son todos hombres si no hay, rigurosamente, diferencia alguna entre hombres y mujeres?

Mujeres en el mundo de la tecnología via Shutterstock
Mujeres en el mundo de la tecnología via Shutterstock

-Este tipo de asunto hizo que algunas personas le criticaran. ¿Eso es así?

Así es, el primer artículo que escribí [en 2010] tenía como título: “Valle del Silicio: Usted y algunos de sus inversores de riesgo tienen un problema de género” [Silicon Valley: You and Some of Your [Venture Capitalists] Have a Gender Problem]. Repetí mi propia investigación, cité otros datos y percibí que había algo realmente equivocado ahí. ¿Cómo era posible entrar en ese ecosistema y no ver ninguna mujer? Me quedé impresionado con la reacción tan negativa, visceral que recibí: correos electrónicos de personas furiosas, los comentarios que publicaban online, la sordidez de los medios sociales. Me quedé terriblemente impresionado por la actitud grosera e infantil del club de los hombres. Francamente, no se trataba sólo de una banda de niños inmaduros, era el equipo de “Quién es quién”. Me atacaban inversores de riesgo conocidos y ejecutivos importantes de empresas por haber dicho que allí había algo que estaba mal.

-Eso le llevó a publicar un libro dirigido al gran público sobre los descubrimientos de sus investigaciones. La manera en que usted elaboró el libro fue inusual. Por favor, cuéntenos un poco cómo fue ese proceso y por qué decidió adoptar esa estrategia.

Decidí investigar más y entrevistar a centenares de mujeres. Tengo una monografía, que publicaré en breve, sobre mujeres e innovación. Al mismo tiempo, quería expresar mi opinión, y en trabajos académicos eso no es posible. Decidí escribir un libro. Lo primero que me ocurrió fue lo siguiente: ¿desde cuándo un hombre puede decir a las mujeres cómo resolver sus problemas? Ese era el dilema. Además de eso, tenía que gastar mucho dinero en investigación. Quería financiarla; hablé de ello con mi esposa. Ella dijo: “Vivek, consigue que las mujeres te ayuden”. No había una respuesta más obvia.

Decidí entonces financiar de forma colectiva el libro y crearlo en asociación con otras personas. Recurrí básicamente al crowdfunding de Indiegogo y realicé allí una campaña que me permitió conseguir el dinero. En vez de US$ 40.000, conseguí US$ 96.000. Todo ese dinero irá hacia un fondo de enseñanza y capacitación de mujeres. Fue bueno poder contar con ese tipo de apoyo. Quería 30 o 40 mujeres que me ayudaran con la investigación y la redacción. Al final, conseguí más de 500 mujeres. Todo ese apoyo vino de mujeres entusiasmadas con la idea de que yo entrara en ese debate y que hiciera investigaciones y escribiera más sobre el asunto.

-Llama a las mujeres que contribuyeron en el libro “embajadoras”. ¿Qué salió a relucir en sus conversaciones con ellas?

Fue conmovedor. Todas las mujeres con quienes conversé hablaron de los problemas que habían enfrentado. Yo no tenía ni idea de que ellas tuvieran que lidiar con todas aquellas cosas. Como hombre, ignoraba realmente esas dificultades y no imaginaba que los hombres pudieran tratar a las mujeres de aquel modo. Las experiencias que ellas tienen van desde los malos tratos por parte de los profesores en la facultad, el tratamiento distinto al de los hombres una vez se incorporan al mercado laboral, hasta las diferentes expectativas y los desafíos que tienen que enfrentar. A continuación, el peor de los mundos: manoseos, violaciones, insultos y el modo despectivo con que les dirigen la palabra.

Oír esas historias —de primera mano— provocó un cambio en mí. Ya no soy la misma persona que era antes de comenzar esa investigación porque ahora soy feminista. Literalmente, esa es la mejor manera de definirme. Hablo con franqueza sobre el asunto, al igual que las mujeres a quienes entrevisté, porque he conocido de primera mano los desafíos a los que ellas se enfrentan y el tratamiento que reciben. Además de ser injusto, hay que corregirlo.

-¿Qué se puede cambiar en la manera en que se hacen las cosas hoy en día?

En primer lugar, tenemos que admitir que el problema existe. Es como el alcoholismo. A menos que la persona admita que es alcohólica, no conseguirá superarlo; tiene que admitir el problema. A continuación, es preciso comprender las raíces del problema y luego solucionarlas. Ahora le están dando duro al Valle del Silicio. Yo fui uno de los pocos que escribió al principio sobre el asunto. Ahora, hay otros autores haciendo lo mismo, inclusive inversores de riesgo y hasta magnates del Valle del Silicio. Ellos dicen que el problema existe y que necesita resolverse. El Valle del Silicio admitió su mal comportamiento.

El próximo paso consiste en entender las principales causas de ello y lo que lleva a este problema, para poder dimensionarlo y arreglarlo. Una de las batallas que tuve fue conseguir que las empresas revelaran sus datos de género, es decir, básicamente, desvelar cuántas mujeres trabajaban en la empresa. Escribí al respeto hace algunos años y he estado conversando con grandes empresas entre bastidores, diciéndolas “que me pasaran sus datos de género”, pero ellas no lo hacían. Decían que era un secreto comercial. Bien, las críticas están aumentando, tanto que en los últimos tres o cuatro meses, una después de otra, está poniéndole remedio, empezando por Google y, de forma más reciente, Apple. Ahora están mostrando los datos y están jugando limpio: “Mire”, dicen, “sabemos que estas cifras son modestas, sabemos que tenemos un problema y nos comprometemos a remediar esa situación”. Por lo tanto, este es el proceso que está teniendo lugar ahora mismo y los resultados sólo pueden ser muy buenos.

-¿Qué cree que los lectores aprenderán con el libro?

Se escribió para que las mujeres entiendan que no están solas, para inspirarlas y motivarlas, por eso registré allí esas historias. No soy yo, Vivek Wadhwa, el que las está enseñando lo que tienen que hacer y cómo pueden resolver ese problema. En realidad, son centenares de mujeres las que están diciendo: “Mire, hemos pasado por esto. Está bien. Vamos a decir cómo resolvimos nuestras dificultades y cómo las demás pueden resolverlas. Además, esto es lo que nos aguarda en el futuro”.

Escribí un capítulo sobre nuevas oportunidades para las mujeres, sobre cómo las tecnologías avanzadas están nivelando el campo de juego y sobre cómo el futuro le pertenece a las mujeres. Son mujeres diciendo a otras mujeres: “Uno, dos, tres, vamos allá, podemos cambiar el mundo y vamos a cambiarlo ya”. En general, el mensaje es muy positivo, y yo espero que inspire a miles de mujeres a asumir hoy el papel que, con justicia, merecen jugar en la economía de la innovación y salven el mundo.

Fuente: MBA & Ejecutiva/América Economía

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